Resulta bochornoso el espectáculo que
estamos contemplando en el que, en un acto de hipocresía colectiva,
todos los que desean lo peor para el Juez Castro, se afanan en respetar
al mismo tiempo su resolución, afirmando que su decisión demuestra que
la justicia es igual para todos, cuando esa aseveración es falsa, nadie
se la cree, y el tiempo lo demostrará. Es patético y muy poco
edificante el papel que ha decidido interpretar el fiscal, que se
extralimita en sus funciones tanto en el fondo como en las formas, con
el apoyo explícito del Fiscal General de Estado, directamente nombrado
por el Gobierno.
Juez Castro
Quien se haya podido tomar la molestia
de leer el minucioso Auto del Juez Castro, en el que se mantiene la
imputación contra la Infanta Cristina por blanqueo de dinero y delito
fiscal, quedará perplejo al comprobar cómo aquélla y su amado esposo se
gastaban el dinero procedente de nuestros impuestos en cenas o
diversiones, o para rehabilitar un palacete de lujo; aunque también
servía para contratar ilegalmente a su servicio doméstico. Lo hacían
sin complejos, a sabiendas de que sus gastos no se correspondían con los
ingresos procedentes de sus nóminas, con la sensación de que gozaban
de plena impunidad por ser quienes eran, así de sencillo.
Fiscal Horrach
Por ello observar al fiscal Horrach enrabietado, desesperado, fuera de sus casillas, actuando con un
servilismo impropio de su cargo, resulta altamente ofensivo para
quienes aún creemos que la justicia debería de ser igual para todos.
Porque el fiscal está tirando por la borda su prestigio a
costa de convertirse en defensor apasionado de la Infanta, se equivoca
en todo: en el fondo, por cuanto existen indicios más que sobrados para
que sea acusada y tenga que sentarse en el banquillo de los acusados; y
en las formas, al enfrentarse al juez instructor con insultos y
descalificaciones injuriosas, como si se tratase de una vendetta
personal, haciendo el juego sucio a otros, a cambio de no se sabe qué.
La instrucción del juez Castro ha sido
procesalmente impecable, sin dejar resquicio alguno a la crítica en
cuanto a su tramitación, y ha cumplido su misión de investigador como
muy pocos se atreverían a hacer. Su misión no es juzgar, sino recopilar
todos los elementos de juicio necesarios para que otros lo hagan, y
aquí acaba su papel. Quien cumple correctamente con su trabajo,
superando todo tipo de presiones, no merece ser descalificado por ello,
sino todo lo contrario. Aunque, por lo que estamos escuchando en las
últimas horas, se ha convertido en el destinatario de todo tipo de
improperios y ofensas por parte de los defensores incondicionales de la
impunidad de la Infanta Cristina.
Infanta Cristina
Ahora toca esperar a la resolución que
dicte la Audiencia Provincial de Baleares, que en buena lógica debería
ser confirmatoria del Auto del juez Castro, por cuanto si los indicios
existen y estos son suficientes para que se proceda a la apertura del
juicio oral, no puede hacer otra cosa, so pena de prejuzgar unos hechos,
lo que sería excederse en sus competencias. Es más, fue la propia
Audiencia la que sugirió al juez Castro que orientase su instrucción en
el delito de blanqueo de capitales. Aunque, con las presiones que
estarán sufriendo sus componentes, se puede esperar cualquier cosa.
Es preciso aclarar que el recurso no
interrumpe la tramitación, y ésta debe continuar dando traslado a las
partes acusadoras para que se pronuncien. Y es ahí donde el fiscal se
abstendrá de formular acusación, y está aún por saber la postura de la
Abogacía del Estado (encargada de defender nuestro dinero), y la de
otras acusaciones populares. Aunque sería desalentador comprobar una vez
más cómo Manos Limpias, de ideología ultraderechista, nos saca de nuevo
las castañas del fuego.
Tribunal Supremo
Se están escuchando voces de que todo
quedará en nada, al entender que la acusación popular no será suficiente
para juzgarla, por ser de aplicación la doctrina Botín; la misma
doctrina que, por no ser tenida en cuenta a la hora de juzgar a Garzón,
permitió que éste fuese condenado. Paradógico pero cierto, nuestro
Tribunal Supremo se ha inventado doctrinas de quita y pon, para
aplicarlas según convenga. Y a esto lo llaman justicia.
Cristina, Juan Carlos y Urdangarín
Falta aún un largo recorrido procesal, o
corto si la Audiencia decide darle carpetazo a la imputación de la
Infanta. Pero al final todo acabará en nada, y a nuestra oligarquía
dominante se le llenará de nuevo la boca de babas, afirmando que la
justicia es igual para todos. Y en el teatro de la vida, en donde las
injusticias y desigualdades campan por sus fueros, se seguirán
escribiendo nuevos capítulos poco edificantes, que algunos -si nos dejan
y aún nos queda fuerza- seguiremos denunciando públicamente.
FUENTE: elplural.com
SInLaVeniA
Fernando de Silva
27/06/14