¿Es razonable dejar la elección de una persona así al arbitrio del azar? Porque ya se sabe que la herencia genética, único criterio para la elección de un rey, se construye aleatoriamente y con resultados imprevisibles. La historia se encarga de ilustrar suficientemente los problemas a los que puede dar lugar esta intervención de la casualidad, que ninguna educación es a veces capaz de compensar. Aunque no sea este el caso previsible de la monarquía española, la decisión sobre un modelo de Estado futuro debe tener en cuenta este aspecto. Con todo respeto hacia la princesa Leonor, no sabemos todavía nada sobre las cualidades de esta niña, más allá de su simpatía, la ternura que despierta y su afición por el ballet. Y no parece precisamente una garantía la educación militar que le preparan. Aunque los errores pueden cometerse también en la elección de un presidente, los posibles desaciertos habrá que atribuirlos a nuestra propia incompetencia y no a la casualidad, ya que hemos contado con muchos más elementos de juicio en su elección.
Pero existe otra razón poco mencionada que desaconseja el modelo monárquico a la vez que explica la predilección que ese modelo despierta en las filas conservadoras. La designación de un rey implica una garantía casi total de contar con un jefe de Estado de derechas por tiempo indefinido. Una derecha que puede ser más o menos moderada, pero en cualquier caso muy alejada de cualquier postura que pretenda poner en duda el sistema capitalista y el actual modelo de sociedad. Si bien no es imposible que un rey mantenga posturas de izquierda, debemos reconocer que es altamente improbable que suceda tal cosa. Y no se diga que un rey o un presidente debe prescindir de cualquier ideología; sabemos de sobra que en cualquier actividad humana la ideología personal juega un papel importante, aun en el caso de que esa persona ejerza su cargo con imparcialidad y justicia. Las decisiones de un jefe de Estado, como las de cualquier mortal, surgen de una manera de entender el mundo y las relaciones sociales imposible de eliminar.
"Por eso necesito una reforma urgente"
Y en cualquier caso lo que parece de elemental justicia es la consulta a los españoles acerca del modelo que prefieran. La actual Constitución fue votada en su día solo por los ciudadanos que hoy tienen más de 54 años. Y hay que tener en cuenta que esa Constitución fue el resultado de una situación histórica en la cual la libertad política estaba muy limitada: las deliberaciones se hicieron a puerta cerrada entre el ruido de sables y las presiones de poderes que poco tenían de democráticos. Hoy es necesario revalidar ese texto y preguntar a los ciudadanos acerca del modelo de Estado que prefieran, sin que eso implique –como se está tratando de hacernos creer- una caída en la anarquía y la ruptura de la convivencia. Porque además de la elección de un jefe de Estado, la instauración de la República sería la ocasión para realizar una revisión a fondo de los principios constitucionales, que no tendría que limitarse a la elección de un presidente o la permanencia de la monarquía, sino que debería actualizar un texto que nunca ha sido reformado en profundidad en 36 años, con excepción del artículo 135, introducido con nocturnidad y sin debate previo.
En definitiva, ya que es necesario elegir jefes, es mejor que los elijamos entre todos en lugar de confiar esa tarea a un azar que merece todavía menos confianza que nosotros y a quien no le podemos pedir cuentas de sus errores.
Augusto Klappenbach
Escritor y filósofo
16 jun 2014
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