13/6/14

ENFRENTAR LA "DEMOCRACIA" DEL GRAN CAPITAL

Hitler nunca ganó unas elecciones, o al menos no unas elecciones democráticas desde el “libre juego” burgués, a pesar de la machacona insistencia sobre lo contrario que hace el establishment cuando quiere denigrar, por alusión, el triunfo de alguna opción de izquierdas en un proceso electoral.


Hitler fue aupado políticamente y en enero de 1933 nombrado a dedo canciller por la gran industria y Banca alemana (los Bayer, Basch, Hoechst, Haniel, Siemens, AEG, Krupp, Thyssen, Kirdoff, Schröder, la IG Farben o el Commerzbank, entre otros), utilizando para ello la figura del presidente de la República, Hindenburg. Apenas un mes después el nuevo canciller provocó el incendio del Reichstag y acusó a los comunistas de haberlo hecho para conseguir que se dictara el estado de excepción, a partir del cual desató una fulminante represión contra las organizaciones de los trabajadores, cuyos partidos políticos juntos (KPD -comunistas- y SPD –socialistas-) le habían superado con creces (unos 13 millones de votos contra 11 y medio). Ilegalizó al KPD y prohibió toda la prensa y la propaganda del SPD. Después, el 6 de marzo, convocó unas elecciones y entonces ya sí, claro, las ganó (aun así, por su cuenta, los candidatos de los principales partidos obreros todavía conservaron, juntos, más de 12 millones de votos). En agosto, tras la muerte de Hindenburg, Hitler se autoproclamó Jefe del Estado. Comunistas, socialistas, pacifistas y opositores en general pasarían a ser los primeros inquilinos de los campos de concentración nazi.

 El incendio del Reichstag (Parlamento Alemán) en la noche del 27 de febrero de 1933

Hitler (como tantos otros candidatos del Gran Capital), no ganó unas elecciones, pero tuvo que hacer como si las hubiese ganado. Tampoco nunca al Gran Capital le tembló la conciencia para proclamar “democráticas” unas elecciones en las que sus partidos cuentan siempre con todo el aparataje mediático y de poder, con su financiación, clara y oscura, detrás, frente a cualquier opción popular que concurre a la contienda electoral sin apenas medios. En las economías de capitalismo avanzado se hizo pasar por democrático al Bipartido único, cuyas dos caras se han venido alternando en la dirección del Estado.

Las monarquías no han necesitado pasar por ese trámite maquillador. Para la coronación del Felipismo, ¿hasta dónde estará dispuesto a llegar el Gran Capital con las chapuzas jurídicas, la opresión mediática y la cerrazón política para enfrentar una población que en la calle está rechazando este nuevo “golpe” histórico?


Por eso no es suficiente con pedir un referéndum frente a condiciones que no suponen un juego justo. Se trata de levantar un contra-poder social, de ponerse en permanente estado de movilización en pro de un proceso constituyente. Es decir, de constituir una nueva sociedad, donde la democracia no esté secuestrada por el capital.

FUENTE: publico.es
Dominio público - Andrés Piqueras
Profesor de Sociología de la Universidad Jaume I de Castellón

09/06/2014

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