"Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio."

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4/5/18
25/8/17
NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA MATANZA
Nos vemos en la próxima matanza. Nos veremos cuando la sangre derramada vuelva a ponernos fácil ser solidarios. Toda la atención suscitada estos días, toda la cercanía se diluirá, se disolverá y nos volveremos a encontrar abrazados en la próxima matanza, convencidos de que la libertad de expresión debe ser defendida como el primero de nuestros derechos. Pero hasta ahora, ¿dónde estaban todos? Me ha impresionado la frase profética del director de Charlie Hebdo: “No tengo miedo de las represalias. No tengo hijos, no tengo mujer, no tengo coche, no tengo deudas. Puede que suene algo pomposo, pero prefiero morir de pie que vivir de rodillas”.
Parece la declaración de un monje guerrero, de un voluntario, de alguien que sabe que cualquiera de sus decisiones puede recaer sobre los que tiene alrededor. Charb, Stéphane Charbonnier, hacía viñetas, era director de una revista de ensayo satírico. Sin embargo, sus palabras parecen las de un soldado que va al combate, las de un médico en misión sanitaria por lugares contagiosos.
El chantaje y el miedo son los instrumentos con los que se está destruyendo la libertad de expresión. Y, ¡ojo!, se está destruyendo. No creo en las actitudes románticas de quienes dicen: “Como su mensaje ha llegado a todas partes, han ganado los periodistas”. No, no y no. La vida era más preciosa que la afirmación del derecho por la vía del sacrificio. Sin embargo, el riesgo se había subestimado.
La escolta de Charbonnier no era una verdadera escolta, más bien una tutela (un chófer y un hombre armado) y, cuando la redacción cambió de sede, perdió la protección de la entrada, sustituida por la conocida Vgr (Vigilancia genérica radiocontrolada), muy poco eficaz en casos semejantes: una patrulla, esporádicamente, pasa y observa. Le ocurrió lo mismo a Salman Rushdie, a quien repetían frases que conozco demasiado bien: “Lleva flores a la tumba de Jomeini; sin él no serías lo famoso que eres”. Cuando se recibe una amenaza, es difícil provocar verdadera solidaridad, más bien surge la sospecha de haber encontrado un camino fácil para darse a conocer.
La libertad de expresión no es solo un derecho adquirido para ejercer en los periódicos o ante un tribunal; es un hecho, un principio que trasciende todos los textos legales y que encarna la característica sustancial que convierte el mundo occidental, con todas las contradicciones y progresivas limitaciones, en un mundo libre. El mundo hacia el que caminan millones de seres humanos*
Es innegable que escribir puede resultar peligroso, pero cuando un escritor consigue ganar dinero, cuando sus libros —películas, cómics, periódicos— se convierten en un éxito, entonces parece como si fuera menos digno de tutela, como si su seguridad pudiera desatenderse, como si fuera él mismo quien tuviera que encargarse de ella porque, en el fondo, se la estaba buscando. También Wolinski y sus compañeros recibieron acusaciones similares. En realidad y, a pesar de que Francia respondió —bastante mejor que otros gobiernos europeos en casos semejantes— ante las primeras amenazas y el primer ataque contra Charlie Hebdo, diciendo que si alguien se sentía ofendido por las viñetas podía acudir a los tribunales, el ataque ha recaído en los propios franceses y lo ha hecho, no a través de una querella o una reclamación por daños, sino a través del único tribunal que conocen y utilizan ese puñado de exaltados: el del fusil.
A media voz, se escuchaban críticas contra las viñetas, se acusaba a la revista de forzar la máquina para enderezar los números rojos: un humor áspero, sin medias tintas, vulgar, fragua más rápido, llama más la atención. Pero también es cierto que incluso "la blasfemia" se convierte en un derecho cuando se plantean determinadas cuestiones de principios, porque reafirmarlo se convierte precisamente en una cuestión de principios irrenunciables. Conviene recordar que los mismos periódicos que consideraban indecorosas las blasfemias de Charlie han publicado todo tipo de fotos de cotilleo y han violado intimidades sin ningún pudor, cosa que la redacción de Charlie no hizo jamás.
Hoy Europa se ha olvidado del derecho a la libertad de expresión. Que lo haya olvidado no quiere decir que lo haya eliminado sino que lo ha descuidado, que ha dejado que se defienda con su propia inercia, hasta que ha llegado alguien que lo ha enterrado en una montaña de proyectiles.
Más allá del terrorismo islámico, la cuestión se refleja también en los asuntos de la mafia: los gobiernos titubean, los tribunales juzgan los mecanismos de amenaza como delitos secundarios, reconociéndolos solo si hay sangre por medio.
Periodistas asesinados
Me pregunto: ¿Sabéis cuántos periodistas murieron el año pasado? Mataron a 66 y detuvieron a 178.
En Turquía, 23 periodistas están en la cárcel solo por escribir en un diario crítico con el gobierno. Me pregunto: ¿cómo es posible olvidar inmediatamente que en México se ha matado por un tuit, que en Arabia se castiga con miles de latigazos (los primeros cincuenta dados hace unos pocos días) a Raif Badawi, “culpable” de haber abierto un foro online de debate sobre el islam y la democracia; que en Italia decenas de personas viven bajo protección, que en Dinamarca ya intentaron matar al viñetista Kurt Westergaard por haber dibujado una caricatura del profeta Mahoma? ¿Ya hemos olvidado el asesinato del director de cine Theo Van Gogh en Holanda? Mataron a María del Rosario Fuentes Rubio en México por sus campañas en Twitter y a decenas de estudiantes por participar en una manifestación. ¿Bastaba con que todo esto no hubiera ocurrido en París o Berlín para ignorarlo?
Claro, todos somos Charlie Hebdo, y es una solidaridad emotiva instintiva, la pulsión que Kant describía como la facultad inmediata para percibir, incluso antes que con la razón, lo que es justo y lo que es erróneo. Como si la capacidad de discernimiento estuviese inscrita en nuestro interior. Pero esta adhesión se desencadena siempre cuando ya se ha derramado sangre.
Charlie Hebdo no era un periódico capaz de llegar a millones de personas, estaba en crisis, siempre al borde del cierre. No estamos hablando de un ataque a la CNN ni al mayor diario de Francia. Quizá encontremos la explicación en la estrategia: es más fácil atacar a un periódico pequeño que a una gran estructura, con un fuerte aparato de vigilancia. Pero ese no es el único motivo, hay más: independientemente de lo grande que se sea, cuando un mensaje consigue prender entre un aluvión de artículos y material impresos, duele más, molesta más, es como un clavo. No da más miedo el más grande sino quien consigue innovar la expresión, hacer que cale, medir las contradicciones y superar su propia partitura.
Por otra parte, cada estrategia militar de defensa sabe identificar qué lugares pueden ser atacados y, como hemos visto, han dejado de ser los parlamentos, los ministerios y los cuarteles. Atacar un cuartel es un acto de guerra que reduce el conflicto a una cuestión entre diferentes uniformes. Golpear a políticos significaría “atenuar” el propio mensaje militar: dado que en la política europea ya no existe un personaje símbolo que encarne la historia y los valores europeos, podría parecer un ataque parcial. En cambio, golpear a artistas, golpear a intelectuales, a bloggers, significa para el terrorismo islámico, para el de los narcos y para el de regímenes tiránicos, golpear el pensamiento. Busca intimidar a cualquiera, crear una identificación inmediata entre la opinión pública y la persona atacada, hacer punible la reflexión y la difusión de las ideas.
No es un ataque contra una figura o unas instituciones sino contra el último territorio que convierte a Occidente en un lugar distinto: la libertad de expresión. Pero si no hacemos nada, el silencio volverá pronto.
Pido al Parlamento Europeo, pido a Matteo Renzi, a Angela Markel, a François Hollande, a David Cameron y a los demás jefes de Estado y de Gobierno que organicen un Consejo Europeo dedicado a todos los que pagan y han pagado con su vida el precio de la libertad de expresión, a aquellos que viven con escolta, que han recibido amenazas, atentados, chantajes, violencias de cualquier tipo.
Que Europa se reúna y escuche a quien se arriesga en nombre de la cultura, del arte, de la información, que comprenda que en estas libertades descansan sus -nuestros- pilares.
Si la movilización de hombres y conciencias que hoy está agitando el mundo occidental se apaga pronto, se resuelve con unos pocos días de indignación y en un puñado de minutos de silencio, entonces sí, tendremos que decir: nos vemos en la próxima matanza.
FUENTE: ctxt.es
©Roberto Saviano - 11/04/2015
Traducción de Mónica Andrade y Elisa Mora (*) Si los gobiernos los dejan, claro está.
12/5/17
ENTREVISTA A ANDRÉS RÁBAGO, EL ROTO
“No soy un visionario, sólo un mero observador”
El dibujante satírico ilustra 'Antitauromaquia', un tratado del escritor Manuel Vicent contra las corridas de toros
Andrés Rábago, el Roto, en una foto de archivo. / EFE
Andrés Rábago ilustra Antitauromaquia, el tratado contra la fiesta de Manuel Vicent. Lo hace bajo el seudónimo del Roto, con el que lleva diseccionando la realidad desde la transición, aunque antes ya lo había hecho como OPS en las revistas Hermano Lobo y La Codorniz. “No tengo capacidad de visionario, soy un mero observador”, tercia el dibujante satírico, quien saltó de las páginas de Diario 16 y El Independiente a las de El País. Madrileño del 47 y con un Premio Nacional de Ilustración en la vitrina, Rábago también pinta.
No suele dar entrevistas sin un gancho, en este caso sus dibujos para el libro de Vicent. Quizás le resulte fastidioso porque le interrumpe su trabajo...
No me importa que interrumpan mi trabajo. La presencia diaria en un medio ya es suficiente, como para tener que dar la tabarra ocupando el espacio de otras personas que, a lo mejor, no tienen el privilegio de estar presentes todos los días.
Además, la viñeta está ahí. Para qué explicarla, ¿no?
Claro. Sin embargo, no te suelen preguntar por el significado de una viñeta concreta, sino que son entrevistas más genéricas.
Vicent ha reelaborado los textos de Antitauromaquia, cuya primera versión fue publicada en 2001. En su caso, ha dejado atrás las ilustraciones de OPS y puesto a dibujar al Roto: ¿qué ha cambiado?
Las diferencias son grandes, no sólo estilísticas, sino también de posición frente a lo real. OPS trata el territorio del inconsciente. Parte del dadá, del surrealismo y de mayo del 68. Nació en el tardofranquismo, una época de estricta censura. Su lenguaje es, entre comillas, bastante críptico.
No va a las cosas directamente, sino desde un territorio más profundo: allí donde emerge lo que está ocurriendo, es decir, la estructura psicológica interna donde nace lo que está emergiendo. Luego, el Roto aflora completamente. Sale al exterior y, en democracia, empieza a hablar de una forma más directa. Su lenguaje es más abierto y obvio, pues el anterior le resultaría extraño al lector.
¿A veces el Roto no tiene ganas de quedarse callado?
Sería lo ideal, pero en un dibujo diario no es posible. El lector de periódico es relativamente rápido, por lo que no parecería acertado exponerle acertijos.
De hecho, usted cree que hoy hay que darle mascada la viñeta al lector. O sea, que debe ir acompañada de un texto que ayude a su comprensión.
El dibujo, en muchos casos, es un excipiente. Sin embargo, debe estar bien elaborado, porque a veces es tan importante como la idea que se transmite. Con un vehículo averiado —como sería un mal dibujo— es difícil llegar lejos.
Considera que el texto envejece antes que el dibujo, aunque en su obra pesa más el texto, hasta el punto de que el dibujo podría ser otro.
Procuro que no sea otro y que el dibujo tenga razón de ser. Que sea creíble lo que diga el personaje, que la escena sea adecuada… No puedes coger el dibujo y ponerle un texto.
Sus viñetas remiten a Roland Topor, pero también a Castelao…
Castelao es un dibujante que me ha interesado muchísimo. Nos aproxima ese territorio de lo social y las frases bien dichas, es decir, muy concretas. En ese sentido, tenemos unos lenguajes similares.
Por cierto, usted come a la una y media, ¿y se levanta a las…?
A las siete y media. Soy muy riguroso en los horarios, no soy nada bohemio.
Y se viene directamente al estudio.
Es que vivo debajo.
¿Es necesario tener un espacio para vivir y otro diferente para trabajar?
Es lo ideal. Hubo un tiempo en el que trabajaba en casa, pero es bueno poner cierta distancia de por medio. Así tienes una cierta sensación de estar en el trabajo, cuando estás en el trabajo, y de estar en casa, cuando estás en casa. Mejor no mezclar.
¿Una casa bulliciosa?
No, siempre ha sido un lugar silencioso. También el entorno donde trabajo, porque no me gusta el ruido. De hecho, en el estudio no tengo radio ni televisión…
¿En su casa tampoco?
Tengo un televisor, pero sólo veo series. No veo los telediarios ni oigo los informativos radiofónicos. Me informo a través de la prensa y hago alguna incursión en los medios digitales.
Sin embargo, para criticarla...
La televisión ha sido mi bestia negra hasta hace poco. Ahora lo es internet, pero son causas perdidas, como se puede comprobar. Lo que uno dice es sobre lo que has ido reflexionando a lo largo del tiempo, no me dedico a comentar la noticia que acaba de ocurrir. Expongo mi reflexión sobre un medio ambiente cultural, político y social, porque lo otro me parece espuma, y la espuma no me parece interesante.
Presupongo que conoce al enemigo, aunque luego no le interese ver la tele o cabalgar la ola de internet…
El término enemigo es demasiado fuerte, porque lleva más a la confrontación que a la reflexión.
Vayamos al libro. Vicent considera que “la corrida ha perdido toda su estética”. ¿Hubo belleza?
Estamos en una fase de la evolución del hombre en la que la sensibilidad impide apreciar ninguna forma de belleza en nada que conlleve el dolor de un ser vivo. Ahí se pierde toda posibilidad de realizar nada que tenga que ver con la estética. Me resulta imposible contemplarlo bajo esa óptica.
¿Ha estado en la plaza?
Estuve de niño en una charlotada. No me gustó nada aquello. Era un lugar siniestro, feo y bullicioso. Creo que fuimos con la escuela y hacía un calor espantoso… Después, un amigo me llevó a ver lo que parecía que iba a ser una gran corrida, y resultó un tedio espantoso. Luego no he querido ir más veces.
¿Los toros son una cuestión de fe? ¿Entroncan con lo religioso, por su carácter irracional?
Entre la estética y la religión, echamos a perder una cosa y la otra. No debemos mezclar las cosas. Ello mismos lo llaman “espectáculo taurino”, basado en la lidia y en la muerte de un animal. Y eso es lo que es, aunque luego se puede adornar…
A saber qué pensarán los toros...
Ponerles a pensar es hacerles un feo. Afortunadamente, se rigen por unas leyes que me atrevería a llamar superiores. Ellos obedecen a su instinto, que está perfectamente trazado.
Son unas leyes muy rígidas, que no pueden desobedecer. Un punto clave, pues el hombre puede desobedecer las leyes divinas e incluso las propias, pero el animal, no. Insisto: el hombre es libre y el toro, no. Y ese enfrentamiento entre un ser libre y un ser sometido es lo que hace innoble ese espectáculo.
Y a nosotros, ¿quién nos torea?
Vicent dice que nadie nos torea si no nos dejamos. Los hombres no entramos al trapo fácilmente. Más que torearnos, nos someten a través de la hipnosis, que es mucho más sofisticado. Podríamos decir que el toro está sometido a la hipnosis del paño que se mueve y nosotros, a la capa de la manipulación continua de la información.
No le pone rostro al poderoso. En cambio, con Trump...
Es un personaje tan grotesco que era inevitable hacer alguna alusión, pero no voy a seguir dibujándolo porque no se merece ni la tinta que se gasta en él.
Sus viñetas apuntan hacia los de arriba, pero también hacia los de abajo. ¿Falta autocrítica en todos los estratos de la sociedad?
No sé qué efecto tienen, ni me lo planteo una vez hechas… Yo estoy aquí en mi mesa, hago mis cosas, envío las viñetas por internet al periódico y luego no sé qué ocurre más allá del estudio. No podemos trabajar para una clientela. O sea, hacerte un grupo de gente que te sigue y trabajar en función de él. Creo que tienes que ser mucho más neutral y, si hay cosas que están mal en ese grupo de gente, decirlo. Incluso es bueno que ellos se den cuenta de sus errores e hipocresías.
Usted señala esos errores al tiempo que ve cómo vuelven a cometerse. ¿No tenemos remedio?
No sólo no tenemos remedio, sino que los errores, aunque sean distintos, puede que sean de mayor gravedad porque los medios tecnológicos de los que disponemos son mayores. Hace tres o cuatro mil años, si se cometía algún error, no tenía una gran incidencia más allá de las masacres que podían cometer en algún vecindario. Hoy en día, la mortandad puede ser global. Al tener más medios, nuestra responsabilidad también ha de ser mayor. Por desgracia, el desarrollo moral no es acorde al desarrollo tecnológico. Hay una involución desde el punto de vista del concepto de la realidad, es decir, de la sacralidad de la realidad; y, sin embargo, cada vez contamos con una tecnología más potente, lo que hace que nos cause menos problemas utilizarla de forma inadecuada.
¿Cree en todas sus viñetas? ¿O en la creación de algunas también hay cinismo, ganas de provocar o...?
Hay viñetas que, evidentemente, son una forma de provocar, pero eso forma parte del lenguaje satírico. En muchos casos, cuando dices una cosa, quieres decir la contraria. Lo que defiendo en una viñeta es mi posición personal. ¿Eso es todo lo que yo pienso sobre el tema? No, pienso más cosas, pero se quedan fuera porque no se desarrollan en el mismo nivel de realidad. De hecho, yo —además de en lo social y lo político— también vivo en un nivel de realidad trascendente, que no figura en los textos, aunque se deje entrever en alguna viñeta. Por eso tengo que pintar, porque en la pintura sí que reflejo ese otro territorio donde también estoy y que, como artista, debo reflejar.
¿Cuál es el límite de la sátira?
Los límites al humor son mecanismos de control social. Aunque yo me impongo unos límites personales: no insulto, ni practico la agresión gratuita. Cuando estás en un espacio público, debes fijar unos límites a la hora de relacionarte. Internet también es un espacio público, aunque la gente no se da cuenta cuando tuitea, por lo que las formas de comportamiento deben ser civilizadas y educadas. Hay que tener en cuenta a quien tienes enfrente: es una multitud pero, en cualquier caso, no deja de ser una persona.
Usted observa el presente, pero piensa en futuro.
Sí. En el fondo, todo lo que haces es de cara al futuro. Si lo haces de cara al presente, ya ha ocurrido y no tiene remedio. Yo planteo: “Aprendamos de esto”. Y, por lo tanto, me estoy refiriendo a una etapa posterior y dirigiéndome a alguien del futuro. De hecho, el lector ya es un lector del futuro, porque lo que yo pueda comentar él ya lo conoce.
¿Sobrevivirán sus dibujos al paso del tiempo?
Creo que sí. Reflejan una época —si es que en algún momento tiene interés esta época— y una manera de pensar al menos de un segmento social. Por lo tanto, desde un punto de vista sociológico, quizá tengan interés. Más allá de eso, dios dirá.
¿Le ha sorprendido no haber tenido ningún problema con las empresas editoras para las que ha trabajado durante todos estos años?
Nunca he creído que nada de lo que yo hago pueda ser susceptible de ser censurado, porque digo las cosas de forma cuidadosa, reflexiva y coherente.
Pero hay un componente antisistema: dinamita desde dentro estereotipos, convenciones...
No creo que puedas derribar nada. La sátira no tiene una eficacia mayor que esa pequeña llamada de atención a lo que está pasando. Yo acompaño al lector —o a un sector social— en su propio pensamiento. No trato tanto de convencerlo, como de reafirmarlo en su pensamiento. Creo que ésa es una utilidad muy práctica de la sátira: acompañar al otro.
Usted le da voz a los animales y al medio ambiente. Paradójicamente, humaniza la realidad en un mundo cada vez más inhumano.
Así es. Pero los seres humanos sólo somos capaces de entender lo que nosotros proyectamos. Cuando vemos un animal, no sabemos lo que es ese animal, sino que sólo sabemos lo que creemos que es ese animal. Por lo tanto, inevitablemente, ya lo hemos humanizado. O, si lo prefieres, lo hemos convertido en algo humano a través de nuestra mirada. La principal dificultad es que el hombre sólo se ve a sí mismo. Todo lo que vemos es una creación nuestra. La cuestión es ir un poco más allá e intentar ver un animal como realmente es. Eso, evidentemente, nos cambiaría por completo. Seríamos incapaces de hacer la mayor parte de las cosas que le hacemos a los animales, a los vegetales, a la tierra, al agua, al aire...
También habría que ver de esa manera al prójimo, ¿no?
Andrés Rábago, el Roto, en una foto de archivo. / EFE
Lo vemos un poco más… Con los hombres andamos con más cuidado, porque nos conocemos mejor, pero no tenemos ni idea del resto.
Usted es austero en el trazo. ¿También en la vida real?
Sí, lo procuro.
No es un hombre de grandes pasiones...
Mi vida pretende ser muy sencilla. Busco lo que provoque menos conflictos y problemas. Procuro disfrutar de mi condición de ser vivo y, al tiempo, de la sensación de estar vivo. Todo lo que lo complique me parece innecesario.
¿Le gusta salir a la calle, relacionarse con gente, viajar...?
Pues depende de con quién… No mucho… No soy muy viajero. Cualquier día para mí es un día de aventura. El mismo lugar es distinto. No tengo nunca la sensación de estar en el mismo sitio y de hacer las mismas cosas, o sea, de monotonía. Todo es siempre novedoso, está siempre naciendo. La realidad se está construyendo continuamente. No necesitamos ir a ningún sitio para ver sitios nuevos. Este sitio donde estamos no es el mismo que el que era cuando empezamos a hablar.
Cuando cae la tarde, le llega la hora del Roto y no le sale…
Bueno, para eso tengo un truco… [dirige la vista hacia una pila de viñetas sobre el suelo]. Yo nunca publico el dibujo que acabo de hacer. Prefiero tener la seguridad de que lo que voy a publicar es satisfactorio y sólido. Lo que acabas de hacer no tiene la perspectiva suficiente. A lo mejor te parece bueno, pero al cabo de un tiempo dudas o le das una vuelta. Es bueno dejarlo reposar y ver qué puedes publicar mañana. Eso sí que lo tengo que decidir hoy, cuando han ocurrido algunas cosas que pueden ser clave para el dibujo que hice hace veinte días. Ese dibujo hoy ha adquirido un contenido que, a lo mejor, en aquel momento no tenía. Esa forma de hacerse las cosas es extraordinariamente misteriosa y, a la vez, muy grata, porque eso significa que nada está ya hecho. Es más, los textos de los dibujos [en barbecho] están escritos a lápiz, de manera que pueden ser matizados o modificados. Digamos que los textos todavía están haciéndose. No son definitivos. No están escritos.
¿Dibuja más de una viñeta cada tarde?
Hombre, procuro no hacerlo, porque resulta complicado hacer un dibujo que te guste. Algún día tengo que hacer dos para poder descansar el fin de semana
¿Cuántas viñetas tiene ahí apiladas?
Muchos son dibujos muertos, que ya no sirven.
¿Los entierra?
Bah, no los tiras, pero… A lo mejor sólo hay veinte vigentes, el resto son los que han ido quedando: no han encontrado hueco ni el momento de publicarlos, no los ves lo suficientemente interesantes, o simplemente se han ido diluyendo... Los puedes romper, cosa que tampoco importaría, o los puedes dejar, porque quién sabe...
¿Siempre certero, el Roto?
Pues… ¿Qué es acertar? [silencio] ¿Qué es acertar? Para unos aciertas y para otros puede que estés diciendo cosas equivocadas. No sé lo que es acertar. Dudo de que acertemos. En ese terreno, soy bastante escéptico.
FUENTE: publico.es
Henrique Mariño
Madrid - 09/05/2017
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Manuel Vicent
10/2/17
LA CULTURA Y EL CAPITAL
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Viñetas
25/12/16
UNA AUTÉNTICA PROVOCACIÓN AL MUNDO DE LA CULTURA
La provocación de la Medalla a El Juli
La fiesta nacional de los toros es arte. Pocas frases albergan en tan pocas palabras tantas mentiras. Ni es fiesta, ni es nacional y, sobre todo, no es arte. A pesar de ello, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha tenido a bien este año conceder a El Juli la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2016. Más que un despropósito, una provocación.
El lobby taurino, cuyo poder es innegable y, casualmente (o no), siempre mucho más ligado a la derecha, estará hoy exultante. Los empresarios y políticos (en masculino, sí, porque prácticamente no hay mujeres) que cierran acuerdos millonarios en el tendido, como también hacen en los palcos de los estadios de fútbol, estarán satisfechos… como contento estará el rey emérito, el Borbón, tan amigo de irse de safaris a matar animales.
Sin embargo, otorgar esa medalla a El Juli es un error. Que esta derecha rancia que nos gobierna haya dado un balón de oxígeno a una práctica que se moría por sí sola, con plazas cada vez más vacías, es una metedura de pata colosal. El mundo de la tauromaquia ha intentando justificar esta atrocidad de las maneras más disparatadas, recurriendo incluso a veterinarios que parecían sacados de un tebeo de Ibáñez y aseguraban que el toro no sufría. A la postre, siempre una y solo una justificación: Es tradición.
Tradición también son las peleas de gallos. También son animales que únicamente existen para esas peleas, y son animales que se miman desde que nacen… y guardan una estética que se cuida al detalle y, siguiendo el mismo rasero, constituyen una vieja tradición, una manifestación de cultura y arte popular. Sin embargo, a ningún casteador le han concedido ninguna Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
Ambas son tradiciones, pero debemos superarlas, debemos evolucionar. No hay tradición alguna que justifique jamás el maltrato animal. Ninguna. Le pese a quien le pese, tenga los intereses que tenga, encumbrar a la tauromaquía al lugar al que la derecha la ha llevado en pleno siglo XXI es un síntoma más de la enfermedad que corroe a esta sociedad, de ese conservadurismo que, como tal, está anclado a valores del pasado y, lo que es peor, los trata de imponer.
Por otro lado y en pleno envite independentista, la Medalla a El Juli no está exenta de una carga política brutal. Por alguna estúpida razón -dado que cada vez tienen menos apoyos-, la derecha ha identificado las corridas de toros con un símbolo patrio, con ese espíritu vetusto que se aferra y fuerza una imagen de unidad mientras lo que hace es dividir -y aplastar- a sus componentes.
Así las cosas, quienes detestamos la tauromaquia y todo lo relacionado con ella, hoy más que nunca debemos dar la espalda a esa Medalla y todo lo que esconde. Lejos de ver un ascenso de ese deleznable mundo de maltrato animal, debemos considerar esa medalla, para que lo entiendan l@s taurin@s, el anuncio del tercio de muerte. Es cuestión de tiempo que le demos la estocada definitiva.
FUENTE: publico.es
Posos de Anarquía
David Bollero
24/12/2016
Julián López Escobar, "El Juli"
El lobby taurino, cuyo poder es innegable y, casualmente (o no), siempre mucho más ligado a la derecha, estará hoy exultante. Los empresarios y políticos (en masculino, sí, porque prácticamente no hay mujeres) que cierran acuerdos millonarios en el tendido, como también hacen en los palcos de los estadios de fútbol, estarán satisfechos… como contento estará el rey emérito, el Borbón, tan amigo de irse de safaris a matar animales.
Juan Carlos I de Borbón, el rey bis, en una de sus múltiples cacerías
Sin embargo, otorgar esa medalla a El Juli es un error. Que esta derecha rancia que nos gobierna haya dado un balón de oxígeno a una práctica que se moría por sí sola, con plazas cada vez más vacías, es una metedura de pata colosal. El mundo de la tauromaquia ha intentando justificar esta atrocidad de las maneras más disparatadas, recurriendo incluso a veterinarios que parecían sacados de un tebeo de Ibáñez y aseguraban que el toro no sufría. A la postre, siempre una y solo una justificación: Es tradición.
Tradición también son las peleas de gallos. También son animales que únicamente existen para esas peleas, y son animales que se miman desde que nacen… y guardan una estética que se cuida al detalle y, siguiendo el mismo rasero, constituyen una vieja tradición, una manifestación de cultura y arte popular. Sin embargo, a ningún casteador le han concedido ninguna Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
Ambas son tradiciones, pero debemos superarlas, debemos evolucionar. No hay tradición alguna que justifique jamás el maltrato animal. Ninguna. Le pese a quien le pese, tenga los intereses que tenga, encumbrar a la tauromaquía al lugar al que la derecha la ha llevado en pleno siglo XXI es un síntoma más de la enfermedad que corroe a esta sociedad, de ese conservadurismo que, como tal, está anclado a valores del pasado y, lo que es peor, los trata de imponer.
Por otro lado y en pleno envite independentista, la Medalla a El Juli no está exenta de una carga política brutal. Por alguna estúpida razón -dado que cada vez tienen menos apoyos-, la derecha ha identificado las corridas de toros con un símbolo patrio, con ese espíritu vetusto que se aferra y fuerza una imagen de unidad mientras lo que hace es dividir -y aplastar- a sus componentes.
Así las cosas, quienes detestamos la tauromaquia y todo lo relacionado con ella, hoy más que nunca debemos dar la espalda a esa Medalla y todo lo que esconde. Lejos de ver un ascenso de ese deleznable mundo de maltrato animal, debemos considerar esa medalla, para que lo entiendan l@s taurin@s, el anuncio del tercio de muerte. Es cuestión de tiempo que le demos la estocada definitiva.
FUENTE: publico.es
Posos de Anarquía
David Bollero
24/12/2016
19/12/16
MADRE E HIJAS
La mamá se llama Libertad y las niñas, Cultura y Educación.
Se perdieron las tres juntas hace bastante tiempo.
Se perdieron las tres juntas hace bastante tiempo.
Si alguien sabe de ellas, les ruego información.
Citizen Plof
Etiquetas:
Cultura,
Educación,
Libertad,
Madre e hijas,
Mamá y niñas,
Perdidas,
Se ruega información
12/10/16
ENTREVISTA A JUAN MANUEL DE PRADA
Prada: “El PSOE ha estado sirviendo a la plutocracia desde la Transición”
El escritor zamorano presenta 'Mirlo blanco, cisne negro', una ficción a medio camino entre el ajuste de cuentas con el mundo editorial y sus demonios particulares.
Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) lidia con la promoción de su último libro Mirlo blanco, cisne negro (Espasa) consciente de que su discurso no es del gusto de todos. Enemigo de lo políticamente correcto, no rehuye el debate y reparte con gusto contra los "prescriptores progresistas" más reconocidos y la Cultura de la Transición heredada del postfranquismo. Fiel a sus convicciones cristianas, se revuelve con saña contra aquellos que le llaman facha desde sus "prestigiosas poltronas mediáticas".
¿Hasta qué punto estamos ante una obra autobiográfica? ¿Cuánto hay de Juan Manuel de Prada en Alejandro Ballesteros, joven promesa literaria, o en Octavio Saldaña, escritor desabrido y turbulento?
Los protagonistas de Mirlo blanco, cisne negro simbolizan dos tentaciones de mi vida. Por un lado está Alejandro Ballesteros, que representa la tentación del éxito juvenil y, por otro, está Octavio Saldaña que un personaje muy turbio, un hombre que por sus actitudes vitales y posiciones ideológicas se ha convertido en un apestado en el mundo literario, lo que le lleva a la autodestrucción. Conozco bien esa tentación porque yo también estuve en un momento de mi vida de quiebra muy profunda, un periodo en el que me dediqué a las tertulia y dejé a un lado la literatura. Evité caer en la autodestrucción y en la posibilidad de convertirme en un escritor pelele, de tal manera que ahora me apetecía reflexionar sobre ello. Como telón de fondo sitúo el desnorte que vive el mundillo cultural de nuestro país.
Sí, pero en todo caso he de decir que no he tratado de escribir una novela en clave, acercarse a ella con esta intención creo que es una equivocación. Más allá de que puede hacer referencia a nuestro mundo y fauna literaria, lo cierto es que son referencias vagas. No me interesa tanto esa identificación como que hubiera tipos humanos o literarios que tuvieran ciertos rasgos. Es obvio que en la figura de Saldaña hay rasgos de Umbral, pero no ha sido mi intención ensalzar ni denostar a ningún escritor, más allá de mostrar una feria de las vanidades literarias y de reírme de sus vicios y lacras. De cualquier forma, la persona que más sale golpeada en este libro soy yo mismo, es un libro feroz conmigo mismo, he sido inclemente con mis errores, mis neuras y mis excesos.
El límite yo creo que es la moral. A veces se confunde el arte moral con un arte buenecito, ñoño o políticamente correcto. Pero yo creo que no tiene nada que ver con esto, sino con la conciencia del escritor con lo que está haciendo. Si tienes como escritor la convicción de que fulano es un bellaco tienes que decirlo, lo peligroso es que des ese paso sin tener claras tus convicciones morales o cuando utilizas a un persona como perchero para otro tipo de elucubraciones. En el caso concreto que me preguntas no tengo elementos de juicio.
La mejor manera de sobrevivir es apartarte. Tuve la suerte de triunfar desde provincias, ya que cuando gané el Planeta vivía en Zamora y no tenía apenas relación con este mundo. Fue una vez instalado en Madrid cuando me llevé una visión bastante penosa de esta camarilla. Creo que lo mejor para el escritor es huir de la feria de las vanidades literarias.
Cuando hablo de los nocilleros lo hago sin afán de despotricar contra esa llamada, e inexistente, generación. Date cuenta que este es un género que acuña un suplemente literario y la mayoría de los escritores que engloba reniegan de esa acuñación. Algo que entiendo porque, siendo honestos, es un poco ridícula, aunque al mismo tiempo es muy significativa de nuestro tiempo. No hay en mi novela una auténtica elaboración contra estos escritores, más allá de evidenciar su afán de cobijarse bajo el abrigo de una generación que hizo tapón.
A la muerte de Franco, surge una necesidad de inventar un mundo nuevo, un mundo en el que nadie ha sido franquista y todos somos fantásticos. Había que crear un nuevo canon literario porque reconocerte en un canon consagrado por el franquismo era una cosa muy fea. Es entonces cuando El País coge esa bandera y crea de la nada un nuevo canon, una nueva cuadra de escritores que el día anterior eran desconocidos y cinco minutos después se conviertes en celebérrimos. Esta generación de literatos, que se ha convertido en hegemónica, ha hecho las veces de tapón porque al parecer estos tipos han considerado que la literatura española se acaba en ellos.
Estos señores han posado durante muchos años como los prescriptores progresistas y lo cierto es que cenan todos los días con magnates de la prensa, esos que sojuzgan a sus trabajadores salvajemente mientras cobran 10 millones de euros al año. Son habituales en las cenas con los banqueros, tienen excelentes relaciones con fundaciones plutocráticas judías y maravillosas relaciones con universidades yanquis. Estos señores son muy progresistas, en cambio yo soy un facha porque soy amigo de seis curas pobres. Pues bien, yo creo que los fachas son ellos, que conviven con el poder plutocrático político, que son amigos de ministros que les llevan en volandas por todos los institutos cervantes del extenso mundo, mientras los demás estamos aquí comiéndonos los mocos. Me parece higiénico señalar la creación de una mafia cultural bajo la falsa bandera progresista.
Sin duda, es una mafia terminal, aunque creo que ellos no se dan cuenta, es más, yo creo que son estrellas muertas, lo que pasa es que nos sigue llegando su luz a través del vacío sideral, como si de una fosforescencia ultraterrena se tratara.
Mi visión del PSOE es muy negativa. Creo con honestidad que el PSOE ha sido durante la democracia un partido al servicio del capital y no de los trabajadores. No hay que olvidar que ya desde Suresnes, y esto lo dijeron en su día altos mandos de la CIA, el candidato de EEUU era Felipe González y el partido encargado de apacentar a la gente de izquierda era el PSOE y no el PCE. Tampoco conviene obviar que fue el PSOE el que participa en los Pactos de la Moncloa que abren la veda a la precarización laboral, y que célebres banqueros de las décadas de los 80 y 90 confesaban que el presidente con el que mejor habían estado era Felipe. Por no hablar del desmantelamiento de la ganadería, de la reconversión industrial y así hasta llegar a la sumisión de Zapatero a Merkel y la reforma laboral.
Infiero de esto que percibe con cierto agrado la irrupción de Podemos
Creo que se puede entablar un diálogo sobre determinadas cosas con Podemos, en cambio es imposible hacerlo con un liberal o un pseudoprogresista. A mí esa demonización que se hace de Podemos para meterle miedo a los católicos me parece que no va a ninguna parte. Por otra parte, creo que en Podemos falta un poco de inteligencia emocional para desvincularse de toda esa propaganda anticristiana. Iglesias debería aclarar que no tiene intención de fusilar a ningún católico o de quemar ninguna iglesia. Me gusta, por ejemplo, cuando Pablo dice que el Papa rema en la misma dirección que él porque las razones por las que Podemos cautiva a mucha gente no es por su pensamiento marxista, de hecho hay mucha gente que no sabe lo que es el materialismo dialéctico, sino porque empieza a hablar de cosas de sentido común.
Creo que cuando el partido se organiza más estructuralmente ha perdido esta capacidad transversal de interpelar a los no marxistas. Ahora creo que debería entablar un diálogo con sectores sociales que han sido excluidos o expulsado del diálogo político, estoy convencido de que un católico puede encontrar más nexos en común con el discurso económico de Podemos que con el del PSOE o el PP.
FUENTE: publico.es
El escritor zamorano presenta 'Mirlo blanco, cisne negro', una ficción a medio camino entre el ajuste de cuentas con el mundo editorial y sus demonios particulares.
Juan Manuel de Prada durante su entrevista con Público.- JAIRO VARGAS
Los protagonistas de Mirlo blanco, cisne negro simbolizan dos tentaciones de mi vida. Por un lado está Alejandro Ballesteros, que representa la tentación del éxito juvenil y, por otro, está Octavio Saldaña que un personaje muy turbio, un hombre que por sus actitudes vitales y posiciones ideológicas se ha convertido en un apestado en el mundo literario, lo que le lleva a la autodestrucción. Conozco bien esa tentación porque yo también estuve en un momento de mi vida de quiebra muy profunda, un periodo en el que me dediqué a las tertulia y dejé a un lado la literatura. Evité caer en la autodestrucción y en la posibilidad de convertirme en un escritor pelele, de tal manera que ahora me apetecía reflexionar sobre ello. Como telón de fondo sitúo el desnorte que vive el mundillo cultural de nuestro país.
Algunas descripciones en la novela recuerdan irremediablemente a autores como Umbral, Cela o Trapiello. ¿Estamos ante un ajuste de cuentas?
Sí, pero en todo caso he de decir que no he tratado de escribir una novela en clave, acercarse a ella con esta intención creo que es una equivocación. Más allá de que puede hacer referencia a nuestro mundo y fauna literaria, lo cierto es que son referencias vagas. No me interesa tanto esa identificación como que hubiera tipos humanos o literarios que tuvieran ciertos rasgos. Es obvio que en la figura de Saldaña hay rasgos de Umbral, pero no ha sido mi intención ensalzar ni denostar a ningún escritor, más allá de mostrar una feria de las vanidades literarias y de reírme de sus vicios y lacras. De cualquier forma, la persona que más sale golpeada en este libro soy yo mismo, es un libro feroz conmigo mismo, he sido inclemente con mis errores, mis neuras y mis excesos.
Supongo que estará al tanto de la polémica suscitada por la novela de Elvira Navarro, Los últimos días de Adelaida García Morales y del debate sobre los límites morales de una novela basada en vidas reales. ¿Dónde sitúa usted el límite?
El límite yo creo que es la moral. A veces se confunde el arte moral con un arte buenecito, ñoño o políticamente correcto. Pero yo creo que no tiene nada que ver con esto, sino con la conciencia del escritor con lo que está haciendo. Si tienes como escritor la convicción de que fulano es un bellaco tienes que decirlo, lo peligroso es que des ese paso sin tener claras tus convicciones morales o cuando utilizas a un persona como perchero para otro tipo de elucubraciones. En el caso concreto que me preguntas no tengo elementos de juicio.
Dibuja un mundillo literario despiadado. ¿Cómo sobrevivir en él?
La mejor manera de sobrevivir es apartarte. Tuve la suerte de triunfar desde provincias, ya que cuando gané el Planeta vivía en Zamora y no tenía apenas relación con este mundo. Fue una vez instalado en Madrid cuando me llevé una visión bastante penosa de esta camarilla. Creo que lo mejor para el escritor es huir de la feria de las vanidades literarias.
Se ceba con los nocilleros y con las "viejas glorias". Tiene usted para todos…
Cuando hablo de los nocilleros lo hago sin afán de despotricar contra esa llamada, e inexistente, generación. Date cuenta que este es un género que acuña un suplemente literario y la mayoría de los escritores que engloba reniegan de esa acuñación. Algo que entiendo porque, siendo honestos, es un poco ridícula, aunque al mismo tiempo es muy significativa de nuestro tiempo. No hay en mi novela una auténtica elaboración contra estos escritores, más allá de evidenciar su afán de cobijarse bajo el abrigo de una generación que hizo tapón.
¿Cuál es su génesis?
A la muerte de Franco, surge una necesidad de inventar un mundo nuevo, un mundo en el que nadie ha sido franquista y todos somos fantásticos. Había que crear un nuevo canon literario porque reconocerte en un canon consagrado por el franquismo era una cosa muy fea. Es entonces cuando El País coge esa bandera y crea de la nada un nuevo canon, una nueva cuadra de escritores que el día anterior eran desconocidos y cinco minutos después se conviertes en celebérrimos. Esta generación de literatos, que se ha convertido en hegemónica, ha hecho las veces de tapón porque al parecer estos tipos han considerado que la literatura española se acaba en ellos.
Juan Manuel de Prada.- JAIRO VARGAS
Estos señores han posado durante muchos años como los prescriptores progresistas y lo cierto es que cenan todos los días con magnates de la prensa, esos que sojuzgan a sus trabajadores salvajemente mientras cobran 10 millones de euros al año. Son habituales en las cenas con los banqueros, tienen excelentes relaciones con fundaciones plutocráticas judías y maravillosas relaciones con universidades yanquis. Estos señores son muy progresistas, en cambio yo soy un facha porque soy amigo de seis curas pobres. Pues bien, yo creo que los fachas son ellos, que conviven con el poder plutocrático político, que son amigos de ministros que les llevan en volandas por todos los institutos cervantes del extenso mundo, mientras los demás estamos aquí comiéndonos los mocos. Me parece higiénico señalar la creación de una mafia cultural bajo la falsa bandera progresista.
¿No cree que han perdido gran parte de la influencia que tuvieron antaño?
Sin duda, es una mafia terminal, aunque creo que ellos no se dan cuenta, es más, yo creo que son estrellas muertas, lo que pasa es que nos sigue llegando su luz a través del vacío sideral, como si de una fosforescencia ultraterrena se tratara.
Coincide de alguna forma con la decadencia del PSOE…
Los "barones" del PSOE
De modo que si somos intelectualmente honestos hemos de admitir que el PSOE ha estado sirviendo a la plutocracia internacional desde la Transición. ¿Qué ocurre ahora? Pues que el sistema de alternancia inspirado en la restauración se ha bloqueado con la emergencia de nuevos partidos de izquierdas y ante esta nueva situación, el PSOE, en una pamema, trata como de borrar su historia y se pone digna y no se abstiene con el PP en flagrante contradicción con lo que ha sido su historia política.
Creo que se puede entablar un diálogo sobre determinadas cosas con Podemos, en cambio es imposible hacerlo con un liberal o un pseudoprogresista. A mí esa demonización que se hace de Podemos para meterle miedo a los católicos me parece que no va a ninguna parte. Por otra parte, creo que en Podemos falta un poco de inteligencia emocional para desvincularse de toda esa propaganda anticristiana. Iglesias debería aclarar que no tiene intención de fusilar a ningún católico o de quemar ninguna iglesia. Me gusta, por ejemplo, cuando Pablo dice que el Papa rema en la misma dirección que él porque las razones por las que Podemos cautiva a mucha gente no es por su pensamiento marxista, de hecho hay mucha gente que no sabe lo que es el materialismo dialéctico, sino porque empieza a hablar de cosas de sentido común.
Creo que cuando el partido se organiza más estructuralmente ha perdido esta capacidad transversal de interpelar a los no marxistas. Ahora creo que debería entablar un diálogo con sectores sociales que han sido excluidos o expulsado del diálogo político, estoy convencido de que un católico puede encontrar más nexos en común con el discurso económico de Podemos que con el del PSOE o el PP.
FUENTE: publico.es
Juan Losa - Madrid
06/10/2016
06/10/2016
13/8/16
NOS QUEDA LA POESÍA
No he sido capaz de recordar el nombre de un intelectual español de prestigio claro que esté vivo o que no sea muy mayor.
Me refiero a un intelectual influyente, cuya obra sea respetada dentro y fuera de España, dentro y fuera de la Academia y por los medios de comunicación y cuya producción intelectual esté más allá de cualquier duda acerca de su calidad. Tuvimos esa clase de intelectuales, pero la gloria nos duró poco.
Supongo que tiene que ver con nuestra historia. En la modernidad, España pasó de ser un país pobre e inculto, de dueños y campesinos en el siglo XIX, a encarar una lucha titánica por la cultura durante la República; lucha que, como sabemos, se perdió. Y la derrota de la inteligencia supuso exactamente eso. Aun así, hubo durante el franquismo intelectuales renombrados que crearon y pensaron, pero lo que entonces no había era país que les encumbrara a la categoría de grandes conformadores de la opinión pública.
Proclamación de la II República Española (14/04/1931)
La España postfranquista es un país al que se le notan las costuras de la dictadura, y la transición y la democracia no han dejado de ser sino remiendos de aquel traje. Hace mucho que no hay aquí una universidad de gran prestigio, ni un sistema de educación público del que sentirnos verdaderamente orgullosos. La escuela y la universidad han sido de mayor o menor calidad pero nunca han dejado de estar acosadas por una oligarquía que jamás ha creído en lo público ni en la cultura y que desde el minuto uno ha ido mermando su capacidad y su potencial. Cuando llegó el neoliberalismo para acabar con todo, todo era más bien poco. Los intelectuales españoles con una gran obra, con años de estudio y de cátedra, respetados a derecha e izquierda, esos ya no existen. Lo que existen son opinadores, cuya opinión no es el producto del estudio, ni de la reflexión, ni de un sosegado debate público, tampoco de una obra importante. La opinión es ahora, como todo, un producto de consumo rápido, barato, prescindible pero obligatoriamente excitante en el momento en que es proferida. Ahora llamamos intelectual a un articulista que opina de todo y que aparece en la televisión, o a un escritor que pasa de la obra literaria (buena o mala) a la opinión gracias al apoyo de cualquiera de los grupos empresariales dedicados a la conformación de la opinión pública y que se gana así un buen salario, seguramente mucho mayor que el que ganaría con cualquiera de sus libros. Por lo demás, lo que aquí llamamos ensayo es, muy a menudo, un libro lleno de frases hechas, de opiniones sin contrastar, y sobre todo, liviano. Vivimos en un país con un bajísimo índice de lectura en el que, por el contrario, se publican más libros que en muchos otros. El libro es aquí un producto de consumo más del que su calidad importa nada. Alguien dijo que la caducidad de los libros es la misma que la de un yogur y sí, por ahí andamos. Y no es el neoliberalismo, o no sólo. Basta pasearse por las librerías de Francia, Alemania, Gran Bretaña o Italia para comprobar la diferencia.
Políticos españoles que más inquina provocan entre la población
La crisis absoluta de legitimidad y de ética que impera en la política atañe por supuesto a los llamados intelectuales que se han convertido en el trasunto de esos políticos; personajes que nadan en el mundo de la cultura entendida esta en términos absolutamente utilitarios en el que lo que importa es publicar más, ganar más, participar en más debates políticos o de cualquier tipo…En un mundo sin seguridades en el que no se reconoce al pensamiento o a la cultura ningún valor, en un mundo en el que hace cada vez más frío, mucho frío, mucho más de lo que nadie que no haya estado a la intemperie pueda imaginar… ¿por qué iban los intelectuales a ser muy diferentes? ¿Quién quiere ser el faro intelectual de una generación precaria y sin futuro pudiendo ser rico? Cuando el 15-M impugnó la legitimidad de la política actual, cuando impugnó el marco, impugnó también la mediocridad de la vida social y cultural en la que se nos obliga a movernos.
El 15-M dijo cosas verdaderas en un alarde de creatividad, originalidad y verdad. Pero de la misma manera que el 15-M se diluyó, en parte, en políticos o en partidos que poco a poco puede que se vean obligados a convertirse en aquello de lo que abominaban, lo mismo pasa con las ideas. Se venden slogans, ideas simples, ideas que cabalgan sobre mentiras que nadie comprueba, que nadie impugna, que pasan por verdades. Si todo el mundo sabe que los políticos no dicen ninguna verdad porque con la verdad no se ganan elecciones, la mayoría de los intelectuales orgánicos se limitan, por lo mismo, a opinar sin poner en cuestión nada de lo importante. La verdad, la búsqueda de la misma, ha desaparecido del horizonte y los conformadores de la opinión participan del juego de la simulación. Lo que importa es ceñirse a unas reglas que se aceptan sin impugnación alguna. No es sólo la austeridad o la política económica, el capitalismo o la moderación salarial. Toda palabra dicha ha de estar dentro del marco de referencia impuesto, o se considerará inmediatamente escandalosa y, por tanto, inmediatamente reprochable. Quienes pretendan hablar desde fuera de ese marco serán inmediatamente confinados fuera del sistema y, desde ahí, excluidos de cualquier ventaja personal. No medrarán en los partidos, no medrarán en los medios, no venderán nada.
El capitalismo no es sólo un sistema económico, sino también una razón y como tal ocupa y coloniza los espacios culturales en los que antes se podía expresar el pensamiento. Los espacios para expresar un pensamiento original o crítico son cada vez más reducidos; eso se deja para los márgenes. Aquí, un verdadero intelectual, un estudioso de pensamiento original y valioso, uno que no escriba columnas en los periódicos, uno que no venda su pensamiento opinando de todo, de lo que sabe y de lo que no; uno o una cuyos libros no puedan venderse por miles, no gozará de ningún reconocimiento social ni mediático, mucho menos popular. El profesor o profesora cuyas clases se llenan de gente ávida de escucharle, no existe aquí.
Creo que los únicos intelectuales verdaderos que quedan son los y las poetas, artífices de un arte que no es fácil convertir en un producto de masas, que hay que tejer con el pensamiento y el alma lentamente y que es, por su propia esencia, incorruptible. La única palabra de verdad que nos queda es la poesía. O eso creo.
Beatriz Gimeno
29/07/2016
A este ciudadano le ha encantado el presente artículo, y aunque sea ajeno, desearía rematarlo con un genial trabajo de uno de mis poetas preferidos, el canario Agustín Millares Sall:
YO
POETA DECLARO
Yo poeta declaro que escribir poesía
es decir el estado verdadero del
hombre
es cantar la verdad es llamar por su
nombre
al demonio que ejerce la maldad noche
y día.
El poeta es el grito que libera la tierra
la primera montaña que divisa la
aurora
la campana que toca la canción de la
hora
el primer corazón que lastima la
guerra.
Colocado en vanguardia sin que nunca desate
su unidad con los pueblos su visión
del conjunto
el poeta es el hombre que primero está
a punto
para hacerse con bríos a la mar del
combate.
El poeta es el pueblo que a morir se resiste
en la súbita noche donde todo se
olvida.
Donde no hay libertad no hay poeta con
vida.
Ningún pájaro vuela donde el aire no
existe.
Yo poeta declaro que la cólera es una
cuando hay algo que atenta contra el
sol que nos guía.
Languidece el poeta si la tierra se
enfría
cuando no hay corazón ni justicia
ninguna.
Yo poeta declaro que en el duro camino
del tiempo en el poeta se halla
siempre un hermano.
Yo poeta declaro que el poeta es
humano
aunque a veces nos haga presentir lo
divino.
Agustín Millares Sall
(1917-1989)
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