El TiSA atará las manos de los Estados para impedirles regular el mercado de servicios
Los documentos filtrados por
Wikileaks prueban que los 50 países firmantes quieren obligar a los
gobiernos a dar explicaciones a las empresas, incluso cuando legislen
por intereses sociales. El texto plantea imponer topes a la dureza de
estas normativas, y este marco será de obligada aplicación a todos los
niveles de la administración del Estado
El documento reservado al que Público ha tenido acceso gracias a su colaboración con Wikileaks –en exclusiva en España- recoge los posicionamientos de los países que negocian este acuerdo y su intención de desarmar a los estados en lo que respecta a su capacidad reguladora. El texto que hoy está sobre la mesa establece que el tratado afectará a todos los niveles de regulación, de los gobiernos centrales a los ayuntamientos, pasando por las comunidades autónomas e incluso por los colegios profesionales.
De ser ratificado este texto, los gobiernos elegidos de forma democrática deberán avisar al resto de países firmantes y por ende a las multinacionales de las normativas que pretendan aprobar, siempre
en aras de la “transparencia”, según el documento. Esto permitirá a las
empresas anticiparse a esos cambios normativos, y presionar
directamente a los gobiernos pidiéndoles explicaciones que estos estarán obligados a facilitarles por escrito, influyendo así sobre su capacidad legislativa.
Obligará a los estados a informar y justificar ante las empresas los cambios normativos que apliquen.
Son los estados los que estarán obligados a crear estos cauces de comunicación, y deberán responder a los requerimientos de las empresas "sin retrasos innecesarios", como reza el texto. El
mismo documento que pretende obligar a los gobiernos a asegurar su
“imparcialidad” a la hora de conceder licencias para prestar servicios a
las empresas extranjeras, y que les conmina a seguir “criterios objetivos y transparentes”, como “la capacidad” de prestar un servicio que pueda tener una empresa, dejando de lado otras razones sociales, medioambientales o culturales.
En este marco de pensamiento neoliberal,
los ciudadanos son vistos como consumidores, y son las multinacionales
las beneficiadas por un acuerdo que persigue incrementar sus beneficios,
en detrimento también de los mercados locales.
Normativas "no más estrictas de lo necesario"
El documento, fechado en febrero de 2014 pero actualmente vigente, establece incluso límites poco claros a estas normativas. "No deben ser más estrictas de lo necesario [burdensome es
el término original]". La interpretación de qué es realmente
"necesario" queda de nuevo en mano de las empresas. Y el documento final
podría beneficiarlas aún más.
El texto conmina a los estados a
legislar en base a criterios "objetivos y transparentes", dejando en
segundo plano los motivos sociales o culturales
Una de las propuestas de Estados Unidos y Australia deja la puerta abierta a que estados y empresas diriman sus diferencias a través de tribunales de arbitraje similares a los que utilizan las empresas cuando pueden agarrarse a un mecanismo de blindaje ISDS.
Esta
cláusula de protección de multinacionales es precisamente la parte más
polémica del tratado de libre comercio entre Washington y Bruselas, el apartado del TTIP más difícil de vender para la Comisión, la encargada de negociar en nombre de los 28 en ambos acuerdos.
La trampa del lenguaje
El documento está redactado en el lenguaje convenientemente ambiguo de otros textos del TiSA, y hace referencia a términos como "objetividad" o "transparencia", siempre desde la óptica de las empresas.
El análisis de otros documentos sobre el acuerdo demuestra que todos ellos han sido redactados desde la misma óptica neoliberal, y persiguen establecer el marco de desregulación que demandan las multinacionales.
TiSA, TTIP, o TTP son sólo los nombres de algunos de estos mecanismos, pero la filosofía que los impulsa es la misma, y su objetivo es idéntico.
FUENTE: publico.es
Alejandro López de Miguel
Me gustas democracia,
pero estás como ausente.
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