Un dirigible de alta tecnología resucita los zepelines en un hangar de la I Guerra Mundial.
Terminado, bien sujeto y listo para empezar las pruebas que desembocarán en su primer vuelo, el Airlander 10, la mayor aeronave del mundo, se ha presentado en sociedad en el histórico hangar de la I Guerra Mundial en el Reino Unido en el que se ha montado en los últimos años. Es un globo dirigible de tecnología avanzada que mide 92 metros de largo, unos 19 más que el Airbus 380, el mayor avión actual, y va lleno de helio como los globos infantiles. En las últimas semanas el interesante proyecto ha quemado etapas rápidamente, aunque su rentabilidad no esté clara. Ha sido presentado a los medios, fue apadrinado por el duque de Kent la semana pasada y ha obtenido el permiso para vuelos comerciales de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) y del organismo homólogo del Reino Unido.
Al mismo tiempo, el fabricante, Hybrid Air Vehicles, lanzó una campaña de micromecenazgo por Internet que terminó el pasado viernes, con la que ha conseguido 1,25 millones de libras, el máximo permitido por la ley. Bruce Dickinson, cantante del grupo musical Iron Maiden además de piloto de jets, es el principal inversor en la empresa, que también ha obtenido siete millones de libras en fondos públicos europeos y británicos para investigación y desarrollo.
Bruce Dickinson
“La idea es simple”, se afirmaba en la campaña. “Fabricar una aeronave que sea más eficiente que la tecnología existente, que pueda volar durante más tiempo o transportar más carga, al tiempo que opere a un coste menor y con menor impacto medioambiental”.
Este primer Airlander-10 lleva el nombre de Martha Gwyn, la esposa del presidente de la empresa, pero es más conocido jocosamente en el Reino Unido como “El Culo Volador” (“The Flying Bum”) por su forma. Puede transportar 10 toneladas de carga, 48 pasajeros, y viajar a 140 kilómetros por hora a 6.000 metros de altura.
Con una mezcla de características de avión y de dirigible, la aeronave puede permanecer en el aire durante cinco días en vuelos tripulados y hasta tres semanas en vuelos no tripulados.
El fabricante lo presenta como el vehículo ideal para labores de reconocimiento y transporte normal de carga, pero también puede llevar pasajeros en viajes de placer y hacer llegar suministros a zonas aisladas en caso de catástrofe. Ahora empezarán las pruebas en tierra con vistas a las 200 horas de vuelos de prueba que debe realizar.
Zeppelin Aerocraft
Ha sido un viaje de ida y vuelta. El Airlander se llamaba antes LEMV y se diseñó en el mismo sitio, en el Reino Unido, para el ejército de Estados Unidos, que lo quería para labores de reconocimiento en Afganistán. Hizo un solo vuelo de prueba en ese país en 2012 y al año siguiente se canceló el proyecto por problemas presupuestarios. Entonces se subastó el vehículo, que fue comprado por la empresa original, desmontado y retornado a su lugar de origen, donde se ha montado de nuevo y modernizado para su uso civil. Es uno de los tres proyectos más adelantados en el segmento de grandes aeronaves comerciales más ligeras que el aire, según la revista The New Yorker. Los otros dos están en Estados Unidos: el LMH-1 de Lockheed Martin y el Aeroscraft del ingeniero y empresario Igor Pasternak, de origen ucraniano, cuyos pequeños dirigibles de reconocimiento se están utilizando ya con éxito, tanto por gobiernos como por empresas.
Dirigible LMH-1 de Lockheed Martin
Aunque sea muy grande, el prototipo Airlander-10 es bastante más pequeño que los gigantescos zepelines que surcaron los cielos en las primeras décadas del siglo XX, y que terminaron abruptamente en 1937 con la catástrofe del Hindenburg, que medía 245 metros de largo. Entonces se utilizaba hidrógeno, que es inflamable, en vez de helio, que no lo es. De hecho, todos los expertos coinciden en que para resultar rentables en el mercado de carga, que es el más claro para estas aeronaves, se necesitarían vehículos mayores, capaces de transportar centenares de toneladas. Otro factor a tener en cuenta es que las reservas de helio existentes en el mundo son limitadas.
La catástrofe del Hindenburg, acaecida en Jersey (EE.UU.)
el 6 de mayo de 1937, cuando se disponía a aterrizar
El Graf Zeppelin (1930)
FUENTE: publico.es
Malen Ruiz de Elvira
Madrid - 18/04/2016 La catástrofe, nunca aclarada del todo, del Hindenburg, acabaría con la era de los dirigibles, lo cual me recuerda la del Concorde, cuyo accidente fue principio y fin de los aviones supersónicos de pasaje.
De niño, me impresionaba tremendamente la fotografía, en gran formato, que adornaba la Tabaquería El Guajiro (sita en la santacrucera calle de Barranquillo, hoy, Imeldo Serís) en la que se veía un gigantesco dirigible sobrevolando esta ciudad.
El Graf Zeppelin sobre el puerto de Santa Cruz de Tenerife (1932)
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