31/12/15

LA REPRESIÓN FRANQUISTA CONTRA GAYS Y LESBIANAS

Queipo de Llano: "Cualquier afeminado o desviado que insulte el Movimiento será muerto como un perro"

La represión franquista contra la homosexualidad, y contra el colectivo que hoy conocemos como LGTBI, es uno de los episodios más ocultos de la dictadura y los primeros años de la Transición. En Barcelona recogemos los testimonios de algunas de sus víctimas.

General Gonzalo Queipo de Llano

El militar golpista Gonzalo Queipo de Llano -que llamaba a Franco “Paca la culona”-, proclamó: “Cualquier afeminado o desviado que insulte el Movimiento será muerto como un perro”. Para el jefe de los Servicios Psiquiátricos del régimen franquista, para algunos el Josef Mengele español, el médico y militar Antonio Vallejo-Nájera, los homosexuales y lesbianas eran una muestra de la degeneración de la “raza” que, según él, había comenzado con la Segunda República, con una “enfermedad mental”, el marxismo. Simpatizante del nazismo, aconsejó la esterilización eugenésica de las presas republicanas y de los homosexuales, y entre otras cosas escribió en su Tratado de psiquiatría (1944) y en Lecciones de psiquiatría (1952): “Adquieren estos postencefalíticos todas las características propias de las personalidades psicopáticas: holgazanería, importunidad, mal intención, hábitos viciosos, amoralidad, tendencias cleptómanas, agresividad, vagabundeo, etc. lo característico es la habilidad cinética, y la tendencia a la acción, sin finalidad o con fines perversos. Son sujetos que se entrometen en todo, se hacen insoportables, es imposible el aprendizaje escolar o profesional, se permiten bromas groseras y pesadas con las personas mayores, importunan al médico con peticiones imposibles de satisfacer, propagan la homosexualidad”. Si todo esto se hubiera quedado en palabras, nada más sería la muestra de las teorías anticientíficas de un fanático que se miraba en el oscuro espejo del nazismo, pero las palabras tuvieron sus consecuencias, en cárceles, en manicomios, en electrochoques…, en definitiva, en el sufrimiento y muerte de muchas personas.

General Francisco Franco rindiendo pleitesía a la Iglesia

La represión en la dictadura franquista y durante los primeros años de la Transición, como se ha visto, no sólo fue contra los opositores ideológicos –comunistas, republicanos, masones, separatista, etc.-, también la sufrieron las personas por su orientación sexual, al margen de sus ideas políticas. El colectivo de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales (LGTBI) fueron las víctimas propiciatorias de leyes como la Ley de Vagos y Maleantes, ley que procedía de la Segunda República (ley conocida como La Gandula, 1933), pero que el régimen franquista modificó (el 15 de julio de 1954) para incluir la represión por orientación sexual, con cosas como estas: “Los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás”. En estos días se cumple el 45º aniversario de su derogación, en 1970. Año en que fue sustituida por la Ley de Peligrosidad Social, que recogían lo esencial de la anterior ley, pero además contemplaba penas de cinco años de internamiento en cárceles o manicomios. Esta ley -junto con el artículo del Código Penal de “escándalo público”- reprimió a homosexuales y transexuales, y no fue derogada hasta 1995, por lo que ahora se cumplen veinte años de su derogación.


Esta represión tuvo muchos cómplices, principalmente en la iglesia católica, pero también en las propias familias y, por qué no decirlo, por acción u omisión, también entre amplios sectores de la oposición al franquismo. Mientras los presos políticos salieron a la calle con las amnistía parcial de 1976 y total de 1977, las lesbianas y homosexuales siguieron en las cárceles y los pabellones psiquiátricos. Para el Estado eran degenerados peligrosos, para la iglesia y la moral imperante, unos pecadores, y para la medicina y especialmente la psiquiatría, unos enfermos. El Memorial Democrático de la Generalitat de Catalunya, con su presidente Jordi Palou-Loverdos a la cabeza, reunió a víctimas y activistas para dar testimonio de esta represión que aún se mantiene oculta.


FUENTE: revistarambla.com
Por: Javier Coria. Fotos: Francesc Sans.

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