11/7/15

CORLEONE Y OBAMA, EN GRECIA

La Casa Blanca emitió el pasado 28 de junio un comunicado dando escueta noticia de la llamada de Barak Obama a Angela Merkel para decirle que arreglara lo de Grecia o la despedía. El comunicado dedica solo cuatro líneas al laberinto griego, pues de todos es sabido que con la servidumbre conviene no intimar demasiado.

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–Angelina, déjate de parloteos y limpia el salón griego, pero ya, que me lo tienes siempre patas arriba –le dice la marquesa a la fámula mientras fuma en larga boquilla desde el spleen de su chaise-longue.

Las cuatro líneas son estas: “The President spoke today with Chancellor Merkel of Germany regarding developments in Greece. The two leaders agreed that it was critically important to make every effort to return to a path that will allow Greece to resume reforms and growth within the Eurozone”.


Traduciendo a la malvariana maniera: los dos líderes (o sea, Obama y Obama) convinieron que era de vital importancia (o sea que por mis cojones negros, Angelina) hacer todos los esfuerzos posibles (sacar la pasta) para volver a la senda que permitirá a Grecia reanudar las reformas y crecer dentro en la zona euro.

Le faltó añadir: “Ya nos encargaremos después de Tsipras, rubia. No te preocupes. Parecerá un accidente”. Pero no es costumbre de la Casa Blanca gastar comunicado oficial en estas cosas tan evidentes.

Y, mientras, el pueblo griego pasa hambre.


Merkel, que por supuesto no tiene un solo negro en su nómina gubernamental, puso cierta cara de asco mientras colgaba el teléfono a Obama después de despedirlo cariñosamente.

Y, entonces, el pueblo griego celebró un referéndum.

Merkel, que tras haberse sentido humillada por un negro no se había movido de la silla de su despacho por cumplir penitencia luterana, descolgó el teléfono otra vez.


–¿Franki? Tengo un trabajo para ti.
 
–Tu dirás, madrina.

–Quiero que hagas unas declaraciones… –vocalizó lentamente la germana–. Que te acerques a Tsipras… Hacerle pensar que no te sientes cómodo con la famiglia… Que quizá estás dispuesto a irte con ellos…

–Con todos mis respetos, canciller –respondió el francés–. No quiero que tengas que mandar un besugo envuelto en periódicos a cada una de mis amantes. Te gastarías el PIB alemán en besugos. Y, además, El Negro te llamó a ti, no a mí.


–A ese le quedan dos viajes a Dallas, Franki. Piensa en lo que te estoy diciendo y hazme caso.

–¿Y el efecto contagio? Tenemos al Coletas en España. Está haciéndonos la competencia en el negocio del juego. Ya ha montado no sé cuantos casinos democráticos ilegales. Incluso se permiten el lujo de diferir entre ellos sin recurrir a la vendetta. Están corrompiendo a nuestros jóvenes, traficando con droga participativa… Y tú no haces nada, madrina.

–Calma, take it easy, arrête… Ya nos encargaremos después del Coletas, Franki. No te preocupes. Parecerá un accidente.

Y, mientras, el pueblo griego pasa miedo.


–¿Soraya?

–Sí, François. Ya te he dicho mil veces que no. Que me gusta París, pero tengo pareja.
–No te llamaba por eso…

–Ah, por cierto. Enhorabuena por la dimisión de Varoufakis. Te había quitado protagonismo en las revistas del corazón. Vuelves a ser el macho alfa de la política europea.

–Gracias, Soraya.


–¿Qué es entonces lo que quieres?

–Tengo que hacer un trabajito para Angela. Necesitaba tu ayuda.

–Querrás decir la de mi jefe.

–Déjate de sarcasmos, Soraya. Esto es importante. Necesitamos hacer algún gesto de relajación con el asunto griego. Se lo ha ordenado El Negro.

–No hay negro bueno en democracia, François. ¿Qué hay que hacer?


–No sé. Algo vago. Que se crean que queremos cambiar de famiglia…

–¿Estás loco? ¿Y cómo le explicaría eso yo a mis banqueros?

–Querrás decir a tus votantes…

–Me has entendido perfectamente -corta Soraya–. Los españoles acaban de enterarse de que damos por perdidos los 12.000 millones de rescate a Catalunya Banc. Casi la mitad de lo que nos deben los griegos. No vamos a andar ayudando a todo el mundo. Cuelgo, que Mariano se lo ha vuelto a hacer encima y está llorando.


-¿Y de lo de París, nada?

Y mientras, el pueblo griego no está tan triste. Por alguna inextricable razón.

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Merkel dice que el referéndum griego no tiene validez porque habría que preguntarle a los otros países de la cosa. Pues que se convoque ese mismo referéndum sobre sí o no a la austeridad, y con la misma pregunta griega, en toda Europa. A ver qué sale, parodia de corleones.

Mientras se escribió esto tan divertido, seguro que más de una persona murió de hambre en Grecia.

FUENTE: publico.es
Rosa y espinas
Aníbal Malvar
08/07/2015

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