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11/1/19

IGUALDAD

La diferencia es que Dios no existe y las feministas sí 


Lo primero, en Vox no lo aceptarán nunca, pero de lo segundo sí que no les va a caber ninguna duda

Me pregunto si Ciudadanos volverá a ir a la cabalgata del Orgullo Gay este año.


Me pregunto si Albert Rivera querrá seguir "liderando" la lucha feminista.

Me pregunto si se unirán a la manifestación del 8M, como hicieron el año pasado.

Aspecto de la manifestación feminista del 8M a su paso por la calle de Alcalá de Madrid
Aspecto de la manifestación feminista del 8M de 2018 a su paso por la calle de Alcalá de Madrid / 
Juanlu Sánchez

Me pregunto también si seguirán reflotando el tema de la gestación subrogada, ahora que necesitan tener contentos a quienes, dios mediante, no pueden aceptar todo lo anterior.

Me pregunto por qué luchan los votantes de Ciudadanos y el propio partido. Me pregunto cuál es su principio irrenunciable, más allá del capital. 


Me pregunto qué tipo de gimnasia mental estarán haciendo quienes apoyan a la formación naranja, los del "cambio tranquilo", para justificar que hayan metido en el poder al franquismo.

Me pregunto si en las próximas municipales volverán a pactar con ellos, con los del medievo,  como apunta Villacís. Quizás ya no tengan ningún dilema con ir o no al Orgullo porque directamente consigan que no se celebre ese día.

Begoña Villacís

Puede que lo deroguen para crear un nuevo evento, cambiándole el nombre, como han hecho con la Ley de Memoria Histórica en Andalucía. Quizás prohíban el Día del Orgullo Gay y lo llamen "Orgullo Hetero".

Me pregunto hasta qué punto, un partido que se llamaba centrista, se adapte a las exigencias de una formación de extrema derecha cuyo programa se basa en derogar leyes de igualdad.


¿Cuánto más desoirían a sus homólogos europeos? ¿Hasta dónde retorcerían la retórica para blanquear el cadáver del franquismo que se ha instalado en el Gobierno andaluz y que promete hacerlo en el resto de España?

Me pregunto si, llegado el caso y con tal de coger sillones en el Gobierno, legislarían con Vox para hacer realidad los sueños de estos: que sea legal difundir datos de personas migrantes y así poder expulsarlas; que sea legal derogar leyes como la Ley de Violencia de Género, apuntaladas por el Tribunal Supremo: que sea ilegal decidir sobre nuestro cuerpo y abortar.


Me pregunto cómo, progresivamente, van a ir sus votantes justificando cada atropello que se cometa contra los más vulnerables, contra los ideológicamente opuestos. 

Lo único que sé a ciencia cierta es que el feminismo de clase y antirracista es el último bastión contra la mancha de votos que se avecina. Lo único que tengo seguro, es que si salvamos el culo, va a ser por el genio, la fuerza y la imbatibilidad de las mujeres feministas.


No me estoy preguntando nada que no sea factible es un futuro próximo. No me estoy preguntando nada que no haya pasado en otros países con la llegada del fascismo. No me estoy planteando ninguna distopía imposible. Ni yo ni todas las que andamos en estas desde diciembre.

Somos peligrosas para ellos, y lo saben. Por eso Ciudadanos intentó aplacarnos en el pasado hasta que desistió. Por eso Vox arremete contra nosotras con esa fiereza machista. Estos últimos no van a desistir, porque a diferencia de Ciudadanos tienen algo más intocable que el capital: Dios. 


Ese Dios medieval al que hay que temer. Ese Dios furioso contra infieles. Ese Dios misógino, como todos los dioses. Ese Dios con el que cree que van a encontrarse cuando mueran y al que tendrán que dar explicaciones. No sólo tienen miedo a las feministas, tienen miedo a su propio dios. 

La diferencia es que Dios no existe y las feministas sí. Vox no aceptará nunca lo primero, pero de lo segundo sí que no les va a caber ninguna duda.

Barbijaputa
FUENTE: eldiario.es

8/3/18

PODER FEMENINO

 

En franco apoyo a todas las mujeres con los arrestos suficientes para luchar contra la desigualdad, la injusticia, la discriminación, el sexismo y tantas y tantas lacras sociales inherentes a esta sociedad patriarcal y machista, voy a dejarles aquí (como si fuera un granito de arena llamado a hacer montaña) un razonamiento expuesto por el compañero Magyanes, hace ya algunos años, en su blog Amontonador urgente de palabras, concretamente en una entrada publicada con fecha 09/09/2013 bajo el título de A LOMOS DE POTENTES Y LUSTROSAS MONTURAS:


"En mi años jóvenes sólo conocí a una muchacha con el valor suficiente para enfrentarse a lo establecido ('las motos eran cosa de hombres') y hacerse motera: se llamaba Livia... a lo mejor todavía se llama; la verdad es que no lo sé. Pero creo, sinceramente, que debería ser un referente para todas las féminas que, como ustedes, han accedido al mundo, no sólo de las motos, sino de tantas otras actividades donde tenían el acceso vetado por el simple hecho de ser mujeres. Es más, pienso que la única posibilidad de forjar un mundo más justo, está en vuestras manos de madres, de esposas, de hermanas, de amantes, de amigas... accediendo a las esferas de poder para cambiar el rumbo de esta sociedad. Por ello os conmino a que lo intentéis con todas vuestras fuerzas. Peor que los hombres que, guerra viene y guerra va llevamos incontables siglos sin enderezar el rumbo, no creo que lo vayáis a hacer." 

¡¡¡Ánimo!!!
¡Pueden, claro que pueden!
Citizen Plof

24/2/18

NOSOTRAS PARAMOS

Razones por las que CTXT apoya la huelga del 8M. Añade la tuya

Editorial


1. Nosotras paramos porque, según Naciones Unidas, ganamos un 23% menos que los hombres en todo el mundo, en lo que la ONU considera “el mayor robo de la historia”.

2. Paramos porque en España cobramos un 30% menos que nuestros compañeros –unos 4.745 euros menos al año–, según datos de la Agencia Tributaria.

3. Paramos porque la tasa de paro entre las mujeres en España es del 18,35%, frente al 14,97% de los hombres, según la última EPA. Y porque somos 126.000 paradas más, pese a haber 1,54 millones de mujeres menos en la población activa.


4. Paramos porque en 2017 España ha creado el 60% de todo el empleo temporal femenino precario de la Unión Europea, según Eurostat. Y porque el 24% de las ocupadas tiene un contrato a tiempo parcial, frente al 7% de los trabajadores masculinos.

5. Paramos porque la cuantía media de nuestras pensiones de jubilación es de 742, 81 euros, 454,38 euros menos –el 37,95 %–  que las de los hombres, según un informe de UGT de enero de 2017.

6. Paramos porque el 81% de los casi dos millones de hogares monoparentales que se calculan en España están encabezados por una mujer, según la Fundación Adecco. Y porque la mitad de estas familias está en riesgo de exclusión.


7. Paramos porque el tiempo que dedicamos a los trabajos sin remuneración casi duplica al de los hombres. Y porque el 90% de las amas de casa somos mujeres.

8. Paramos porque de los 1,3 millones de cuidadores que hacen gratis ese trabajo en España, el 80% somos mujeres. Y porque según un estudio de la Universidad de Castilla-La Mancha el coste invisible de cuidar a los familiares dependientes alcanzaría el 5% del PIB.

9. Paramos porque, entre 2008 y 2015, 2.484 mujeres, casi una al día, han sufrido acoso sexual laboral en España, según datos de la Inspección de Trabajo.


10. Paramos porque en España miles de mujeres son violadas cada año, y según los datos de Interior, se denuncia de media una violación cada ocho horas desde 2009. Y porque esos datos, lejos de mejorar, siguen estables y son solo la punta del iceberg: según la Macroencuesta realizada por Igualdad en 2016, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado solo tienen conocimiento de la violencia de género en el 26,8% de los casos.

11. Paramos también porque, ocho de cada diez veces, el autor de esa agresión fue un conocido (47,1%) o un pariente (23,2%), y porque los poderes públicos siguen sin hacer nada para frenar la cultura de la violación entre los jóvenes.

12. Paramos porque una de cada cinco mujeres españoles sufre acoso en las redes sociales, según Amnistía Internacional.


13. Paramos porque casi dos de cada tres jóvenes españoles (27,4%) de entre 15 y 29 años considera que la violencia de género es una "actitud normal" en las relaciones de pareja, según la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.

14. Paramos por los techos de cristal, por la desigualdad en la ciencia, en el deporte, en los medios de comunicación, en la cultura.

15. Paramos por las casi mil mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en los últimos 15 años. También por sus hijos.


16. Paramos por Diana, por Jennifer, por María del Pilar, por María Adela, por Celia, por Sacramento (ver http://feminicidio.net/).

17. Paramos porque el Gobierno del PP y los poderes económicos y empresariales no quieren que paremos.

18. Y porque no nos sentimos seguras en la calle.


19. Y porque se sigue objetivando a las mujeres y a sus cuerpos.

20. Y porque ni la justicia ni el Estado nos aseguran un trato igual al de los hombres.

21. Y porque nadie puede parar por nosotras.


Nos queremos vivas. Libres. Iguales. Sin miedo.

Por todo eso pararemos el 8 de marzo; y por eso invitamos a las lectoras y lectores de CTXT a parar también el 8 de marzo.

Porque una sociedad sana y democrática no puede permitir, ni un minuto más, tantos abusos, tanta desigualdad, tanta injusticia.


P.S. Os invitamos a añadir nuevas razones y datos en los comentarios a este editorial. Para que el 8 de marzo tengamos mil motivos para apoyar la huelga.

FUENTE: ctxt.es
Marisa Maestre
21/02/2018


¡¡¡Ánimo!!!

El futuro es vuestro.

11/1/18

LOS VENDEDORES DE HUMO (2ª PARTE)

La plutocracia


Trump y el Brexit son creación de un tipo de plutocracia. En EE.UU. la política ha mantenido importantes elementos plutocráticos durante algún tiempo a causa del modo en que el dinero influye en las elecciones. Esto proporcionó una enorme influencia a las finanzas en el Partido Demócrata y logró que los republicanos se obsesionaran con reducir los impuestos más altos. En comparación, en el Reino Unido la plutocracia ha sido casi inexistente y operaba principalmente a través de la financiación de los partidos y escaños en la Cámara de los Lores, aunque todavía estamos averiguando de dónde procedió el dinero de la campaña del Brexit.

Si nos centramos en lo que algunos llaman la vertiente de la demanda del populismo en vez de la vertiente de la oferta, no alcanzamos a ver a Trump y el Brexit como manifestaciones principalmente ligadas al poder plutocrático. El gobierno de Trump es la plutocracia personificada y, como sostiene Paul Pierson, su programa fundamental constituye una aceptación absoluta del programa tradicional de las elites económicas del Partido Republicano.

Los defensores del Brexit quieren convertir el Reino Unido en Singapur, un tipo de neoliberalismo que insiste en que los mercados deberían liberarse de las interferencias del gobierno, en lugar de liberalizar el trabajo para todos, y que el comercio debería librarse de reglamentaciones, en lugar de que las regulaciones se armonicen de modo que las empresas puedan comerciar libremente.

Skyline de Singapur

Asimismo es un error considerar que la plutocracia está diseñada para defender el capital. Una vez más esto debería ser obvio en los casos del Brexit y Trump. Es mejor para los intereses del capital tener fronteras abiertas a las mercancías y a la gente que crear barreras y levantar muros. Lo que una plutocracia hará es asegurarse de que se mantenga una elevada desigualdad, en un 1% o un 0,1% etc., e incluso que se incremente.

De hecho, muchos plutócratas amasaron su fortuna extrayendo grandes sumas de las empresas para las que habían trabajado, una riqueza que de otro modo habría ido a parar a los inversores en forma de dividendos. En este sentido son parásitos para el capital. Y esta plutocracia también se asegurará de que la movilidad social sea escasa para prolongar la pertenencia a la plutocracia: la movilidad social va pareja a la igualdad, como demuestran Wilkinson yPickett .

Asimismo es un error considerar que lo que está ocurriendo es el resultado de una especie de comité invisible del 1% (o 0,1%, etc.). Los intereses de los hermanos Koch no son necesariamente los intereses de Trump (no es casualidad que el primero quiera ayudar a comprar la revista Time). Los intereses de Arron Banks no son los de Lloyd Blankfein.

 
Richard Wilkinson y Kate Pickett

Estamos viendo cómo los magnates de los medios establecen alianzas con políticos, no solo para presionar a favor de sus intereses empresariales, sino también a favor de sus ideas políticas. Y en estas alianzas, a menudo, está claro quién depende de quién. Después de todo, la competitividad de los medios es escasa cuando hay montones de políticos.

¿Qué tiene que ver esto con el neoliberalismo que se supone que es la cultura dominante de la derecha política? Es un error considerar el neoliberalismo como una ideología unificada. Puede que tenga un núcleo común respecto a la primacía del mercado, pero el modo de interpretarlo no es uniforme. ¿Los neoliberales están a favor o en contra del libre comercio? Al parecer ambas cosas. 

Por el contrario, el neoliberalismo es un conjunto de ideas fundamentadas en una creencia común en el mercado que diferentes grupos han utilizado e interpretado en su beneficio, al tiempo que se han visto influenciados por la ideología.


Tanto los intereses como las ideas importan. Mientras algunos neoliberales ven en la competencia la característica más valiosa del capitalismo, otros buscarán contener la competencia para mantener el poder del monopolio. Los defensores del Brexit y la prensa que les apoya son neoliberales, del mismo modo que el gobierno de Cameron que derrocaron.

Creo que hay algo de verdad en el razonamiento, formulado por Philip E. Mirowski entre otros, de que la confianza en el neoliberalismo fácilmente puede implicar la creencia anti-intelectual de que la gente necesita ser convencida para que se someta totalmente al mercado. Ciertamente, aquellos que se sitúan en la derecha neoliberal son más fácilmente convencidos de que inviertan tiempo y esfuerzos en las artes oscuras de la interpretación parcial que los de izquierdas.

Pero sería ir demasiado lejos sugerir que todos los neoliberales son antidemócratas: el neoliberalismo es diverso y está dividido. Lo que argüía en mi post sobre la extralimitación neoliberal era que el neoliberalismo tal y como está formulado en el Reino Unido y EE.UU. había hecho posible que la plutocracia que vemos ahora tuviera un papel dominante.

Philip E. Mirowski

Al tratarse de una plutocracia desorganizada, los tipos de neoliberalismo que se impongan seguramente  serán muy aleatorios, y dependerá mucho de quién posea las empresas de comunicación. Esto se traduce en una forma de política que en muchos sentidos es impredecible e irracional, con una tendencia omnipresente a la autocracia. 

Esto es lo que estamos presenciando, ahora mismo, en el Reino Unido y EE.UU. No se trata de la política normal a la que están acostumbrados estos países, aunque sería más común en los regímenes cuasi-dictatoriales. Todos sabemos cómo la ley de reducción de impuestos republicana favorece casualmente a los magnates inmobiliarios que heredan su dinero como lo hizo Trump.

Esto es mera corrupción, promulgada de un modo corrupto. Que el presidente de los Estados Unidos retuiteara a un grupo británico de extrema derecha que animó a un individuo a asesinar a un diputado británico no es normal. Cuando los diputados que apoyan el Brexit responden al problema de la frontera irlandesa diciendo “no vamos a poner una”, no se debería aceptar como una respuesta admisible: debería ser motivo de risa por el disparate que es.


Cuando la política está a merced de los caprichos y proyectos absurdos de una pequeña minoría que solo se escucha a sí misma, que no se modifica en virtud de los controles y salvaguardias normales de una democracia activa, debería ser tratada por los medios imparciales como lo que es.

Si tratamos una plutocracia como si fuera una democracia, la democracia muere. No deberíamos dejarnos engañar con la idea de que esta plutocracia tiene el aspecto de política normal solo porque los plutócratas se hayan hecho con el principal partido de la derecha.

Una línea divisoria


Estamos muy cerca del punto en que el neoliberalismo se convierta en algo mucho peor. El Presidente de Estados Unidos está siguiendo una estrategia fascista de demonizar a una minoría religiosa. Si las investigaciones de Mueller continúan según lo previsto, pero es despedido y/o los republicanos bloquean cualquier intento de juicio político (impeachment), puede que hayamos pasado ese punto crítico. Si los defensores del Brexit logran romper con el acuerdo aduanero y el mercado único de la UE, puede que el Reino Unido no tenga otro sitio al que ir más que a los brazos de unos EE.UU. permanentemente republicanos.

Si hay una forma de escapar a este destino, y rescatar así la democracia tanto en el Reino Unido como en EE.UU., ha de incluir una derrota democrática de los partidos de derechas que permitieron que surgiera esta plutocracia, y que incluso alentaron y con la que llegaron a hacer tratos cuando se creía que aún la tenían bajo control. La derrota tiene que ser abrumadora y total. Aquellos que nos trajeron el Brexit y apoyaron o toleraron a Trump tienen que quedar desacreditados como los portadores del desastre. El control que ejercen sobre el Partido Republicano y el Partido Conservador debe acabar.

Únicamente esto permitirá que la izquierda, creo que tiene que ser la izquierda, acabe con un sistema en el que una parte de la plutocracia puede controlar hasta tal punto los medios de información.


En resumen, necesitamos sacar el dinero de la política para asegurarnos de que la democracia sobrevive. Darle a los periodistas la libertad de escribir o difundir una noticia cuando la ven, en lugar de cuando su empleador quiere que se vea.

¿Por qué la izquierda en lugar del centro? El centro se romperá la cabeza con lo que esto supone para la libertad de expresión o la libertad de prensa y, por consiguiente, no se conseguirá gran cosa (véase Leveson), como nada se consiguió con Clinton o Blair. Esto puede ser un tanto injusto para ambos líderes porque el peligro de la plutocracia quizá no era tan obvio por entonces y los medios eran más comedidos. Pero con el Brexit y Trump no hacen falta más pruebas. La izquierda debería ver más claramente cómo, en la práctica, esta libertad es en realidad la libertad de preservar una plutocracia.

Solo la izquierda tiene el valor para revertir radicalmente el poder y la riqueza del 1%. Me temo que el centro carecerá de la voluntad de hacerlo. A pesar de que el enfoque de Anthony Barnett es distinto al mío, plantea esta cuestión muy acertadamente aquí: si lo único que se pretende es detener el Brexit y a Trump y volver a lo que se considera normal, se está olvidando que lo que era normal es lo que ha dado lugar al Brexit y a Trump.


Esa afirmación hará que mucha gente sensata y razonable niegue con la cabeza, pero la alternativa no funciona. Derrotar o llevar a juicio a Trump y permitir que el Partido Republicano sobreviva en su forma actual de poco servirá porque continuarán manipulando y las noticias de la Fox seguirán corrompiendo las mentes. 

El Partido Demócrata invertirá sus energías en tratar de subsanar el daño que ha causado Trump y el siguiente autócrata de las filas republicanas que llegue al poder porque habrán “limpiado la ciénaga” será más inteligente que Trump. En el Reino Unido, si el Partido Conservador sobrevive en su forma actual, sus envejecidos afiliados corren el peligro de elegir a más locos por el Brexit que superarán con creces la decreciente cantidad de diputados conservadores razonables.

La BBC, si es que sobrevive, se convertirá cada vez más en portavoz de una prensa dominada por plutócratas. (Por esta razón fallan los razonamientos que afirman que la prensa del Reino Unido está perdiendo poder a causa de la disminución del número de lectores. Si esta prensa domina las noticias de las cadenas, no necesita muchos lectores). En cualquier caso se habrá superado un momento crítico.


Sé por muchas conversaciones que he mantenido que existe un gran temor entre muchos líderes de la izquierda. En este punto el Reino Unido va por delante de EE. UU.. La historia en el Reino Unido era que la izquierda podría no ganar nunca, y era una historia plausible, sin embargo, sucesos recientes han arrojado muchas dudas. La misma historia se cuenta en EE. UU., pero también hay muchas razones para dudar. No hay razones para pensar que todos los desencantados que se creyeron las mentiras de los vendedores de humo no fueran a apoyar remedios radicales propuestos por la izquierda: la identidad y los medios son fuertes, pero es la economía la que dicta los cambios.

En el Reino Unido, actualmente, la historia parece mucho más elemental: que de alguna manera la izquierda amenaza la existencia del capitalismo y la democracia. En verdad es imposible que Corbyn pudiera persuadir al Partido Laborista para que abandonara el capitalismo democrático, del mismo modo que es imposible que Sanders o Warren pudieran hacer lo mismo en EE.UU.

De lo que estamos hablando es de revertir muchas de las consecuencias del neoliberalismo. Pero es difícil convencer a alguien, a través de la lógica, de que los fantasmas que ve no existen. En contraste con estos fantasmas de la izquierda, la dinámica de la plutocracia que he descrito es muy real y es necesario un cambio radical para poner fin a esta dinámica.


FUENTE: ctxt.es
Simon Wren-Lewis es profesor de Economía en la Universidad de Oxford.
Traducción de Paloma Farré.
Este artículo se publicó originalmente en Social Europe.

5/10/17

ÁCRATA


¡Soy ácrata!

Pero suelo definirme como anarquista porque entiendo que la mayoría de la gente desconoce lo que dicha palabra significa. Sin embargo, sí creen saber lo que es el anarquismo, aunque no conozcan ni a sus principales teóricos (Bakunin, Godwin, Kropotkin, Malatesta, Proudhon...), ni sus postulados. Y es que ellos, "los buenos", siempre los van a identificar con " los malos"

"Esos hijos de puta que se atreven a ir contra el orden establecido y contra los mandatos de la Santa Madre Iglesia"


Desde su óptica, los anarquistas son una especie de demonios empeñados en la desaparición del Estado (entendido como monopolio de la fuerza) y de sus organismos e instituciones representativas, defendiendo la libertad individual por encima de cualquier autoridad.

Todo ello es cierto: el anarquista aboga por una sociedad basada en la libertad y la igualdad  (llámenlo demonio*, si quieren) y reniega, por tanto del gobierno y de la estructura represora del Estado.


Así que voy a intentar aclarar ambos conceptos, porque aunque acracia suele considerarse como sinónimo de anarquía, la raíz no es la misma, ya que, mientras anarquía supone la ausencia de gobierno o Estado, acracia es la ausencia de coerción, es decir, de la acción mediante la cual se impone un castigo o pena (legal o ilegal) con el objetivo de condicionar el comportamiento de los individuos.

¿Queda claro?


(*) demonio.- En religión, ocultismo y folclore, un demonio o daemon, demon (del griego δαίμων daimôn,​ es un ser sobrenatural descrito como algo que no es humano y que usualmente resulta malévolo. Sin embargo, la palabra griega original δαίμων es neutral y no contiene una connotación necesariamente negativa en sus inicios para los antiguos griegos. Esto sucedió por la aplicación de la koiné (en el helenístico y en el Nuevo Testamento en griego) del término daimonion (δαιμόνιον)​ y más tarde se atribuyó ese sentido maléfico a cualquier palabra afín que compartiera la raíz, cuando originalmente fue previsto para denotar simplemente a un "espíritu" o un "ser espiritual". También se dice que puede referirse a personas con un conocimiento elevado como los filósofos.
WIKIPEDIA - La enciclopedia libre.

Citizen Plof

4/10/17

SÚBDITO VS CIUDADANO

No me gusta ser súbdito,
prefiero ser ciudadano republicano.


¡¡¡A por la tercera!!!
 Citizen Plof

7/5/17

ENTREVISTA A NONA MEYER

Nona Meyer / Autora de ‘Las falsedades del Frente Nacional’ 

“El primer partido de los obreros no es el FN. Es la abstención”

 Nona Meyer en su despacho de Sciences-Po

Nonna Mayer (Neuilly-sur-Seine, 1948) es socióloga y politóloga, y trabaja como profesora en el Instituto de Estudios Políticos de París, una de las instituciones educativas de referencia en Francia. También ha sido directora del Centro Nacional de Investigación Científica. Y hoy día es una de las voces más autorizadas para hablar del Frente Nacional. No en vano, ha dedicado numerosas obras y trabajos científicos a estudiar este partido, entre los cuales destacan Le Front National à decouvert (El Frente Nacional al descubierto, 1989), escrito junto a Pascal Perrineau, o Ces français qui votent Le Pen (Los franceses que votan a Le Pen, 2002). Ha dirigido además la obra coral Les faux-semblants du Front National (Las falsedades del Frente Nacional), publicada a finales de 2015.

Recibe a los periodistas de CTXT en un diminuto despacho de Sciences-Po, coqueto y repleto de libros, situado en el famoso Barrio Latino de París.  Allí nos hace un retrato muy preciso de los votantes del Frente Nacional, las contradicciones y divisiones internas que ahora mismo agitan al partido y los desafíos a los que se enfrenta en el futuro. También hay tiempo para hablar de Jean-Luc Mélenchon e intercambiar impresiones sobre el último debate que enfrentó el miércoles 3 de mayo a Emmanuel Macron y Marine Le Pen. Pero sobre todo responde a la pregunta que se hace estos días todo el mundo: ¿es posible que Marine Le Pen se convierta en la próxima presidenta de la República? “Es muy improbable que Marine Le Pen gane las elecciones, pero en política nunca se sabe”, responde.

A pesar de la situación crítica del bipartidismo en Francia, Marine Le Pen ha obtenido en la primera vuelta un resultado por debajo de lo esperado. ¿Qué razones pueden explicar este relativo fracaso de la candidata del Frente Nacional?

Marine Le Pen

Se habla de fracaso porque se compara con encuestas de hace un año o de hace seis meses. Pero eso no tiene sentido porque hace un año o hace seis meses no sabíamos quiénes iban a ser candidatos. Las encuestas sólo tienen sentido en el momento de la campaña, cuando sabemos quiénes van a ser los candidatos y sobre qué temas van a enfrentarse.

Dicho esto, no hay que minimizar el éxito de Marine Le Pen. Ha obtenido 7,6 millones de votos. Es un récord absoluto. Pensemos que Marine Le Pen ha quedado primera en más de 200 circunscripciones y en más de 40 departamentos. Así que no se puede decir de ninguna manera que haya sido un fracaso para Marine Le Pen.  Ahora bien, la razón por la que Marine Le Pen ha logrado algo menos de lo esperado tiene que ver con el grado de movilización diferencial. Ella tenía un electorado muy movilizado, pero le ha fallado la gran movilización que se ha dado con otros candidatos, especialmente con Jean-Luc Mélenchon.

Quizás el gran obstáculo que sigue teniendo el Frente Nacional para ganar unas elecciones presidenciales es que continúa siendo un partido que da miedo a la mayoría de los franceses, a pesar de la estrategia de desdiabolización emprendida por Marine Le Pen…

Sí, pero lo primero que llama la atención es que Marine Le Pen da menos miedo que su padre. Desde 1984 en nuestros estudios sociológicos proponemos a la gente una cuestión: ¿considera usted que el Frente Nacional es un peligro para la democracia? En la época de su padre, después de sus famosas declaraciones en las que calificaba las cámaras de gas como un “detallito de la Historia”, el porcentaje de personas que respondía era del 75%. En cambio Marine Le Pen logró que esa cifra bajara al 48% en el año 2013. 

Dicho esto, desde las elecciones europeas de 2014 en las que el Frente Nacional se convierte en “el primer partido de Francia”, el rechazo ha ido aumentando poco a poco hasta llegar al 58% el día antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

¿A qué se debe este aumento del rechazo al partido? 

Los valores de la República

En mi opinión hay tres razones principales. La primera es que, a pesar de su estrategia, Marine Le Pen sigue siendo la hija de Jean-Marie Le Pen para la mayor parte de la sociedad francesa. Y eso, quieras o no, te liga a la historia del FN como federación de todos los grupúsculos de extrema derecha del país, entre los que estaban antiguos colaboracionistas, miembros de las Waffen SS y negacionistas del Holocausto. La segunda debilidad del FN es que la mayoría de los franceses no cree que ni Marine ni Jean-Marie Le Pen tengan la capacidad de gobernar Francia. El FN no tiene aún la imagen de un partido de gobierno.

Y, por último, es un partido que es visto por buena parte de la sociedad como un partido antisistema con el que no se puede pactar. El drama del Frente Nacional es que en las primeras vueltas logra resultados espectaculares, pero en las segundas vueltas sigue movilizando a una mayoría social contra él. Las anteriores elecciones regionales fueron un magnífico ejemplo de ello. El partido logró casi un 28% de los votos en la primera vuelta y quedó primero en seis regiones, pero después en la segunda vuelta todos los demás partidos se aliaron contra él y no consiguió ganar en ninguna región, ni siquiera en las dos en la que más probabilidades tenía: Provenza-Costa Azul y Picardía-Norte Paso de Calais.

A propósito del debate: ¿a qué atribuye usted este endurecimiento del discurso por parte de Marine Le Pen?

En mi opinión, Marine Le Pen ha tratado de poner en marcha una estrategia para intentar movilizar a su electorado más duro y, de ese modo, acallar las divisiones internas que existen en el partido. Hay que pensar que algunos miembros del FN decían que si Marine Le Pen continuaba en la línea de la salida del euro y de la Unión Europea, iba a perder a su electorado más fiel. Se ha ejercido una presión sobre ella para volver a los fundamentos ideológicos del partido: el miedo a la inmigración, el miedo al fundamentalismo islamista, el miedo al terrorismo. Pero en el debate del pasado miércoles, Marine Le Pen fue un paso más allá y empleó un estilo extraordinariamente agresivo. Y esto es contradictorio con su estrategia de desdiabolización.

A mi modo de ver, estos vaivenes responden a que hay incertidumbre en el seno del partido sobre la estrategia a seguir. De hecho, sea cual sea el resultado en la segunda vuelta, una vez que se celebre van a producirse ajustes de cuentas en el interior del partido.

Lo llamativo es que en esta campaña presidencial ha dado la impresión de que Marine Le Pen trataba de desembarazarse de las siglas de su partido e incluso de su propio apellido…
Jean Marie y Marine Le Pen

Absolutamente, la rosa azul, el hecho de ocultar su apellido y poner solo Marine son pasos de una estrategia que consiste en alejarse al máximo de la imagen que tenía su padre. Y en ese sentido, Marine Le Pen ha ido muy lejos: se ha peleado verdaderamente con su padre, y eso no es una invención de los medios. 

De hecho, cuando he hecho entrevistas con miembros antiguos del FN, todos me han expresado que existe una profunda división en el seno del partido y que entre el padre y la hija se ha producido una disputa fortísima que ha llegado, no conviene olvidarlo, hasta la exclusión del partido de su fundador. 

De aquí en adelante, ¿cuál cree que será la línea estratégica que seguirá el Frente Nacional de cara, sobre todo, a las elecciones presidenciales de 2022?

Lo lógico es que Marine Le Pen continúe con la estrategia de desdiabolización y que se plantee incluso el cambio de nombre del partido. No obstante, en lo inmediato, creo que la pregunta fundamental es qué estrategia adoptará Marine Le Pen en la batalla interna del partido. Su sobrina, Marion Maréchal Le Pen, mantiene una línea política muy diferente a la defendida por ella y Florian Philippot. Marion Maréchal Le Pen es más conservadora en el plano de los valores, más liberal en el plano de la economía, menos radical en su posición sobre la salida del euro y de la UE. Es una línea más tradicional y más acorde con los fundamentos ideológicos del partido. Este sector del partido se autodefine como “de derechas” y reconoce que su objetivo es conquistar todo el espectro de la derecha política. 

Las diferencias con el FN de Marine Le Pen y Florian Philippot, que defienden un Estado más social e intervencionista, y que se definen a sí mismos como “ni de derechas, ni de izquierdas”, son muy notables. El asunto entonces es saber qué estrategia va a emplear Marine Le Pen para contentar a todo el partido y acallar las críticas internas.

Si nos adentramos en la sociología electoral del partido, vemos que Marine Le Pen obtuvo entre el 40 y el 46% de los sufragios del electorado obrero durante la primera vuelta de las presidenciales. ¿Cómo puede explicarse que el Frente Nacional obtenga este gran respaldo del electorado obrero?


Porque los obreros se han desvinculado de la izquierda. Aunque el socialista François Hollande consiguió captar el voto obrero en contra de Sarkozy durante la segunda vuelta de las presidenciales de 2012, posteriormente en las regionales de 2015 la mitad de los obreros ya apostó por el Frente Nacional. 

No obstante, este fenómeno no es nuevo: lo empezamos a observar a comienzos de los años ochenta. El punto decisivo es el año 1995, cuando Jean-Marie Le Pen logra convertirse en el candidato más votado por los obreros. Su hija Marine Le Pen no ha hecho más que reforzar esta dinámica de implantación popular. Actualmente los obreros de la generación del baby boom (nacidos entre los años cuarenta y los sesenta) continúan votando a la izquierda, pero las nuevas generaciones votan por Le Pen.

Pero la mayoría de los obreros que votan por el FN defienden unos valores conservadores. 

Sí, la mayoría de ellos son obreros de derechas. Es un mito la idea de que en el pasado todos los obreros votaban a la izquierda.

Durante la época del general De Gaulle, el 40% de los obreros votaba a la derecha. Eran personas de la clase obrera, pero conservadoras debido a la región en la que vivían, su tradición familiar, su trabajo o sus convicciones religiosas.  Son estos obreros de derechas los que Marine Le Pen y su padre han sabido seducir. E incluso también a todos esos obreros que no se consideran ni de izquierdas ni de derechas.

A los dirigentes del Frente Nacional les gusta presumir de que son “el primer partido de los obreros de Francia”.


La fórmula “el primer partido de los obreros de Francia” es ridícula, ya que se trata sólo de los obreros que van a votar. En realidad, el primer partido de los obreros es la abstención.

Cuando uno no ha cursado demasiados estudios, tiene un trabajo repetitivo, temporal y mal pagado, las posibilidades de no inscribirse en las listas electorales y de no votar son mucho más elevadas. En las elecciones regionales de 2015, el 60% de los obreros no votó.

¿Sirve el nivel de estudios para explicar el voto a la extrema derecha? 

El nivel de estudios es la variable sociológica más importante para explicar el voto a Le Pen. Aunque el FN atraiga a universitarios, tecnócratas o personas de las escuelas más elitistas del país, la probabilidad de votar a la extrema derecha aumenta cuanto más bajo es el nivel de estudios de una persona y alcanza su nivel máximo entre aquellas personas que no han obtenido el título de bachillerato.

En Francia cuando uno no tiene el bachillerato se ve condenado al paro o a ejercer empleos mal pagados. El no tener el título de bachillerato crea un sentimiento de resentimiento hacia aquellos que sí lo tienen.

También es llamativo que el FN esté cada vez más implantado en las zonas rurales y periféricas. ¿Cómo puede explicarse este fenómeno?


Las investigaciones nos muestran que en las grandes ciudades cosmopolitas no se vota al FN. Era al revés en los años ochenta, cuando el Frente Nacional comenzó a crecer. Entonces los votantes de la extrema derecha se encontraban precisamente en las zonas urbanas e industrializadas, y especialmente en las banlieues (los suburbios). 

Ahora el voto rural y periférico al FN tiene que ver con que, por un lado, los obreros se han desplazado a ciudades de tamaño medio y a zonas rurales, y, por otro lado, con que el FN habla cada vez más del abandono y de la falta servicios. De hecho, el voto FN se refuerza en aquellas zonas donde hay pocos servicios, desconectadas y en las que crece un sentimiento de abandono.

Marine Le Pen lleva un tiempo hablando de los “abandonados” e “invisibles”. ¿Quiénes son estos “olvidados”?

Cuando Marine Le Pen habla de los olvidados, no se refiere a la gente más pobre, que vive gracias al RSA [el equivalente de la renta de inserción mínima]. Los seguidores de Marine Le Pen consideran a estas personas como asistidos, como ‘malos’ pobres. Los obreros que más votan por el FN son aquellos que tienen acceso a la propiedad,  a un pequeño diploma. Son personas que se encuentran en la frontera entre las clases medias y las clases obreras, pero que tienen miedo a caer socialmente, a ser desclasados ellos y sus hijos. 

El sociólogo Olivier Schwartz habla de una consciencia tripartita. Antes era más simple, los obreros votaban en contra de los patronos. Pero ahora las clases medias bajas se ven amenazadas por los de arriba, pero también tienen miedo de caer más abajo.

Además de las clases medias-bajas o en peligro de desclasamiento, el voto a la extrema derecha también crece entre los más pobres.


Sí, en 2012 durante un estudio que hice en el departamento de Seine-Saint Denis [en el norte de la región parisina] la gente más pobre nos decía que votaba a la izquierda, porque la izquierda es el corazón y defiende el sistema de protección social y a los de abajo. Y que nunca lo haría por Sarkozy que era percibido como el candidato de los ricos. 

Pero cuando hice la misma investigación en 2015, cuanto más precarias eran las personas más votaban contra la izquierda, porque el Partido Socialista, que les había decepcionado. Y más votaban por Marine Le Pen. Hemos observado la misma conducta durante estas elecciones presidenciales.

Pero el rechazo a la inmigración es el nexo que une a todos los votantes del FN. 

La única característica de los votantes del FN que se ha mantenido intacta desde 1984 hasta ahora es que entre el 90% y el 98% de ellos considera que hay demasiados inmigrantes en Francia. La mitad de los franceses considera que hay demasiados extranjeros, pero los votantes del FN hacen de ello la razón por la que ir a votar. Esto les diferencia del resto de votantes de los otros partidos, que consideran que la cuestión fundamental en Francia es la lucha contra el paro. 

Para el electorado de Marine Le Pen la cuestión fundamental es la inmigración. Para ellos, la inmigración no sólo representa una amenaza económica, sino también cultural e identitaria. Cuando se habla de inmigración en Francia, se piensa en el Magreb, en la Guerra de Argelia, en el islam y el fundamentalismo.

En la últimas dos semanas se ha escuchado mucho la vieja melodía de que “los extremos se tocan” en referencia a la estrategia adoptada por La Francia Insumisa. ¿Qué posibilidades hay de que una parte de los votantes de Jean-Luc Mélenchon opte por Marine Le Pen en la segunda vuelta?


En primer lugar, eso de que “los extremos se tocan” no es cierto. Por supuesto que hay algunas transferencias de voto entre La France Insoumise y el Frente Nacional, pero son marginales. Lo que es cierto es que el crecimiento de la candidatura de Jean-Luc Mélenchon en las últimas semanas está relacionado con el voto de personas que no eran necesariamente melenchonistas y que veían en él a un candidato que defendía a los de abajo, lo social, y que hablaba bien. 

Entre esa parte del electorado de Mélenchon sí que hay alguna posibilidad de decantarse por Marine Le Pen en la segunda vuelta. Pero el núcleo de los votantes de La France Insoumise es radicalmente contrario a Marine Le Pen. Es entre ese electorado un poco indistinto en el que puede haber transferencias entre uno y otro candidato.

El partido de Jean-Luc Mélenchon ha logrado muy buenos resultados en zonas en las que la extrema derecha era muy fuerte como Marsella, Perpiñán o Béziers: ¿piensa usted que un movimiento político que adopte un populismo de izquierda puede ser eficaz contra Marine Le Pen?

Es complicado, porque sí puede acceder a esa parte del electorado que se define como “ni de derechas, ni de izquierdas”. Pero la fuerza de Marine Le Pen es su retórica contra la globalización, su mensaje antiinmigración, antifundamentalismo islámico, y eso no está en el programa de Jean-Luc Mélenchon. Hay un espacio político para un populismo de izquierdas como el que propone Chantal Mouffe, especialmente si Emmanuel Macron es elegido y tiene un quinquenato complicado a nivel social. Va a depender mucho de eso. Pero yo diría que, a fin de cuentas, el populismo de izquierdas es tan peligroso como el populismo de derechas.

Hay momentos populistas en los que este tipo de estrategia permite dar lugar a nuevos actores políticos, como hemos visto en América Latina y en otros lugares, pero la idea de que existe por un lado “el pueblo” y por otro lado “los otros” me parece demasiado peligrosa. Porque ahí está en germen la exclusión del otro, sea quien sea ese otro. Pueden ser los ricos, las clases superiores, pero también los inmigrantes o los extranjeros.

Por último, los sondeos dan a Emmanuel Macron como claro ganador de la segunda vuelta: ¿pueden equivocarse?

Emmanuel Macrón

Por supuesto que sí, los sondeos siempre pueden equivocarse. Va a depender mucho de la abstención. Hay una cierta melodía en la izquierda, especialmente en los jóvenes, que llama a no votar o a votar en blanco con el argumento de que en el fondo Macron y Le Pen son muy parecidos.

 De hecho, existe el riesgo de que haya una cantidad récord de votos en blanco: más de dos millones, lo cual es muchísimo. Y eso haría que los porcentajes estuvieran más apretados. Pero por el momento, incluso con la alianza entre Marine Le Pen y el candidato Dupont-Aignan, será muy difícil que la candidata del FN logre superar los 10 millones de votos. Por tanto, es muy improbable que Marine Le Pen gane, pero en política nunca se sabe.

FUENTE: ctxt.es
Política / Internacional
Enric Bonet / Guillermo Fernández Vázquez 
06/05/2017



Las noticias de última hora hablan de un ataque informático masivo contra la formación liderada por Emmanuel Macrón, similar, según apunta él mismo, al sufrido por Hillary Clinton en las pasadas eleciones estadounidenses.  Dicho "pirateo" engloba correos electrónico, contratos y documentos contables internos.