Leopoldo López Mendoza
Desde que Hugo Chávez asumió la Presidencia de Venezuela no ha habido día en que la oposición no intentara derrocar al presidente electo. Golpes de Estado, sabotajes, asesinatos, acaparamiento de alimentos, actos terroristas… El método menos utilizado ha sido la contienda electoral.
Para la oposición venezolana las elecciones han tenido, desde el triunfo continuado del proyecto bolivariano, un carácter complementario de la desestabilización. Tal vez porque, a diferencia de los tradicionales golpes en Latinoamérica, estamos en otro momento histórico en el que las fuerzas progresistas europeas son débiles y los procesos transformadores están más localizados geográficamente. De ahí que los gobiernos europeos reconozcan sin sonrojarse a gobiernos como el de Ucrania, resultado de un golpe de Estado de corte fascista o apoyen las campañas de opositores fanáticos y agresivos.
El caso es que la oposición venezolana parece entender las votaciones como una tapadera para obtener legitimidad internacional que avale sus desmanes y maquille a unos líderes con amplio historial violento. Algo que sólo es posible por la complicidad de los medios de comunicación y la connivencia de gobiernos como el español, que no dudan en apoyar a personajes como Leopoldo López, situándose así a su altura democrática.
Lo que resulta un tanto sorprendente, sólo un poco, es que un Gobierno como el español haga declaraciones y actúe en contra de los intereses del Estado y del pueblo al que dice representar. Caben dos hipótesis: una, que nuestros gobernantes desconozcan el perfil de la oposición venezolana; dos, que estén actuando al servicio de intereses ajenos.
Mariano Rajoy y Lilián Tintori
La actuación de Mariano Rajoy entrevistándose con la mujer de Leopoldo López —que anda de campaña contra el Gobierno venezolano—, y sus declaraciones respecto al juicio que se sigue contra su marido por delitos de daños, incendios, instigación y asociación para delinquir, no son sólo actos de ingerencia en un país soberano, son acciones que definen el talante democrático del presidente español y su Gobierno. Por un lado, la proximidad entre la derecha golpista venezolana y el Partido Popular, por otro, su servilismo hacia una potencia extranjera, Estados Unidos.
El pedigrí golpista de Leopoldo López es tan puro como el de Enrique Capriles (hasta hace poco cara visible de la oposición venezolana). Pero tras la derrota electoral de Capriles y su partido en las elecciones del 2013 y 2014, hubo que cambiar el rostro opositor, pues también cambió la estrategia desestabilizadora. Si las elecciones eran un complemento para derrocar al Gobierno, ahora ya ni siquiera serán eso. Cambió el plan de intervención en Venezuela.
Enrique Capriles - Leopoldo López
Está ampliamente documentado el vínculo de Estados Unidos con la oposición venezolana, a la que ha financiado durante más de 12 años. Pero también es pública la vinculación de Leopoldo López con el golpe de Estado de 2002 contra Chávez, encabezando la marcha al Palacio de Miraflores que provocó la muerte de decenas de personas, o su inhabilitación política por la malversación de recursos públicos cuando era alcalde de Chacao.
FUENTE: publico.es
Otras miradas
Ángeles Diez (Doctora en Ciencias Políticas y Sociología y profesora de la UCM)
29 oct 2014
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