Los bancos privados disfrutan de un privilegio extraordinario: cada vez que conceden un crédito crean dinero. No monedas o billetes, que es lo que la gente normal y corriente cree que es el dinero, sino dinero bancario, es decir, medios de pago a través de sus cuentas.
Cuando reciben los depósitos de sus clientes los bancos no los mantienen totalmente en reserva para hacer frente a los reintegros que éstos soliciten, sino que conservan en caja una parte mínima y disponen del resto para realizar préstamos (por eso se dice que es un sistema bancario de reserva fraccionaria).
Como eso se hace sucesivamente y sin descanso, resulta que los bancos “multiplican” sin cesar los medios de pago en la misma medida en que van creando más deuda. Como decía el Premio Nobel de Economía Maurice Allais, eso significa que los bancos crean dinero ex nihilo, de la nada.
Ese es el negocio que le da beneficios a la banca: crear dinero de la nada generando deuda sin cesar. Lógicamente, los bancos no han desaprovechado nunca esa oportunidad y se han dedicado a imponer las condiciones que obliguen a que empresas, familias o gobiernos tengan que endeudarse continuamente. Por ejemplo, fomentando la vivienda en propiedad en lugar de en alquiler, recortando salarios, permitiendo que se den créditos hipotecarios por encima del valor de la casa, subiendo artificialmente el precio de la vivienda, desgravando fiscalmente los intereses de manera que sea más rentable endeudarse que autofinanciarse, etc.
En junio pasado se publicaron los últimos datos anuales que permiten comprobar la relación entre el capital y los activos de los 50 bancos más grandes del mundo. Aunque no es exactamente entre depósitos y créditos, la relación refleja perfectamente cómo ha crecido el negocio bancario y la razón de su permanente inestabilidad.
El sistema de reserva fraccionaria da lugar a estos monstruos financieros que descansan sobre la nada y que es materialmente imposible que se mantengan en pie sin caer en algún momento. La historia lo ha demostrado docenas de veces.
Se mire por donde se mire, no hay más alternativa que acabar con el sistema de reserva fraccionaria y considerar el crédito como un servicio público esencial obligando a que la banca, sea de propiedad privada o pública, lo gobierne inexcusablemente bajo ese principio. Eso no solo permitiría evitar el infierno que produce cada crisis que recurrentemente provoca el sistema bancario actual, sino utilizar el dinero que es un bien común para financiar convenientemente a empresas y consumidores y que los intereses (que podrían ser mínimos o utilizados solo como instrumento de estabilización) revirtieran al Estado aliviando una parte inmensa de la actual carga fiscal.
FUENTE: publico.es
La tramoya
Juan Torres López
26 oct 2014
COMENTARIOS
Como los vampiros, la banca engorda mientras los demás menguamos porque viven de nuestra sangre. El capitalismo financiero tiene una ideología: el neoliberalismo, la coartada de todos estos ladrones de cuello blanco y polvo... también blanco.
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