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8/12/16

EUROPA EMPIEZA A DAR ASCO

¿Cómo se justifica que se pueda “perdonar” el déficit que genere el gasto militar y no el gasto necesario para salvar vidas humanas o el empleo y los ingresos de millones de personas y empresas? No hay respuesta para esta pregunta

<p>Manifestación por una Europa de las personas y no del capital el sábado 17 de octubre en Bruselas.</p>

Los dirigentes europeos parecen empeñados en que no pase un día sin que las personas corrientes tengamos que sentir algo más que vergüenza de lo que hacen en materia económica (por no hablar de otras decisiones en temas incluso de mayor calado humano como el de los refugiados).

Se dijo por activa y pasiva que los recortes sociales y las ayudas multimillonarias a la banca eran la condición necesaria para recobrar la actividad y el empleo, para reducir la deuda y para asegurar definitivamente el sistema financiero. Pero lo cierto es que desde que empezaron a aplicarse en la Unión Europea al estallar la crisis hay unos siete millones menos de empleos a tiempo completo, seis millones más de parados, otros casi seis millones más de empleos no voluntarios a tiempo parcial (en la UE28), cinco millones más de personas en riesgo de pobreza y 35 puntos más sobre el PIB de deuda pública (en la Eurozona). Y los bancos se siguen encontrando en insolvencia y muchos de ellos a punto de estallar de nuevo en cualquier momento. Pero eso no es solo un fracaso o un error sino un engaño porque eran multitud los economistas que habían advertido que esto era justamente lo que iba a ocurrir cuando las autoridades decían a los ciudadanos que sus políticas frente a la crisis eran seguras, las adecuadas y plenamente infalibles.
 

Se siente algo mucho peor que vergüenza cuando se tiene noticia de propuestas como la que acaba de lanzar la comisaria europea de Mercado Interior, Elzbieta Bienkowska, como siempre de modo sibilino y completamente al margen de las instituciones representativas y del debate democrático.

Según ha dejado caer la comisaria, la Comisión Europea pretende promover un amplio programa de gasto militar que quedaría exento a la hora de calcular el déficit público que, como se sabe, no debe superar el 3% del PIB de cada economía.


Como he explicado en el libro que acabo de publicar (Economía para no dejarse engañar por los economistas. Ediciones Deusto), este criterio del tres por cien no tiene base científica alguna. No hay nada, absolutamente nada que lo justifique. Se podría haber puesto el 1, el 5 o el 30 por ciento con el mismo fundamento económico, es decir, con ninguno. El criterio del 3% del PIB como límite del déficit público se lo inventó un funcionario francés, Guy Abeille, cuando su jefe le pidió alguna norma para que el recién elegido presidente Mitterrand pudiera frenar las demandas de más presupuesto que le hacían sus ministros. En unos minutos tuvo que inventarse algo siendo plenamente consciente de que no había ningún economista ni teoría económica alguna que proporcionaran algo así. Pero como tenía que ofrecer rápidamente una solución a sus superiores se decidió por el 3%.

Tal y como reconoció el propio Abeille años después, el 1% o el 2% le parecía demasiado poco mientras que “el tres es una figura sólida que tiene detrás de él precedentes ilustres [...], un amplio eco en la memoria común: las tres Gracias, la Trinidad, los tres días de la Resurrección, los tres órdenes de la alquimia, la triada hegeliana, las tres edades de Augusto Compte, los tres colores fundamentales, el acuerdo perfecto..., la lista es infinita…”.


Aunque pueda parecer mentira, esa y no otra es la teoría o la ciencia económica que hay detrás del criterio del 3% del PIB que se impone como límite del déficit público a las naciones europeas. Ninguna. Un engaño que hasta el que fue presidente del Instituto Monetario Europeo, Alexandre Lamfalussy, reconoció sin tapujos: “Los gobernadores son gente demasiado honesta y que saben que los criterios son arbitrarios. Yo jamás habría aceptado cifras de este género”.

El criterio del 3% es una arbitrariedad, una farsa, pero, además, algo completamente inútil para lo que aseguraban que iba a servir, es decir, para reducir la deuda:  cuando comenzó a utilizarse como criterio de cumplimiento obligatorio para todos los países la deuda era aproximadamente de un 55% del PIB, como media de los países europeos, y ahora, como he señalado, supera el 90%.



La prueba de que se trata de una cifra completamente arbitraria, que no se establece así porque sea mejor o peor para la economía o para reducir la deuda, sino como recurso de los dirigentes europeos para disciplinar y someter a los gobiernos y para anular su capacidad de maniobra, es que se puede incluir o dejar de incluir dentro de ese porcentaje lo que le venga en gana a quien lo impone. Si de verdad fuese imprescindible que el déficit público no sobrepase el 3% del PIB daría igual que fuese a causa del gasto militar o del gasto en educación porque no hay ninguna razón que pueda justificar que el gasto militar sea inocuo desde el punto de vista de la deuda que genere y cualquier otro no. Y si no hay ningún problema para dejar fuera del cómputo del déficit el gasto militar, con el exclusivo propósito de que los grandes grupos industriales hagan negocio con el dinero de la gente ¿por qué no se deja fuera el gasto social, que es imprescindible para evitar que millones de personas vivan en la indigencia, pierdan su vivienda, carezcan de recursos y formación o incluso mueran por falta de atención? ¿dónde está escrito que la economía no se resienta si (al margen de ese 3%) se incrementa el gasto militar y que, por el contrario, sí sufra si aumenta el gasto social que se necesita para que la inmensa mayoría de la población sobreviva y disponga de bienes y servicios esenciales para su sustento diario? ¿qué argumento económico justifica que se pueda “perdonar” el déficit que genere el gasto militar y no el gasto necesario para salvar vidas humanas o el empleo y los ingresos de millones de personas y empresas?

No se cansen: no hay respuesta para esas preguntas. O, al menos, no hay respuesta económica, científica o razonable. Se permite el gasto militar y no cualquier gasto social o humanitario, o incluso de apoyo a la vida empresarial que crea riqueza efectiva, porque el criterio del 3% solo busca amedrentar a los gobiernos y a la ciudadanía para conseguir lo que efectivamente se viene logrando con él: que los más ricos y poderosos lo sean cada vez más.


Decía hace unos días el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que la integración europea se había debilitado en los últimos tiempos por los populismos. Una opinión que demuestra que las autoridades europeas han perdido completamente el norte y que no entienden el sentido de las cosas que están pasando y de las que se encuentran ya a la vuelta de la esquina en Europa. Eso que llaman los populismos no es lo que debilita la integración europea sino la consecuencia de haber querido integrar a Europa a base de mentiras y de políticas que constantemente han dado como resultado lo contrario de lo que se decía que traerían consigo.

Cuando se ha hecho sufrir a millones de personas y cuando han muerto miles a causa de los recortes, cuando se han deteriorado los servicios públicos y no se han atendido las necesidades básicas de la población porque, según se decía, había que cumplir a rajatabla la norma del déficit, y de pronto se dice que no hay límite para comprar armamento, carros de combate o minas...¿tienen también culpa los populismos del asco o de los oscuros fantasmas que comienzan de nuevo a recorrer  Europa?

 

FUENTE: ctxt.es
Tribuna - Juan Torres López
04/12/2016

6/6/16

OTRA RECETA JODE-POBRES

La receta del Banco de España: nueva reforma laboral, salarios bajos y menos protección para los indefinidos


El gobernador de la entidad, Luis María Linde, asegura que para lograr un crecimiento sostenido del empleo es necesario dar más facilidad a las empresas para que bajen los sueldos y abaratar aún más el despido.

La sombra de gobernador del Banco de España, Luís María Linde. / EFE
La sombra de gobernador del Banco de España, Luís María Linde. / EFE
Una nueva reforma laboral que reduzca la "excesiva protección" de los trabajadores indefinidos para limitar la temporalidad en la contratación e impedir así que "se acabe desincentivando la creación de trabajo estable".  Esa es la receta del gobernador del Banco de España, Luis María Linde para capear la crisis y resolver el problema del paro. Y así lo ha dicho este viernes durante la presentación Informe Anual 2015 de la entidad.

Puede parecer contradictorio, pero Linde cree que si se limita la protección de la que gozan actualmente los trabajadores indefinidos, los empresarios optarán por este modelo de contratación y no tanto por los contratos temporales. Linde advierte de que la tasa de paro se mantiene en un nivel "que resulta socialmente inaceptable", a pesar de que en el primer trimestre de 2016 se redujo hasta el 21%, tras haber llegado casi al 27% en 2013.



Hay otros riesgos que enfrenta la economía española y que también hay que corregir: los elevados niveles de deuda y déficit públicos, el endeudamiento de empresas y familias, la deuda externa y la baja productividad.

Además, hace hincapié en que el contexto económico va a ser menos favorecedor debido al agotamiento progresivo de factores temporales como la depreciación del euro o el abaratamiento del petróleo, lo que redundará en un moderación de las tasas de crecimiento en el corto y medio plazo.



Según el gobernador, se han hecho avances en la corrección de los desequilibrios, pero todavía son factores que hacen vulnerable a la economía española, como el hecho de que el paro de larga duración afecte a cerca del 60% de los desempleados.

Linde destaca que la falta de trabajo ha sido el principal causante de las desigualdades de renta entre los españoles y asegura que para lograr un crecimiento sostenido del empleo es necesario dar más facilidad a las empresas para que bajen los salarios y corregir el desincentivo de la contratación indefinida frente a la temporal, que radica en el mayor coste del despido.


En el terreno fiscal dice que no deben minimizarse los riesgos que conlleva el tener una deuda y un déficit público elevados, y afirma que es prioritario que se retome la senda de corrección del equilibrio presupuestario, después de que en 2015 se interrumpiera "el tono restrictivo" de la política fiscal.

En el mismo sentido, defiende la aplicación estricta de los mecanismos preventivos y coercitivos de la ley de Estabilidad Presupuestaria que permiten controlar el cumplimiento del objetivo de déficit por parte de las comunidades autónomas.



Para converger a los niveles de productividad de las economías más avanzadas, aboga por facilitar la financiación de nuevos proyectos de inversión y por reducir las barreras al dinamismo empresarial.

FUENTE: publico.es

27/10/14

ESOS MONSTRUOS LLAMADOS BANCOS

Los bancos privados disfrutan de un privilegio extraordinario: cada vez que conceden un crédito crean dinero. No monedas o billetes, que es lo que la gente normal y corriente cree que es el dinero, sino dinero bancario, es decir, medios de pago a través de sus cuentas.

Cuando reciben los depósitos de sus clientes los bancos no los mantienen totalmente en reserva para hacer frente a los reintegros que éstos soliciten, sino que conservan en caja una parte mínima y disponen del resto para realizar préstamos (por eso se dice que es un sistema bancario de reserva fraccionaria).

 
El fenómeno es fácil de entender: Poncio dispone de los únicos 100 euros que hay en la economía y los deposita en un banco. Con su tarjeta de débito o con sus cheques puede realizar pagos por valor de 100 euros. Si el banco concede un crédito de 20 euros a Pilatos mediante una simple anotación contable, éste podrá gastar esos 20 euros, de modo que desde ese mismo instante ya hay 120 euros en medios de pago. El banco ha creado 20 euros de dinero bancario.

Como eso se hace sucesivamente y sin descanso, resulta que los bancos “multiplican” sin cesar los medios de pago en la misma medida en que van creando más deuda. Como decía el Premio Nobel de Economía Maurice Allais, eso significa que los bancos crean dinero ex nihilo, de la nada.

 
En Europa, la proporción de los depósitos que hoy día están obligados a mantener los bancos en reserva es el del 1% en el caso de que se trate de depósitos a menos de dos años o que se puedan retirar sin preaviso, y del 0% en los demás. Eso implica que, si suponemos que los clientes no retienen dinero en sus manos (lo que hoy día sucede casi siempre gracias a las tarjetas), un banco puede crear de la nada 100 euros cada vez que un cliente deposita en él 1 euro a menos de dos años y tanto como quieran en el resto de los casos.

Ese es el negocio que le da beneficios a la banca: crear dinero de la nada generando deuda sin cesar. Lógicamente, los bancos no han desaprovechado nunca esa oportunidad y se han dedicado a imponer las condiciones que obliguen a que empresas, familias o gobiernos tengan que endeudarse continuamente. Por ejemplo, fomentando la vivienda en propiedad en lugar de en alquiler, recortando salarios, permitiendo que se den créditos hipotecarios por encima del valor de la casa, subiendo artificialmente el precio de la vivienda, desgravando fiscalmente los intereses de manera que sea más rentable endeudarse que autofinanciarse, etc.

 
Esa y no otra es la causa de que la deuda crezca constantemente. Y también de que los bancos tengan crisis cada dos por tres, puesto que crear deuda de esa forma hace que el valor de sus créditos se separe constantemente del que tienen sus depósitos y su capital en general.

En junio pasado se publicaron los últimos datos anuales que permiten comprobar la relación entre el capital y los activos de los 50 bancos más grandes del mundo. Aunque no es exactamente entre depósitos y créditos, la relación refleja perfectamente cómo ha crecido el negocio bancario y la razón de su permanente inestabilidad.


Esos 50 megabancos tienen en total un capital de 772.357 millones de dólares mientras que sus activos tienen un valor 87,6 veces mayor (67,64 billones de dólares). Pero hay casos verdaderamente impresionantes. El récord lo tiene el Wells Fargo Bank de Estados Unidos que tiene activos por un valor 2.646,6 veces mayor que el de su capital. LesiguenCitibank, con una relación de 1.793,3 a uno y el ING que tiene 1.550,3 dólares en activos por cada dólar de capital. En el ranking se encuentran el Banco de Santander, en el puesto 15 y con una relación de 196,9 dólares en activos por cada dólar de capital, y el BBVA, en el puesto 35 y con una relación mucho más baja, de 20,5 a uno (la lista completa puede verse en el Bankers Almanac).

El sistema de reserva fraccionaria da lugar a estos monstruos financieros que descansan sobre la nada y que es materialmente imposible que se mantengan en pie sin caer en algún momento. La historia lo ha demostrado docenas de veces.


Pero aunque el sistema es peligrosísimo, la banca ha adquirido gracias a él un poder político inmenso, diabólico, que se extiende a todos los resquicios de la sociedad y que le permite obligar a que sean los ciudadanos los que carguen con los costes multimillonarios que genera cada vez que cae. Vivimos, pues, en un sistema que permite que la utilización de un elemento esencial para crear riqueza, empleo y satisfacción humana como el dinero, que es a la economía como la sangre al cuerpo humano, dependa exclusivamente de la voluntad de un grupo social privilegiado. Y que, además, lo utiliza de la forma más despilfarradora y costosa, creando una deuda creciente que ahoga a la vida económica.

Se mire por donde se mire, no hay más alternativa que acabar con el sistema de reserva fraccionaria y considerar el crédito como un servicio público esencial obligando a que la banca, sea de propiedad privada o pública, lo gobierne inexcusablemente bajo ese principio. Eso no solo permitiría evitar el infierno que produce cada crisis que recurrentemente provoca el sistema bancario actual, sino utilizar el dinero que es un bien común para financiar convenientemente a empresas y consumidores y que los intereses (que podrían ser mínimos o utilizados solo como instrumento de estabilización) revirtieran al Estado aliviando una parte inmensa de la actual carga fiscal.

 

FUENTE: publico.es
La tramoya
Juan Torres López
26 oct 2014 

COMENTARIOS


Como los vampiros, la banca engorda mientras los demás menguamos porque viven de nuestra sangre. El capitalismo financiero tiene una ideología:  el neoliberalismo, la coartada de todos estos ladrones de cuello blanco y polvo... también blanco.


El sistema del dinero es un servicio público para facilitar el intercambio económico de bienes y servicios ciudadanos, es decir,  un servicio básico y vital como son los servicios sociales (salud, vivienda, educación; recursos energéticos como agua, electricidad, gas; renta básica, seguridad, información como internet, etc.), casi todos los cuales han sido privatizados para convertirlos en mercadería y, de esa forma impuesta y criminal, aprovecharse de la condición y necesidad humana, para especular y depredar hasta los máximos límites posibles.