3/5/16

"LE FALTA UN AGÜITA"

Los canarios, en nuestra particular forma de hablar el castellano, somos muy dados al uso de diminutivos: prontito, camioncito, mismito, agüita...


Resulta que el diccionario de la RAE identifica la palabra agüita (diminutivo de agua) como una infusión de hierbas u hojas medicinales que suele beberse tras la comida, pero también como locución adverbial propia de Ecuador, con el significado de al dedillo (algo que se sabe o se ha aprendido con perfecta seguridad). Sin embargo, en Canarias, a pesar de emplear la palabra en el sentido de la primera acepción: agüita caliente o infusión, ya sea de limón, azahar, menta, poleo, etc., en un "giro semántico" la empleamos para expresar asombro, sorpresa e incluso para dar un aviso de peligro inminente ¡agüita!. Pero no acaba quí el asunto; dándole una vuelta más al lenguaje, la empleamos en determinadas frases hechas, como la que encabeza esta entrada, "Le falta un agüita", para identificar a alguien que tiene pocas luces en la sesera.
 

Pues bien, de boca de un parroquiano asiduo al café matutino como yo, oí contar una anécdota que traslucía tal falta de respeto y sensibilidad, que me hizo murmurar por bajines aquello de... "le falta un agüita".

No se lo querrán creer, pero esto fue lo que el "egregio" personaje nos largó de repente:

- Mi mujer, cada vez que ve al gilipollas ese de la sillita de ruedas salir por televisión, no se puede contener y dice: "me dan unas ganas de pegarle una patada a la silla".

 
¿Se puede contar tremenda barrabasada en público?... ¿Le falta o no le falta un agüita?

Ciudadano Plof

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