18/11/15

UNA EXPOSICIÓN CLARA Y DETALLADA DE LO QUE OCURRE

Mariposas en París

 Masacre terrorista en Francia

El terror es así. Hoy, asesina en la escalofriante noche de París, mañana bombardea civiles en la franja de Gaza. Hay días en que el terror arroja detenidos por las ventanas de una comisaría remota y, otro, sus cómplices encapuchados anuncian alborozados que han asesinado a un peligroso concejal que tocaba la batería en un grupo pop. No hay causas para el terror, sólo hay pretextos. Sus verdugos parecen diferentes, pero no lo son. Sus víctimas son iguales, pero hay muchas otras más que las que recogen los registros de la morgue o de los hospitales.

Ay de ese París crecido en el banlieu de Aznavour, el que acogió a metecos como Georges Moustaki o Juan Alberto González Garrido, el ingeniero español  de 29 años que figura entre los caídos en la noche de los kalashnikov. El que hizo suyo a Picasso y proclamó a Edith Piaf como su novia. El de Jean Claude Godard y el de André Gluksmann, el filósofo maoísta del 68 que acaba de morir sin explicarnos porque terminó apoyando a Sarkozy. El París que no ardió bajo las órdenes de Hitler, seguirá en pie como proclamó su alcaldesa, Anne Hidalgo, andaluza de San Fernando. Sin embargo, muchas otras conquistas de la civilización empiezan a caer a nuestro lado, sin que acertemos a evitar su debacle. Quizá porque pocos hacen suyo la vieja convicción de Georges Brassens, la de morir por las ideas, pero lentamente, de muerte natural. O la viñeta de Iva, difundida ayer por las redes: “¡No maten más, por Dios! Y especialmente ¡No maten más por Dios!”.

Estado de guerra

 Masacre terrorista en Siria

Quienes conocen la teoría del caos, saben perfectamente de qué trata el efecto mariposa: “El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, sentenciaba un proverbio chino. Claro que el problema estriba en averiguar dónde y cuándo se produjo dicho aleteo. Y hasta dónde y hasta cuándo se hará sentir.

Sin duda, tiene razón François Hollande y Manuel Valls, el presidente y el primer ministro francés, respectivamente, a la hora de asegurar que los atentados del viernes en la capital de su país, constituían una acción de guerra. Así fue planificada, con milimétrica precisión aunque fallaran al intentar provocar una masacre en el estadio St. Denis, donde Francia y Alemania disputaban un más que simbólico partido amistoso, ante 60.000 espectadores. O en la sala atestada de Bataclan, donde mil quinientas personas asistían al concierto del grupo estadounidense Eagles of Death Metal.

“Quiero decir a los franceses que estamos en guerra, sí estamos en guerra y vamos a actuar y a golpear a ese enemigo jihadista para destruirlo en Francia, en Europa en Siria y en Irak”, precisó Valls al canal de televisión TF1, asegurando que “la respuesta francesa será del mismo nivel que el ataque” de la noche del viernes.

Masacre terrorista en Nigeria

Francia estaba en guerra desde mucho antes de esa matanza que ha despertado con justicia una enorme ola de solidaridad a escala mundial. Francia forma parte del conflicto, al menos, desde el 19 de septiembre de 2014, cuando se convirtió en el primer país europeo en sumarse a los bombardeos contra asentamientos del Estado Islámico que Estados Unidos había emprendido un mes antes. En aquella fecha, dos cazabombarderos Rafale con base en Abu Dabi destruyeron un arsenal de armas situado en las cercanías de Mosul, al noreste de Irak. Sin embargo, no sería hasta septiembre de este mismo año cuando los ataques aéreos de la aviación francesa se incrementaron, con mayores consecuencias entre los fanáticos yihadistas que han contribuido a aumentar exponencialmente el horror en el que llevan viviendo años los territorios de Irak y de Siria.

Francia no vivirá en paz mientras siga bombardeándoles, proclamaban los sangrientos muyaidines. Las mariposas de oriente próximo llegaron, por lo tanto, al Sena. Hace cuatro días, se supo que, a finales de octubre –el día 29 para ser exactos– la Dirección General de Seguridad Interior había detenido a un tipo de 25 años al descubrir que había hecho acopio de armas para atacar la base naval de Toulon, en el sur de Francia, donde se encontraba fondeado el portaaviones Charles de Gaulle que François Hollande ha decidido enviar en diciembre al Golfo Pérsico para reforzar los bombardeos contra los degolladores enmascarados. Tras conocerse la noticia, Valls, premonitoriamente, aseguró: “No hay riesgo cero. Siempre hay una amenaza terrorista importante y por eso combatimos el terrorismo en Siria e Irak, y también en Francia. Frente a esa amenaza estaremos particularmente comprometidos y nuestra mano no temblará jamás”.

Los servicios secretos de Francia y los de Estados Unidos sabían que se preparaba un atentado a gran escala y de ahí que se cerraran las fronteras francesas, en una sucesión de convocatorias internacionales que tienen como escenario dicho país. Tampoco debe ser casual que el atentado tenga lugar en vísperas de la reunión del G-20 en Turquía, otro país que debe estar en alerta máxima ante otra acción potencial del Estado Islámico.

El origen de ISIS

 Masacre terrorista en Irak

¿Dónde empezó a aletear el Estado Islámico? Tras la guerra de Irak. Bajo la tiranía de Sadam Hussein existía un grupo violento suní a las órdenes del jordano Abu Musab al-Zarqawi, que fundó el grupo terrorista en 1999 como “Jama’at al-Tawhid wal-Jihad” o “La Organización del Monoteísmo y la Jihad”. De hecho, comenzaron a actuar incluso antes de los atentados del 11-S: en 1999, el argelino Ahmed Ressam, vinculado a dicha organización, fue detenido con explosivos en su coche en la frontera entre Canadá y Estados Unidos y un mes después caía su compatriota Mokhtar Haouari. Al parecer, pretendían atentar contra el aeropuerto de Los Ángeles, pero también fijaron entre sus objetivos el Hotel Radison SAS, en la capital de Jordania y en vísperas de la celebración del nuevo milenio, aunque dos años más tarde tan sólo lograron acabar con la vida de Laurence Foley, supervisor general de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional en dicho país.

A Sadam empezó a preocuparle la alianza de este grupo con islamistas kurdos al noroeste de Irak. Sin embargo, la guerra del trío de las Azores, le impidió asestarles un golpe definitivo y, en el laberinto de pasiones de aquel conflicto, Al Qaeda les hizo suyos, hasta la muerte de al-Zaraqwi en 2006. Así que reforzó su presencia en Irak con diversas facciones armadas, como era el caso de Yama’at al-Tawhid wal-Yihad o Salafiah al-Mujahidiah que dirigía Abu-Dajanah al-Iraqi. Tras la caída de al Zarqaui, todos estos grupos cerraron filas en torno a lo que pasó a llamarse el Estado Islámico de Irak y el Levante, o ISIS, a partir de sus siglas en inglés, pero también denominado DAESH. Ya habían escapado definitivamente al control de Al-Qaeda.

Incluso, como formidable paradoja, a bordo del ISIS terminaron encontrándose los antiguos enemigos de Sadam Hussein con altos oficiales del antiguo ejército iraquí, ahora perseguidos por Estados Unidos, a partir de la invasión de 2003. Nuevas mariposas: el líder actual del Estado Islámico, se llama , autoproclamado como el Califa Ibrahim y que recibió el bastón de mando de un lugarteniente de Osama Bin Laden, Abbu Ayyub al- Masri. El nuevo califa estuvo encarcelado en el campo de detención Camp Bacca, que Estados Unidos abrió para sustituir a la temible cárcel de Abu Graib, donde se registraron considerables vulneraciones de los derechos humanos. De hecho, al margen de los generales de Saddam Hussein, las tres cuartas partes de su estado mayor están constituidas por antiguos presos, sus compañeros de celda en algunos casos.

De Irak a Libia y Siria

 Masacre terrorista en Libia

Al caos de Irak, nuevos aleteos de esa mariposa sangrienta llevaron al derrocamiento de Gaddafi en Libia. En un plisplás, en 2011, el tirano de Tripoli cayó bajo una revolución con apoyo aéreo internacional. En principio, se trataba de abrir un pasillo de exclusión para que los aviones libios no bombardearan a su propio pueblo. Pero fue el caballo de Troya por el que penetró, sin la aquiescencia de Naciones Unidas, la aviación aliada. El primer ataque lo protagonizó un avión francés, que disparó contra un vehículo militar de las fuerzas del coronel. Y otros veinte cazas franceses se apresuraron a sobrevolar el país. Tras el linchamiento mortal de Muamar el Gadafi, un propósito letal que ya había intentado al Qaeda, oficiales estadounidenses se vieron sorprendidos con la presencia de antiguos enemigos afectos a Bin Laden, entre los aliados en aquella extraña operación militar. Incluso hubo alguno, como Al-Hassadi, que se atrevió a fundar un emirato que todavía existe, en una línea muy similar a la del Estado Islámico, que empezó a instaurarse formalmente allí, tres años más tarde. Precisamente el mismo viernes en que París servía como escenario para una nueva matanza de los inocentes, un bombardeo estadounidense acababa con la vida del iraquí Abu Nabil, considerado como el líder del Estado Islámico en Libia. Se trataba, precisamente, de un exagente de policía iraquí conocido también con el nombre de Wissam Najm Abd Zayd al Zubaydi, que fue enviado para asumir dicha misión por el califa Ibrahim, también conocido como Abu Dua.

Más casualidades: veinticuatro horas antes de que los desalmados abatieran a cientos de personas en el corazón de París, el Pentágono estaba prácticamente seguro de haber acabado con la vida de uno de los mayores verdugos del estados Islámico. Un bombardeo con un dron estadounidense sobre Raqqa, en Siria, habría alcanzado el pasado jueves a ese individuo de nacionalidad británica y origen kuwaití, identificado como Mohammed Emwazi y conocido como John el Yihadista, el frío decapitador de los vídeos propagandísticos del ISIS.

 Masacre terrorista en Pakistán

Siria se ha convertido, en apenas un año, en uno de los principales bastiones del Estado Islámico, que amenaza con extender sus tropas hasta Líbano y Jordania. La primavera árabe se convirtió en un baño de sangre, a manos del presidente sirio Bachar el Asad. Mientras la oposición pedía apoyo exterior, Occidente y los nuevos actores políticos en la zona –Rusia y Turquía entre otros, ante el progresivo declive de Estados Unidos—se debatían entre el intervencionismo acostumbrado o el respaldo al viejo tirano local. Esa fue la última opción cuando unos y otros tuvieron que decidir entre Guatemala y Guatepeor, mientras el ISIS avanzaba destruyendo las ruinas de Alepo o asesinando a doscientos niños de una tacada.

El Califa Ibrahim –de cuya biografía se sabe poco—cuenta con una formidable fuente de ingresos, la generada por el petróleo en los territorios que controla. Hace un año, Estados Unidos calculaba que obtiene a diario un millón de euros por la venta de crudo, en el mercado negro. ¿Quiénes son sus compradores? Contrabandistas e intermediarios que terminan vendiéndolo a su vez a turcos y kurdos, presentes en Irak, paradójicamente enfrentados entre sí pero aliados en la coalición internacional contra el Estado Islámico. Más mariposas, más alas, más sangre.


Les faltan soldados, eso parece. Y esclavas sexuales, como la veinteañera de Huelva detenida en Barajas hace un par de semanas. A pesar de la campaña de agitación por redes sociales y la fascinación gore que han logrado crear a través de los medios de comunicación internacionales, se calcula que Estado Islámico tan sólo ha logrado reclutar a diez mil adeptos para engrosar sus filas, un porcentaje realmente ínfimo si se tiene en cuenta que hay mil quinientos millones de musulmanes en el mundo.

Un comando guerrillero

 Masacre terrorista en Turquía

A la manera de la guerra de guerrillas, las atrocidades vividas en París constituirían la acción desesperada de un comando que pretende frenar con el terror, lo que no puede hacer con su propio equipamiento militar, esto es, la acción de los bombarderos y de los drones que empiezan a ponerles contra las cuerdas, sin necesidad hasta ahora de una intervención por tierra en territorio sirio. Probablemente, seguirán otras. Matar es fácil y los objetivos, múltiples y casuales. Pero el efecto mariposa se parece demasiado al efecto dominó: tras los atentados de París, otras víctimas se abren paso. La islamofobia, que había tenido un nuevo caldo de cultivo en enero por los atentados contra Charlie Hebdo y un supermercado judío al norte de París, vuelve a crecer en la Unión Europea: el cierre al culto y la protección policial a la Gran Mezquita de París fue una medida cautelosa para evitar que, en plena espiral de acción y represión, alguien se sintiera tentado de atentar contra dicho templo como revancha por tan terrible cosecha de sangre.

La xenofobia y el miedo, que viene consolidando a la extrema derecha europea, desde Amanecer Dorado en Grecia al Pegida en Alemania y otras formaciones en países muy diferentes, puede darle la primera victoria clara al Front National de Marine Le Pen, en las elecciones regionales francesas, que tendrán lugar en apenas tres semanas. Y si el plan vigie-pirate había hecho cerrar las fronteras francesas, suspendiendo temporalmente el acuerdo de Schengen, todo parece indicar que dicha medida volverá a repetirse dentro de un mes cuando París reciba a más de cien jefes de Estado en la conferencia mundial del clima.

Visto lo visto en las últimas semanas, Schengen podría tener las horas contadas: la crisis de los refugiados ha arrojado sobre el suelo de París un pasaporte sirio que probablemente haga desvanecer buena parte de las simpatías con que los europeos vienen defendiendo la acogida humanitaria de cientos de miles de personas que lejos de pertenecer al ISIS son víctimas suyas o del déspota de Damasco. El arzobispo Cañizares, probablemente, esté satisfecho. Sin embargo, hoy más que nunca, si el discurso de la violencia prima de manera absoluta sobre el discurso de la paz, esa mariposa siniestra seguirá volando sobre nuestras tumbas. Y el problema estriba en que no parece fácil impedirlo.

Masacre terrorista en Kenia
FUENTE: publico.es
Corazón de Olivetti
Juan José Téllez
15/11/2015

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