No me has dejado más remedio que decírtelo, Esperanza. No vayas a pensar que quería, la verdad es que no. No es agradable. Tu última ocurrencia ha sido afirmar que “no estuvimos en la guerra de Irak” y te puedes imaginar que los militares que estuvieron allí tienen ganas de explicarte su punto de vista.
Entiendo que con tu afirmación lo que quieres decir es que estuvimos en Irak pero no estuvimos a la guerra, que estuvimos de voyeristas. Supongo que te refieres a eso, porque si niegas la estancia en Irak lo único que me queda aconsejarte es un psiquiatra y de los caros.
Pues bien, te voy a contar una historia, una de tantas. Se conoce como la “Batalla de Nayaf” o “Batalla del 4 de abril” (2004) y la narro de forma novelada en Un paso al frente (2014).
Es un acontecimiento que, como muchos otros relacionados con nuestras Fuerzas Armadas y con nuestra historia, ha sido ocultado a la ciudadanía gracias a la connivencia de los grandes medios de comunicación, esos a los que abroncas cuando te da la gana como si fueran tuyos.
La batalla se produjo porque los norteamericanos detuvieron (o secuestraron, según se interprete) a Mustafá al Yaqubi, lugarteniente de clérigo chií Muqtada al-Sadr. A los pocos días, la base española (Al-Andalus) recibía una manifestación encabezada por mujeres y niños, con hombres armados detrás dispuestos a disparar. Tan dispuestos que lo hicieron.
Imagen de la batalla del 4 de abril en la que se vieron implicadas tropas españolas
Te hablaré de un cabo primero, se llamaba José Antonio Durán Mendoza, aunque todos le conocían como “el negro”. Ni le conoces ni te importará conocerle, y aunque quisieras, ya es tarde. Está muerto. Pero él sí te conoce a ti, porque conoce tu mentira con una profundidad con la que muy pocos más pueden hacerlo.
Él, este verano, más de diez años después de aquella batalla, de aquella cruel y mezquina guerra, de aquel miserable engaño que perpetrasteis entre unos pocos, se suicidó. Ya no estaba en el Ejército porque le abandonasteis como a tantos otros sin una pensión (tuvo que luchar muchos años por ella) y no está porque vosotros no reconocéis Irak como una guerra. Y con ello negáis que el estrés postraumático sea como una cuenta atrás que genera depresiones, problemas mentales y suicidios.
Lo negáis porque sólo puede sufrirse estrés postraumatico tras una guerra y según vosotros “no estuvimos en la guerra de Irak”. Vuestras mentiras mataron a muchas personas, vuestra ocultación de vuestras mentiras siguió matando a muchas personas, en este caso militares y exmilitares, y ten por seguro que tu mentira, esa que vertiste hace pocos días, ajustará la soga de más de un militar o abrirá la ventana desde la que otros se arrojarán a un infierno que considerarán un paraíso en comparación a los fantasmas que tienen que acarrear, esos que genera “repartir magdalenas”. Eso sí, es muy probable que ganes elecciones y captes muchos votos porque las mentiras son muy lucrativas, especialmente si tienes medios de comunicación cómplices. Y los tienes.
Sabéis lo que pasó en Irak pero seguís mintiendo porque antes tendríais que reconocer que Irak fue una guerra y eso sería tanto como explicarle a todos los españoles que mentisteis y que lo hicisteis durante años, como también lo hicieron vuestros compañeros del PSOE que tan bien os secundan y protegen en todo (el señor “alianza de las civilizaciones” que multiplicó por seis la industria armamentista).
Este cabo primero, el que conoce tu mentira mejor que nadie, ha dejado viuda e hijos, como los muchos que quedaron en Irak, en Afganistán y en tantos otros sitios.
Lo único que espero es que caigan sobre tu conciencia todos los muertos de la guerra que (según tú) no existió, y que no puedas volver a engañar a ningún elector ni, por supuesto, a ningún militar más. Ojalá ellos y todos los demás te señalen y piensen: “mentirosa”.
Como soy de los que predican con ejemplo, comenzaré por hacerlo yo: Esperanza Aguirre, ¡eres una mentirosa!
Un paso al frente
Luis Gonzalo Segura
01 nov 2015
¡Miente de forma canallesca!
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