La corrupción rampante en el gobierno sostenido por Estados Unidos ha convertido a Afganistán en un narcoestado con ramificaciones al más alto nivel político.
Afganistán y países limítrofes
De hecho, recientes investigaciones periodísticas han señalado al propio hermano del presidente Hamid Karzai como uno de los mayores traficantes de droga del país.
Hamid Karzai
El opio, la sustancia natural de la que se obtiene la heroína, es el producto nacional de Afganistán, que suministra el 90 por ciento de esta droga que se consume en el mundo.
La actual epidemia mundial de consumo de heroína, que comenzó a fines de la década de 1980, ya ha dado lugar a la aparición de 5 millones de toxicómanos en Paquistán, de más de 2 millones de adictos en Rusia, de 800.000 en Estados Unidos y de más de 15 millones a escala mundial, entre ellos un millón en el propio Afganistán.
Tras años de ocupación extranjera, el Estado afgano de Hamid Karzai es un narcoestado corrupto, que obliga a los afganos a pagar sobornos del orden de los 2.500 millones de dólares al año, cifra equivalente a la cuarta parte de la economía del país, y el dinero de la droga se encuentra principalmente en el sistema financiero de Estados Unidos. La creciente implicancia de la CIA y su responsabilidad en el tráfico mundial de droga es un tema tabú en los círculos políticos, campañas electorales y medios masivos de difusión.
Hace un mes, The New York Times reveló que la CIA y la DEA utilizaron durante años a uno de los mayores narcotraficantes afganos como informante. Hasta mediados de diciembre, el afgano Haji Juma Khan sólo era conocido por ser uno de los mayores señores de la droga en Afganistán. En 2008, este narco afgano, que ayudó a mantener vivos a los talibanes con armas y dinero, fue detenido y llevado a Nueva York para enfrentarse a los cargos de narcoterrorismo.
Haji Juma Khan
Lo que no se sabía hasta ahora, es que Juma Khan fue durante mucho tiempo un informante que facilitó a la CIA y a la DEA datos sobre los propios talibanes, la corrupción en el gobierno afgano y otros traficantes de drogas. Los agentes de estas dos agencias estadounidenses le pagaron una gran cantidad de dinero por sus servicios.
Durante ese tiempo como espía de Washington, el narco consiguió convertirse en el amo de la droga en Afganistán. En 2006, los agentes de la CIA y la DEA lo llevaron secretamente a un hotel en Washington donde facilitó información a cambio de una condición de agente que implicaba cierta inmunidad. La relación del gobierno norteamericano con Haji Juma Khan ilustra cómo la guerra contra el terrorismo y la lucha contra el narcotráfico suelen chocar, sobre todo en Afganistán, donde el tráfico, la insurgencia y el gobierno son realidades que se solapan muchas veces.
El profesor canadiense Peter Dale Scott y su colega estadounidense, el historiador Alfred McCoy, son dos académicos que han investigado la responsabilidad de la CIA en el tráfico de droga dentro de las zonas donde se desarrollan las guerras estadounidenses.
Alfred McCoy Peter Dale Scott
McCoy escribe que “el opio surgió como fuerza estratégica en el medio político afgano durante la guerra secreta de la CIA contra los soviéticos” y agrega que esa guerra “fue el catalizador que transformó la frontera paquistano-afgana en la más importante región productora del mundo”. La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) estima que el total de ingresos provenientes del comercio del opio y la heroína se sitúa entre los 2.800 millones y los 3.400 millones de dólares.
En 2006, un informe del Banco Mundial afirmaba que “al más alto nivel, 25 o 30 grandes traficantes, la mayoría con bases en el sur de Afganistán, controlan las transacciones y los envíos más importantes, trabajando estrechamente con apoyo de personas que ocupan posiciones políticas y gubernamentales al más alto nivel”. En una conferencia desarrollada en Kabul meses atrás, el jefe del servicio federal antinarcóticos de Rusia estimó el monto actual del cultivo de opio en Afganistán en 65.000 millones de dólares.
Solamente 500 millones van a los cultivadores afganos, 300 millones a los talibanes y los 64.000 millones restantes van a la “mafia de la droga”, en un país cuyo PBI es de sólo 10.000 millones de dólares. Según la ONUDD, sólo entre un 5 y un 6% de esos 65.000 millones de dólares, o sea entre 2 800 y 3.400 millones, se quedan en Afganistán. No existen pruebas de que el dinero de la droga que han embolsado los traficantes aliados de la CIA haya alimentado las cuentas bancarias de la inteligencia norteamericana o las de sus oficiales, pero la CIA ha sacado provecho indirectamente del tráfico de droga y ha desarrollado con el paso de los años una estrecha relación con ese comercio.
La guerra secreta de la CIA en Laos fue un caso extremo. Durante ese conflicto, la agencia de espionaje hizo la guerra utilizando como principales aliados al Ejército Real laosiano del general Ouane Rattikone y el Ejército Hmong del general Vang Pao, ambos financiados en gran parte por la droga.
General Vang Pao
Antonio Maria Costa, jefe de la ONUDD, ha declarado que “el dinero de la droga, que representa miles de millones de dólares, ha permitido al sistema financiero mantenerse en el punto culminante de la crisis financiera”.
Antonio María Costa
Se podría sumar otro elemento a las consideraciones del Dr. Costa: es política oficial de la Casa Blanca no penalizar a los grandes bancos y Obama demostró que más bien hay que premiarlos. El experto Michael Smith lo explica claramente: “Ningún banco de EE.UU. ha sido enjuiciado por violar la ley de secreto bancario o cualquier otra ley federal (en la materia).
En cambio, el Departamento de Justicia establece cargos en el marco de acuerdos de procesamiento diferido, por los cuales un banco paga una multa y promete no volver a violar la ley... Los megabancos están protegidos por una variante de la teoría ‘demasiado grande como para caer’. Fallar contra un gran banco podría... causar pánico en los mercados financieros”.
FUENTE: http://www.taringa.net
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