Periodistas mexicanos frente al narco
Bajo el Gobierno de Peña Nieto, 39 profesionales han sido asesinados. Pese a la impunidad, una parte de la prensa planta cara al terror
“Los mexicanos quieren un país seguro y tranquilo”, dijo Enrique Peña Nieto en diciembre de 2012 como nuevo presidente de México, al anunciar su plan para acabar con la violencia. A un año de las elecciones presidenciales de 2018, su mandato arroja el balance de 80.000 muertes violentas, según las cifras recogidas por distintas entidades públicas. En el Estado de Sinaloa, una persona muere violentamente cada cinco horas y media, se produce un robo de automóvil cada 60 minutos, y de los 1.032 homicidios perpetrados en los siete primeros meses del año, sólo se ha abierto investigación en un puñado de casos.
A las 6 de la mañana no se escucha en Culiacán el canto del gallo, sino el sonido inconfundible del timbre de las alarmas que van desactivándose en diversos barrios de la capital sinaloense. Bip, bip, bip. Las familias más ricas han convertido sus residencias en fortificaciones con alarmas, rejas, alambradas, y dos o tres controles de acceso. Soldados de la Marina patrullan las calles con el rostro cubierto y fuertemente armados. Estas son las primeras señales inquietantes que recibe el visitante en este territorio del noroeste mexicano, que el Departamento de Estado de EEUU describe en sus mensajes de alerta como “feudo de una de las organizaciones criminales más poderosas de México”.
A las 9 de la mañana y en pleno centro de la ciudad, Culiacán ofrece una imagen bulliciosa, donde todo es aparentemente normal en comercios, bancos, bares, restaurantes. Hasta es posible presenciar una escena de civismo nórdico como la de un agente motorizado de la policía municipal, que requiere el permiso de conducir y la documentación al chófer de un tráiler enorme en una calle céntrica, y le advierte que le va a multar por circular en una hora prohibida para los vehículos de transporte. Todo muy normal, si no fuera por el detalle de que a la misma hora el fiscal del Estado admite en una conferencia de prensa que no tiene todavía ninguna información de los 12 secuestrados en un restaurante la noche anterior.
“Hoy nuestra jornada empezó en la madrugada, con un asesinato muy relevante, del hermano de Julio César Chávez, el campeón de boxeo más grande que ha dado México, al resistirse a un asalto en su casa”, explica Adrián López Ortiz, director del diario Noroeste, de Culiacán. “Nuestro artículo ya era viral a las pocas horas. Luego nos amanecimos con el levantón (secuestro) de 12 personas que cenaban en el restaurante Mar Sea. Un comando armado irrumpió en el local. Hemos pasado todo el día tratando de confirmar detalles de la noticia”.
Julio César Chávez (izquierda) - Su hermano Rafael, asesinado.
“Hay sociedades en el mundo que llevan situaciones sostenidas de violencia o de atrocidad. Creo que es el caso de Culiacán. En la madrugada secuestraron a 12 personas en un restaurante. Una sociedad que no estuviera acostumbrada a eso no iría hoy ni de risa a ningún restaurante. Se quedaría en su casa, aterrada”, exclama Adrián López. Y la vida sigue. Muchos visitantes que llegan por primera vez a Sinaloa esperan ver la guerra en las calles. “Me decía una periodista de Associated Press, esto se ve bastante mejor de lo que esperaba, se ve el dinero, los restaurantes están llenos, las mujeres son guapas. De repente, esta ciudad tan normal, tan próspera, tan saludable, tiene brotes de violencia tan profundos. Hay una cierta hipocresía social desde las élites en Sinaloa: hemos normalizado esta violencia, porque en realidad la hemos negado a base decir que los narcos se matan entre ellos, en qué se habría metido…”. Hasta que de pronto el golpe llega a alguien por encima de toda sospecha.
En este escenario, uno se pregunta en qué condiciones trabajan los periodistas. “Tenemos una redacción versátil, en la que todo el mundo está preparado para cubrir una noticia de violencia, porque te puede tocar mientras estás en un concierto musical o preparando un reportaje de gastronomía”, responde López Ortiz. “El mayor riesgo está en la investigación y en la publicación. Tratamos siempre de pecar de prudentes, y aquí entran nuestros protocolos de seguridad y códigos operativos. Hay que decidir si la nota la firma el reportero o la redacción”.
Adrián López Ortiz, director del diario Noroeste
En Sinaloa nació uno de los carteles de narcotraficantes más poderosos del país y, sin duda, con mayor eco mediático. Nombres de capos como el Chapo Guzmán, Mayo Zambada, Félix Gallardo o los Bertrán Leyva, son tan conocidos por la opinión pública como los artistas mexicanos más populares. De manera más o menos perceptible para el foráneo el narco está presente en la vida de los sinaloenses. “No se puede hacer periodismo en Sinaloa sin tocar el tema del narcotráfico, aun con los riesgos que implica. Lo que tenemos que debatir es cómo lo cubrimos, cuáles son las líneas editoriales, que no se confunda el trabajo periodístico con el trabajo policial”, subraya Ismael Bojórquez, director del semanario Ríodoce, que fundó en febrero de 2003. La publicación es, en palabras de su director, “un esfuerzo periodístico que, desde su nacimiento, tomó como causas la verdad, las libertades, la democracia, la justicia social, la lucha contra la corrupción y los derechos humanos”.
CONTINÚA...
FUENTE: ctxt.es
Francesc Relea
Sinaloa - México
16/08/2017
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