Javier Krahe
Por la absolución de Javier Krahe, tristemente fallecido, supimos hace algunos años que cocinar un cristo para dos a las finas hierbas no es delito, ni lo es utilizar la sátira contra el poder, aunque éste se encarne en la Iglesia, la institución más poderosa de la historia de la humanidad. Lo que ahora está en cuestión es si se le puede presentar como un cartel de despiece de vacuno, distinguiendo el solomillo del costillar y el muslo del morcillo, que es lo que ha hecho una de las comparsas que participan en las fiestas de Bilbao para decorar su caseta, reconvertida en ‘Carnicerías vaticanas’.
El montaje de Hontzak, una mordaz comparsa libertaria fundada por la CNT, regida por el lema “ni dios ni estado ni patrón, ¡Athletic campeón!”, ha ofendido mucho al alcalde de Bilbao, Juan María Aburto, pero sobre todo al Obispado, que logró que este lunes un juez ordenara a la Ertzaintza la retirada de la supuesta blasfemia.
El debate parecía resuelto desde 2015 cuando unos asesinos fanáticos convirtieron en una morgue la redacción de Charlie Hebdo y todos fuimos Charlie por un día, incluidos los principales líderes mundiales. Aquello fue un espejismo porque, en realidad, sólo somos Charlie cuando nos conviene o cuando hay muertos en la mesa y aceptamos la libertad de expresión en su más intenso sentido de burla y de mofa cuando nos pasa al lado y no nos mira con sus ojos penetrantes.
La renuncia a la sátira contra la religión que, como decía El Perich, es ese invento que nos consuela de los problemas que no tendríamos si no existiese, es la primera gran derrota de Occidente frente al integrismo, bajo el falso supuesto de que es bueno renunciar a dibujar a Mahoma con una bomba en el turbante si a cambio se consigue que esas bombas no se materialicen en unos trenes de cercanías.
Se dirá a renglón seguido que el fundamentalismo cristiano no mata, aunque olvidando que su pasado está lleno de cadáveres y su presente es un rosario de casos de abusos a menores y ataques gravísimos a la libertad sexual y reproductiva de las personas.
De vuelta a España ha sido relativamente frecuente que artistas, activistas e irreverentes, en general, hayan tenido que pasar por los tribunales para demostrar que sus actos no contravenían lo dispuesto en los artículos 524 y 525 del Código Penal sobre las ofensas a los sentimientos religiosos, algo que ya estaba regulado por el propio sentido común.
Los responsables de Hontzak han respondido con humor al desmontaje de su ‘carnicería’: “Creíamos que las personas que organizan performances que escenifican un ritual mágico-caníbal en el que simulan comerse la carne y beberse la sangre de un mozo de 33 años, entenderían que a algunas personas nos pudiera resultar gracioso. Nos parecía tan delirante que no pensábamos que lo hacían en serio”.
FUENTE: publico.es
Tierra de nadie
Juan Carlos Escudier
22/08/2017
Este ciudadano cree, que si hay alguien que, en realidad, debe estar molesto por el despiece, ha de ser el propio Jesús "El Cristo". Y, que sepamos, no se ha manifestado personalmente al respecto.
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