Ríodoce sufre un golpe durísimo el pasado 15 de mayo, cuando el periodista Javier Valdez Cárdenas, cofundador junto a Bojórquez y corresponsal del diario La Jornada, es asesinado por un sicario en plena calle poco después de salir de la redacción. El semanario publica el mismo día un editorial titulado “Hoy nos pegaron en el corazón” en el que afirma con rotundidad: “No tenemos ninguna duda: el origen del crimen de Javier Valdez está en su trabajo periodístico relacionado con los temas del narcotráfico”.
Javier Valdez Cárdenas
“Nosotros entrevistamos en febrero a Dámaso y publicamos la entrevista”, explica Bojórquez. “A los hijos del Chapo no les gustó esto. Intentaron requisar la edición comprando todos los ejemplares. Eso generó un ambiente de mucha tensión y mucho nerviosismo, entre nosotros, con Javier. Se pensó en sacarlo del país, a Argentina, con ayuda del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ). Pero era muy complicado por su familia. El día que lo mataron habíamos hablado del tema de su salida de México”. A partir de la muerte de Javier, los periodistas se hacen muchas preguntas, dónde estamos, qué hacemos, qué necesitamos hacer. “En términos periodísticos, no vamos a cambiar. Cada semana hemos estando dándole duro, sobre todo al Gobierno. Para nosotros el objetivo principal de la investigación es el Gobierno y la corrupción. Cada semana hablamos de las protestas por el asesinato de Javier”, añade Bojórquez.
Han transcurrido casi tres meses --Ríodoce recuerda cada día que el crimen permanece en la más absoluta impunidad--, y la consigna “Javier Valdez vive” sigue visible en carteles y pintadas en todo Culiacán. La vida ha cambiado para muchos compañeros del periodista asesinado, según reconoce Ismael Bojórquez: “Lo que más nos mueve ahora es algo que yo en lo personal nunca había hecho en más de 25 años que llevo en el periodismo: nos estamos metiendo a hacer algo más que periodismo y a trabajar como ciudadanos también”. El mismo día del asesinato, Ríodoce convocó a la sociedad civil a movilizarse en las cinco ciudades más importantes de Sinaloa. En Culiacán salieron a la calle 600 personas, en Mazatlán unas 400, en Los Mochis 200. A pesar de estas cifras muchos de los asistentes comentaban que nunca habían presenciado una marcha de protesta tan enérgica y tan emotiva.
De enero a julio nueve periodistas han sido asesinados: El mismo día que era acribillado Javier Valdez, también caía bajo las balas Jonathan Rodríguez, del semanario El Costeño de Autlán, de Jalisco. El 23 de marzo, Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada en Chihuahua y una de las periodistas más respetadas de aquel estado, recibió ocho balazos cuando llevaba a su hijo a la escuela. El 14 de junio fueron encontrados en un paraje de Michoacán los restos calcinados de Salvador Adame, director de Canal 6 TV en la localidad de Nueva Italia, que había sido secuestrado el 18 de mayo por un grupo de hombres armados. Según la Sociedad Interamericana de Prensa, Adame, de 45 años, criticó las arbitrariedades cometidas por autoridades municipales, estatales y federales.
El impacto del asesinato de Valdez ha hecho que por primera vez los periodistas en México estén debatiendo. Por primera vez las condiciones de trabajo son objeto de discusión. Un ejemplo, el 95% de los reporteros de radio en Sinaloa no tiene seguro social. Hablo con López Ortiz de la situación de la prensa mexicana y señala, de entrada, la contradicción entre algunos “ejemplos individuales de gran periodismo”, y la escasa o nula independencia de los medios. “No hay independencia periodística si el 70% o el 80% de tu ingreso mensual sale de una oficina del Gobierno, disfrazado de publicidad oficial. Peña Nieto ha gastado cerca de 37.000 millones de pesos en publicidad oficial (unos 1.800 millones de euros) en lo que lleva de sexenio, y tiene el nivel de credibilidad más bajo de la historia. De nada ha servido todo el dinero que ha puesto en Televisa o en otros grupos de comunicación”.
La causa o el resultado, según se mire, de esta dependencia del Estado, es que los medios en México “no han construido modelos de negocio rentables que les permita hacer periodismo innovador y atractivo. No generan valor para las audiencias y las audiencias dejan solos a los medios. Y eso explica que en lo que va de año llevemos nueve periodistas asesinados y a la gente honestamente le importa un carajo. Porque no hacemos periodismo para la gente, hacemos periodismo para la dependencia, para el gobernante, el senador, el gobernador que nos mantiene”.
Todo ello, explica González Valdés, en un contexto de un Estado muy injusto y desigual, en la propiedad de la tierra, en el acceso a la vivienda, a la alimentación y a la educación (más de la cuarta parta de mayores de seis años eran analfabetos).
Ronaldo González Valdés
El también escritor, autor teatral y periodista Antonio Haas, que escribió en los principales diarios de Sinaloa, apunta que la siembra industrial de amapola se inicia en la sierra de Sinaloa durante la Segunda Guerra Mundial a instancias y con financiación del Gobierno estadounidense de Franklin D. Roosevelt, para surtir de morfina a hospitales de las tropas aliadas. La única producción legal de opio, de Turquía, había quedado en manos del Eje. Es una época dorada para los campesinos sinaolenses. Terminada la guerra, México y EEUU deciden poner fin a los cultivos de amapola, y se les dice a los gomeros, que producen y exportan goma de opio, que vuelvan a plantar maíz y frijol.
Campo de amapolas en México
CONTINÚA...
FUENTE: ctxt.es
Francesc Relea
Sinaloa - México
16/08/2017
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