Lamentablemente, se ha vuelto a repetir la tragedia y Europa
quedó conmocionada por un nuevo atentado. Sin embargo, nada hemos hecho
por evitarlo y, peor aún, estamos expulsando y dejando morir a los más
de dos millones de refugiados que huyen del mismo terror que nos golpea.
Inhumano.
El origen
Todo comenzó con dos guerras colonialistas: Irak y Afganistán. Dos
conflictos que convirtieron dos países en estados fallidos, ese gran
negocio del neocolonialismo. Entramos en Irak para encontrar las armas
de destrucción masiva, democratizar el país y terminar con el supuesto
apoyo que se prestaba a Al Qaeda. Mentira. Nuestros propios servicios de
inteligencia negaron tanto los apoyos como la existencia de armas de
destrucción masiva. Aznar no fue engañado, Aznar nos engaño: todo fue una guerra colonial.
No conseguimos ninguno de los objetivos: no encontramos las armas de
destrucción masiva, no democratizamos el país y no solo no conseguimos
que Irak dejase de ser un estado que apoyase al terrorismo, sino que
lo convertimos en un estado terrorista en el norte. Imposible hacerlo
peor.
Entramos en Afganistán para matar a Osama Bin Laden, democratizar el país y terminar con un estado terrorista.
Usāma bin Muhammad bin `Awad bin Lādin
(Osama Bin Laden)
A Osama Bin Laden lo matamos (supuestamente) en Pakistán. Esos pequeños fallos; ya se sabe.
Eliminamos toda estructura de gobierno y creamos un estado nuevo apoyado en los Señores de la Guerra,
algo así como terminar con toda organización en Nápoles y construir un
nuevo estado apoyándose en los capos de la mafia. Por ello, los niveles
de corrupción, inseguridad y falta de legitimidad son elevadísimos. No
es nuevo, Ronald Reagan ya recibió a los luchadores de la libertad afganos, que era como se llamaba entonces a los terroristas que combatían a los soviéticos. ¡Hasta Rambo estaba con ellos!
Ronald Wilson Reagan
(cuadragésimo presidente de EE.UU.)
No solo no conseguimos terminar con el terrorismo, que por cierto
había alimentado Occidente, sino que terminamos con uno de los pocos
éxitos de los talibanes, marginalizar el cultivo de opio. En pocos años,
con tropas internacionales ocupando todo el país, Afganistán recuperó
los niveles de producción y exportación de opio anteriores a la guerra
(con aumentos del 1.400% anual) y se comenzaron a registrar niveles de
récord año tras año (6.400 toneladas de opio en 2014 frente a las menos de 70 toneladas en 2001). Para hacernos una idea, en
el año 2000 había 82.000 hectáreas cultivadas y los talibanes las
redujeron en un 91% hasta las 7.000 en 2001, pero en 2002 con la tropas
internacionales ocupando el país ya había entre 45.000 y 65.000
hectáreas).
Por tanto, fracasamos de forma estrepitosa en todos los objetivos marcados.
EI, ISIS o DAESH
El EI, ISIS o DAESH surge debido a las nuevas guerras colonialistas
que generan estados fallidos, cuyo negocio es innegable, y motivado
también por la gran partida de ajedrez que juegan los poderosos usando
el planeta como tablero (Ucrania, Yemen, Siria, Magreb, etc.). Todo ello
con más de dos millones de muertos, dos millones de refugiados, veinte
millones de desplazados en Oriente Próximo y más de cincuenta en todo el
mundo y casi veinte billones de euros gastados de forma directa o
indirecta en la guerra.
Juzgar a los culpables
Tony Blair (Gran Bretaña), George Bush (EE.UU.) y José Mª Aznar (España)
El Trío de las Azores
Lo primero que tendríamos que admitir es que somos responsables en un
altísimo porcentaje de los muertos en Bélgica, Francia, Reino Unido,
España, Estados Unidos y en esos otros países en los que nos importa un
pimiento que mueran personas en atentados.
Deberíamos haber juzgado a Aznar, Bush, Blair y otra serie de gobernantes por crímenes de guerra, sin olvidarnos del inventor de la alianza de las civilizaciones, Zapatero (que con Bono y Chacón multiplicaron por seis la fabricación y venta de armas).
Terminar con el gran negocio de los estados fallidos y no participar de la partida de ajedrez
Soldados protegiendo un campo de adormideras en Afganistán
Nuestras industrias farmacéuticas y nuestros traficantes, los
cuales invitan a sus yates a nuestros políticos, se aprovechan del
opio de Afganistán. Por desgracia, hay más puntos de unión (los paraísos
fiscales, la financiación, el blanqueo de dinero y los delitos) entre
nuestros partidos políticos y los narcotraficantes que los que puedan
tener con los ciudadanos.
Nuestras industrias armamentísticas se aprovechan de las guerras y
reparten beneficios con los bancos, las empresas y los señores de la
guerra españoles (Morenés, Chacón, Bono, los altos mandos militares que
trabajan en la industria armamentística, etc.).
Nuestras petroleras han estado expoliando el petróleo en condiciones
de enormes beneficios en el Irak controlado por Occidente y en mejores
condiciones todavía en la parte ocupada por el EI. Ése es el gran
negocio.
Nuestras empresas textiles (El Corte Inglés, Inditex o Cortefiel),
las mismas que esclavizan a trabajadores en India o Bangladesh, estarán
frotándose las manos ante el gran negocio que no tardará en llegar: mano
de obra barata muy fácil de esclavizar. Alguna, como El Corte Inglés,
tiene más intereses aún.
El Estado Islámico y las mentiras de los medios de comunicación y de los gobernantes
El EI se asienta en un territorio situado entre el norte de Irak y el
este de Siria con una población aproximada de entre 6 y 8 millones de
personas. Se financian principalmente de la venta de petróleo y
antigüedades (a Occidente), las donaciones que reciben de las monarquías
del Golfo (esas que son tan amigas de nuestros reyes), extorsiones,
secuestros o divisas de los bancos que se encuentran en sus territorios.
Se trata de unos 50.000 a 60.000 mercenarios que se encuentran en una
zona llana, desértica e interior. Es llana, por lo que no pueden
esconderse como en las montañas de Afganistán. Es desértica por lo que
tienen que localizarse en áreas muy concretas (y conocidas) en las
cuales hay agua y sus movimientos militares son muy complejos.
Finalmente, es interior, por lo que no tienen salida al mar y su única
posibilidad son las comunicaciones por carretera, que cuando hablamos de
exportación de petróleo son bastantes reducidas (obviamente, los
camiones de petróleo no llevan bien el desplazarse por los desiertos).

Así pues, es una gran mentira de los medios de comunicación y los
países occidentales que el EI lleve varios años soportando, sin
armamento pesado ni aviación, los ataques de Estados Unidos, Francia,
Reino Unido, Rusia, Israel, Turquía, el resto de aliados o las
monarquías del golfo. Es decir, 60.000 mercenarios han sobrevivido
a ejércitos con más de 4 millones de soldados, aviación y armamento
pesado, y lo han hecho en una zona llana, desértica e interior que
militarmente sería la más accesible e indefendible del mundo. No solo
eso, encima tenemos que soportar que los medios de comunicación
pretendan hacernos creer que el EI quiere recuperar Al Andalus.
No es la única mentira, también nos informan que lo que sucede es una
guerra cultural entre Occidente y el Islam cuando la realidad es
que casi el 90% de los atentados y las víctimas del EI no se encuentran
en Occidente y de los veinte centros religiosos atacados hay
una sinagoga, una iglesia y dieciocho mezquitas.
Primero: Terminar con el Estado Islámico
El primer reto que tenemos es terminar con el Estado Islámico. La
gran dificultad de esta operación es que terminar con este estado
terrorista significaría enormes pérdidas para la industria
armamentística, las petroleras, distintas empresas, los bancos y los
gobernantes, que obtienen enormes réditos con su existencia y un cheque
en blanco para recortarnos libertades.
Terminar con el EI es relativamente sencillo, aunque tendríamos que
asumir un coste elevado de víctimas. Una primera operación de bloqueo
económico de seis meses a un año de duración que debilite
considerablemente su estructura financiera y le impida pagar a los
mercenarios reduciría el número de estos y el apoyo entre la población.
Una segunda fase militar, si fuera necesaria, terminaría con los
terroristas con una operación terrestre que no excedería los seis meses.
Segundo: Plan de desarrollo regional
Una operación militar, de no poder evitarse, debe ser siempre una
parte muy pequeña de un plan mucho mayor. El objetivo principal, en este
caso, debe ser implementar un plan de desarrollo regional que supondría
mucho dinero y esfuerzo (menos que el coste de la guerra, seguro), pero
que estabilizaría y desarrollaría la región a medio plazo. Este plan de
desarrollo, junto con un plan de integración en determinadas áreas de
Europa que ofrezca un verdadero futuro a las
comunidades marginadas, es la única forma de reducir los ataques
terroristas a corto y medio plazo y terminar con ellos a largo plazo.
¿Por qué nadie habla de un plan de desarrollo regional?
Nadie habla de este plan porque se prefiere gastar billones de euros
en la industria armamentística (España ya es la séptima potencia del
mundo en fabricación y exportación de armas) que en un plan de
desarrollo que generaría estados soberanos que reclamarían la
explotación de sus recursos, como el petróleo, que se convertirían en
competidores potenciales de nuestras industrias (textiles, por ejemplo) y
que dejarían de dar réditos electorales a nuestros gobernantes o servir
de cortinas de humo con las que esconder sus políticas.

Nadie habla de este plan de desarrollo y, de la misma forma, no
recuerdan que el juez Silva denunció que tenía correos electrónicos que
vinculaban a Aznar, Agag, Blesa y el tráfico de armas; no recuerdan que
Agag declaró en el parlamento portugués debido a sus relaciones con
El-Assir y la venta de armas; y no recuerdan que El-Assir es un gran
amigo de los Aznar y del rey Juan Carlos con el que se va de monterías
(por todo esto, la novela Código rojo ha sido silenciada, dado que trata
el tráfico de armas y los distintos intereses de los poderosos).
Y nadie habla de este plan porque el control de los medios de comunicación es absoluto por parte de los distintos poderes.
No nos dejemos engañar
Así pues, cuando pensemos que el ideólogo del EI o de todos estos
grupos terroristas se encuentra en una parte indefinida del Islam y que
esto es una guerra cultural, sería bueno que supiéramos que, por
desgracia, todo esto es un gran negocio, que los responsables están tan
cerca de nosotros que les votamos y les hacemos reverencias y que cada
atentado de la supuesta guerra cultural supone una subida de las
acciones de la industria armamentística en la bolsa.
FUENTE: publico.es
Un paso al frente
Luis Gonzalo Segura
23/03/2016