Todos dábamos por hecho, antes de jugar el partido, que el asunto ya estaba resuelto: que la selección española, actual campeona, sería cabeza de serie del grupo D y que no tendría que cruzarse con la temida Italia; todo ello porque está en nuestros genes lo de vender el pescado sin haberlo sacado del agua.
Repito que no soy un forofo del balompié, y mucho menos un entendido del mismo pero, desde mi óptica profana, pude observar en este encuentro una selección española falta de empuje y verticalidad, y con frecuentes fallos y pérdidas de balón en la saga defensiva; todo lo contrario de Croacia, que se mostró eficaz, rápida, incisiva y contundente, lo que la llevó a ganar el partido con toda la justicia del mundo.
A lo mejor esto nos hace desperezarnos y entender que no se puede vivir de los réditos y de las estadísticas, y que hay que salir a disputar, con garra y con afán, todos los balones posibles, tal y como hicieron los croatas que, para mí, ha sido, hasta ahora, de los mejores conjuntos del campeonato.
Ciudadano Plof
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