18/6/16

DE LENGUAS Y LENGUAJE

Cuando éramos niños, en el colegio nos enseñaron ortografía, caligrafía, vocabulario y semántica; hoy ya la ortografía ha pasado a un segundo plano y la caligrafía ni les digo, porque los nuevos sistemas educativos han constatado que cada uno tiene su letra, y me parece bien, pero dentro de un orden; el vocabulario (ni por definición) , y de la semántica ya ni les cuento.


Cada día cuando leo la prensa escrita y digital donde muchos escriben con una verborrea cuasi sin sentido en contenido y contexto, se ve que la semántica forma parte del pasado. Hay que releer una frase para entender de qué trata lo que dice, o más bien, qué quiere decir el que escribe. Aquí cada uno interpreta lo que quiere como aquel lienzo en blanco con un punto negro en el medio, donde el título es más poético que la imagen.

Vemos muy a menudo la frase de moda... y sutanito de tal "se vino arriba" o " se vino abajo". Vaya por dios, he tenido que preguntar a los "modernófilos" lo qué significa, aunque supongo que será por adivinación lógica, pero no por significado directo legible. ("Modernófilos" es un término que me acabo se sacar de la manga).


Encontramos palabras inventadas por los propios políticos, de las que ni tan siquiera ellos supieron al principio su significado. Pero como los asesores las ponen, ellos se limitan a repetirlas. Asesores es un neologismo posmodernista que suena bien. Como aquellos tan repetidos de "canariedad" o "archipielágico", que han tenido que registrar y dar significado a base de repetirlas en diccionarios alternativos al de la RAE.

Como en los restaurante modernos, aquellos huevos revueltos en molde de algo que se le rompió al de la cocina y quedó desparramado sobre el plato, y lo llamó "decontrucción templada de huevo" para que quedara poético. Palabra asociada al término "posestructuralismo", del filósofo de los años sesenta, Jacques Derrida. Es decir, que cuando se le corte la mayonesa, no la tire: esparzala sobre el plato y diga que es "deconstrucción de emulsión oleaginosa de huevo". Que igual se puede comer y no hace daño alguno (yo la tiro por si acaso).


Luego aquellas sustantivaciones como "autonomismo", "desenchufamiento", "analizabilidad", "antiestatutista", "desnacionalizar", y así una alrga lista de palabrejas que ya eran utilizadas desde muchos años atrás (Emilio Castelar o Manuel Azaña ya las utilizaban en sus discursos). También eufemismos y otras modalidades lingüísticas para exacerbar los textos y llamar la atención de los oyentes acompañados de gesticulación y maniobras malabares.

Al final de todo, nuestra riqueza del lenguaje, que asimilamos de pequeños, y que tanto nos costó aprender a base de estudio y de interminables comentarios de texto y de aprobados y suspensos, solo sirve para crear una base ínfima del conocimiento para luego inventar y crear el idioma. Y si no, miren las preposiciones que se aprenden ahora en Primaria. Nos han birlado unas cuantas.


FUENTE: eldia.es
Cartas al Director
Per Thomsen - 10/06/2016

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