25/3/14

LA POLICIA REVENTÓ EL 22-M PARA LOS TELEDIARIOS


No podía dar crédito, tras una histórica manifestación pacífica con más de un millón de personas (un récord en democracia), un cúmulo de gente buena y solidaria de izquierdas (como en esa foto en la que se ve a un “peligroso anti-sistema” frente a las grandiosas Mujeres del Carbón), la policía empezó a dispararnos pelotas de goma y gas pimienta mientras nos retirábamos tranquilamente por el lateral de Recoletos. Todavía se escuchaba en el escenario a la Solfónica, cuando una policía inusitadamente agresiva empezó a disparar indiscriminadamente a una multitud de personas mayores, jóvenes, con niños y de todo tipo que se retiraba satisfecha (y cansada tras haber hecho miles de kilómetros a pié algunas), con sus pancartas, sus fotos con conocidos de twitter, sus banderas, su entusiasmo tras unas Marchas por la Dignidad ejemplares, potentes y multitudinarias como no se recuerda. Fue la resurrección de la izquierda. Pero ese ambiente se vio rápidamente empañado por las primeras carreras de jóvenes y no tan jóvenes provenientes de Colón que avisaban de que estaban disparando.

Yo no podía dar crédito y pese a la oposición de mis amigos, me dirigí en dirección contraria, hacia la policía, gritando un indignado “No podéis dispararnos, no estamos haciendo nada, el acto no ha terminado… fascistas”. Mi argumentación se acabó cuando sentí la primera pelota de goma zumbar junto a mi turbante e impactar unos metros más allá en uno de los árboles de la zona ajardinada de Recoletos. De repente se me vino la imagen de Esther Quintana perdiendo un ojo por un pelotazo. Me paré en seco y eché a correr hacia Cibeles entre personas caídas al suelo, que habían resbalado en el césped, encapuchados que respondían con insultos a la agresión policial y un verdadero caos. Miramos el reloj: las 20:20. Cifuentes había anunciado que no se disolvería nada hasta las 21:30. Una nueva mentira del PP para criminalizar a los manifestantes.


Desde el escenario se empezó a gritar con estupor: “Recordamos a la policía que está interfiriendo en un acto totalmente legal y que deben abandonar inmediatamente la plaza. Estamos siendo objeto de una agresión. Este acto aún no ha terminado”. Pero la policía ignorando cualquier argumento democrático o legal, irrumpió con inusitada violencia y nos siguió disparando entre caóticas carreras y escasas respuestas de algún joven que tiraba una triste piedra o profería un insulto. Mientras, los que ya nos retirábamos pacificamente, nos veíamos obligados a correr para evitar acabar como ese joven al que le han tenido que extirpar un testículo por un pelotazo.

La policía y Cifuentes podrán argumentar las mentiras que quieran, pero ninguna agresión justifica que se dispare de forma indiscriminada sobre población civil en una vía repleta de personas pacíficas que están retirándose. 


Inmediatamente llegó toda una caravana de lecheras que se detuvo en Recoletos e ignoró nuestras protestas para encender las luces internas y que viésemos cómo se calzaban su equipo violentador con cara de enemigo. A mí me dio tiempo a grabar un video pensando que no se atreverían a dispararnos de nuevo junto a sus compañeros de uniforme (los otros, los infiltrados, ya sabemos que tienen que usar el santo y seña “¡qué soy compañero, coño!”).

A esta rabia siguió una nueva ola de disparos de goma y gas pimienta en cuanto la caravana subió a unirse a sus compañeros. Esta nueva carrera nos llevó hasta la esquina de Almirante para buscar refugio. Ya habían montado una barricada frente al Bankia de la esquina que recibió un frustrado sillazo en la cristalera.


A lo lejos se seguía oyendo a unos desesperados ponentes pedir una y otra vez a la policía que cesasen en su violencia. De repente recordé que, la última vez que estuve en una manifestación frente a la ya permanentemente blindada calle Génova, los enfrentamientos empezaron con puntualidad milimétrica antes de que comenzasen los mismos telediarios que nos habían estado ignorando durante todos estos días. Por supuesto el eje del 22-M no fue la impresionante convocatoria sin precedentes, sino la “violencia de radicales de izquierdas” que habían reventado las Marchas de la Dignidad. En varios vídeos se muestra lo “violentísimo” que responden los escuadrones en formación, ya preparados junto a la cafetería Riofrío (dispuestos a cargar, como avisados para hacerlo a una hora determinada). Es a raíz de cuatro piedras y dos latas que unos encapuchados arrojan con frustración desde casi 100 metros de distancia cuando, sin esperar a un acto realmente violento, la policía entra en la plaza de Colón disparando ya desde el principio. Para hacer su particular paripé tienen que pasar por entre familias con cochecitos de niños, ancianos y aturdidos manifestantes que continuaban pendientes del escenario, ya que, el acto no había finalizado. Pero ellos ya habían recibido el guión de la ópera bufa “Los violentos de izquierdas son terroristas en cuanto les dejas reunirse”. Y metidos en su función, nos obligaron a ser extras del esperpento a los que, aunque indignados, intentábamos encontrar de manera pacífica, una salida no violenta a su estafa.


FUENTE: Público.es
Palabra de Artivista
Shangay Lily
24/03/2014

COMENTARIOS:
 
xavicabu
Yo estuve con mi hija menor, un maestro suyo y su padre de 82 años.
Veníamos de Barcelona para sumarnos a la indignación de los desalojados, de los inmigrantes, de los parados, de los jubilados; indignados por los abusos y los recortes en Sanidad, Cultura, Educación... cuando, de pronto, avanzó hacia nosostros una carga policial. No podía creerme lo que estaba viendo después de la alucinante acogida que tuvo la congregación del 22-M.
Intentamos coger el metro y no hubo manera, todo era un  absoluto descontrol por culpa de la policía.
Me torcí un tobillo, y después de casi 2 horas corriendo con un anciano, mi hija y su maestro, conseguimos subir a un autocar.

akemolo

La policía comenzo a cargar sin justificacion aparente y con eso sólo consiguieron que la gente se revolviera contra ellos. Ahora en los medios de comunicacion lo único que se dice es que nunca se había visto tal agresividad contra la policía, pero son incapaces de decir que fue la propia policía quiene comenzó y los manifestantes no tuvieron más remedio que defenderse. Tampoco dicen que entre los manifestantes se infiltran policias, y que, en muchos casos, son ellos mismos quienes ocasionan destrozos en el mobiliario urbano para criminalizar así las protestas y lograr que la población no las apoye. 

josele67 
Y todavia tenemos que ver una autoridad  policial en la tele, justificando las cargas con la fotografía de un antidisturbios con una brecha en la cabeza. ¿Cuántas cabezas han roto ellos? ¿Cuántos ojos? ¿Cuántos testículos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario