Jacques Bernard de Molay (ilustración)
Jacques de Molay, vigesimo tercer y último Gran Maestre de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Jerusalén, más conocidos por Templarios, fue ajusticiado tal día como hoy de 1314, tras siete años de encierro y continuas torturas para hacerle confesar lo inconfesable.
Todo el proceso contra la Orden del Temple tiene
por único fin hacer desaparecer un poderío económico y militar de tal
magnitud que había llevado, a papas, reyes y nobles, a contraer con ellos
inmensas deudas a raíz de préstamos, tanto de dinero en efectivo, como
de tropas templarias para "desfacer sus múltiples
entuertos".
El papa Clemente V, y el rey de Francia Felipe IV "El Hermoso", deciden coaligarse para acabar con la Orden, y matar así dos pájaros de un tiro: cancelar sus deudas por las bravas y quedarse con las riquezas y propiedades templarias, para lo cual no dudan en acusar a los caballeros de las mayores infamias imaginables: sacrilegio, herejía, simonía, sodomía y adoración a ídolos paganos (se les acusó de escupir sobre la cruz, renegar de Cristo a través de la práctica de ritos heréticos, de adorar a Baphomet* y de tener contacto homosexual, entre otras cosas).
Jacques de Molay, se desdijo posteriormente de su confesión de culpabilidad arrancada a la fuerza, por lo que la orden real, que en principio era de cadena perpetua, es sustituída por la de morir en la hoguera, dada la agravante de soberbia por no haberse acogido a la "magnanimidad" del rey.
La pira se forma en la isla de la Cité, situada en medio del río Sena, justo frente a la Catedral de Notre Dame. El reo pide morir mirando hacia ella, a lo que, el preboste encargado de la ejecución accede, pero no así a la petición del verdugo, que intenta poner paja húmeda a los pies del condenado para que el humo lo ahogase antes de ser alcanzado por las llamas.
La leyenda cuenta que, antes de morir, aquel guiñapo humano en que lo habían convertido sus torturadores, tuvo fuerzas aún para gritar:
«¡Pagarás por la sangre de los inocentes, Felipe, rey blasfemo! ¡Y tú, Clemente, traidor a tu Iglesia! ¡Dios nos vengará, y ambos estaréis muertos antes de un año!»
La supuesta maldición se cumplirá al pie de la letra, pues tanto el Papa como el rey de Francia murieron a los pocos meses.
Ciudadano Plof
(*) Baphomet.- Se cree que éste presunto numen era una cabeza barbada y con pequeños cuernos. Otras fuentes más aventuradas sostiene que la testa barbuda en cuestión sería la de Jesucristo. Esto último estaría contradiciendo la creencia en la Resurrección, aunque algunos apuntan que tal cabeza (no ya una mera representación, sino una cabeza humana embalsamada) no era otra que la de Juan el Bautista.
Datos tomados de Wikipedia, La Enciclopedia Libre
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