En principio intentaré ubicarlos:
Lunes al mediodía, supermercado de barrio, cola de clientes, caja nº 4.
Una pareja joven (no creo que llegaran a los 30 años) se coloca tras de mí y, de pronto, a voz en grito, el varón comienza a despotricar, a soltar tacos e improperios y a cagarse en todo lo cagable.
Y así durante todo el rato, dejando caer de su boca, perla tras perla.
Aunque intentaba no prestarle atención, me iba crispando los nervios. Notaba cómo el ambiente se enrarecía por momentos, cargándose con la energía negativa de su malhumor y de sus impertinencias, así que me giré hacia él, no sé exactamente con que intención, pero cuando descubrí el brillo de sus ojos, me quedé clavado, incapaz de reaccionar; no supe muy bien si aquello era una persona, un engendro, un demonio… pero al final entendí lo que era:
¡Una fuente de mierda!... que se estaba derramando sobre todos nosotros!
Ciudadano Plof
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