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29/3/18

HAY QUE QUITARSE DE ENCIMA ESTE PODER JUDICIAL (II)

...CONTINUACIÓN:


El soberanismo popular sorprendió a sus propios dirigentes el día 1 de octubre. Una parte muy importante de la población catalana dio un ejemplo extraordinario de civilidad y eso sacó de casillas a los gobernantes que habían pensado, por decirlo de manera indulgente, que la convocatoria a las urnas se podía hacer fracasar a base de detenciones, registros, requisas, amenazas, pelotas de goma y golpes de porra a discreción.

Prometieron que el referéndum no existiría, pero existió, con menos participación de la deseada por los participantes, pero mucho más alta de la prevista, teniendo en cuenta la intimidación de las “autoridades” de Madrid, y equiparable a la registrada en otras convocatorias a las urnas no desautorizadas por el Estado.

Y como que no pudieron impedirlo, y como el Parlament de entonces no pudo ignorar el resultado, el ejecutivo del PP aplicó mucha más mano dura. Disolvió el Parlamento destituyó el gobierno de la Generalitat, cesó a 260 cargos de la Administración catalana. Entendió que el artículo 155 de la Constitución le autorizaba a ignorar totalmente la voluntad de la mayoría de la sociedad catalana y en ello sigue.

Su objetivo no es el pacto, ni ninguna solución dialogada. Lo que exige es la capitulación de un amplio sector de la sociedad catalana y cree que lo conseguirá con una escalada de medidas coercitivas.



“La situación en Catalunya es de completa normalidad”, dice y repite el ministro portavoz, con aquel aire de personaje de “buena familia” franquista que siempre habla de “la Generalidad”. A estas alturas ya saben que el soberanismo tiene raíces profundas y por eso pretenden normalizar la situación actual, normalizar la represión contra una sociedad que persiste en el deseo de votar “incorrectamente”.

El tiempo que se avecina es de más 155, más detenciones, más “investigaciones”, juicios, sanciones económicas, encarcelamientos, y esto pondrá a prueba la capacidad de entendimiento entre gente normal, dispuesta a defender su derecho a convivir en libertad y democracia.

Hará falta que las personas republicanas, independentistas o no, reflexionen sobre el apoyo social que se necesita para hacer efectivo en algún momento un régimen político republicano y que tomen conciencia tanto de las fortalezas como de sus debilidades, para ver si la República es realmente un objetivo o sólo una palabra representativa de un tiempo político del pasado y de unos “valores” imprecisos. Tendrán que identificar claramente quiénes son y dónde se encuentran sus aliados, y también sus enemigos, los responsables del deterioro de la democracia, los interesados al mantener la inseguridad, la precariedad, la pobreza… Y explicarlo.

Tendrán que revisar esquemas del pasado y distinguir entre quién defiende hoy en día privilegios de clase, de género y de poder administrativo y quien apoya a discriminadas y discriminados.



Y necesitarán mecanismos de solidaridad, de la sociedad civil, también económicos, porque a estas alturas ya son muchos lo que han tomado conciencia de la existencia de un conflicto de larga duración, en el cual el Estado, lejos de prestar protección, ha dejado y dejará damnificados.

El gobierno del PP no esconde sus cartas, herederas de una lógica militar. En vez de diálogo utiliza la fuerza. Y si el enemigo se retira, le persigue.

Lo que tiene delante, por el momento, es una movilización independentista excepcional, pacífica, atípica, no comparable a ninguna otra de las que se han visto en Europa occidental. La última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió indica que los catalanes partidarios de la independencia habrían perdido apoyo en los últimos meses, del 48,7 al 40,8%; pero hay que recordar que, según el mismo estudio, si hubiera elecciones, los partidos independentistas podrían obtener en el Parlamento una mayoría algo más sólida que la actual.

Siempre queda la incógnita sobre si el tejido asociativo soberanista conserva su capacidad de convocatoria en la calle. Depende de la coyuntura, está claro, y de su propia organización, y de la conducta de sus dirigentes, pero no parece debilidatado. En las movilizaciones de este viernes no ha dado muestras de flaqueza.



Conviene, en cualquier caso, que demócratas de todas partes del Estado se pregunten por el escenario de un eventual repliegue del independentismo al autonomismo, del que provienen muchos de sus actuales representantes. Que se pregunten sobre quién sería el beneficiario de una eventual pérdida de impulso del movimiento soberanista catalán. Hace cuatro años, el actual teniente de alcalde del Ajuntament de Barcelona, el constitucionalista Gerardo Pisarello, ya señalaba en Madrid que una derrota del proceso en Catalunya significaría una derrota para movimientos de todo el Estado. Hoy parece más evidente que entonces.

Si el soberanismo cede, ¿quién lo celebraría? ¿Quién sacaría provecho? ¿Habría menos represión si sus dirigentes renunciaran a lo que se aprobó el 1 de octubre? ¿El PP, C’s y el PSOE harían algún gesto de reconocimiento de la realidad nacional catalana?

El gobierno de España utilizará todos los recursos que tiene para impedir que el Parlamento trabaje como cámara con capacidad de legislar. Rajoy, Sáenz de Santamaría, Rivera, Arrimadas, Sànchez, Robles, Ábalos han negado de todas las maneras posibles la consideración de Catalunya como un sujeto político soberano, en cualquier aspecto, en cualquier ámbito. Es por este motivo que ninguno de ellos ha pronunciado nunca en relación a Catalunya una frase tan sencilla como esta: “sentémonos a hablar”.

La intervención del Estado sobre la Administración catalana se convertirá en algo permanente. Lo dice y reitera el ministro portavoz. Lo confirma el secretario de Estado de Administraciones Territoriales, Roberto Bermúdez de Castro, hombre clave en la aplicación del artículo 155. Mientras no haya un gobierno catalán que se conforme con el actual orden constitucional y estatutario, el gobierno español seguirá en Catalunya, dice.



¿Qué se puede hacer con un Estado que considera delictiva una aspiración política como es el ejercicio del derecho de autodeterminación, que en tiempos de la transición reivindicaban todos los demócratas?

Un gobierno de la “Generalitat” adaptado a las actuales exigencias del aparato de Estado podrá utilizar, de la mejor manera posible los espacios institucionales propios de una comunidad autónoma, pero si la nueva izquierda y la tradicional no hacen frente al autoritarismo y al régimen monárquico, sin ambigüedades, si no se dispone a tejer alianzas con todos los soberanistas y republicanos para sacarse de encima un poder judicial estrechamente vinculado al poder político, los márgenes de actuación desde la Generalitat, y seguramente desde cualquier administración autonómica, se irán haciendo cada vez más estrechos.

Un “autogobierno” marcado por la doctrina del miedo, lejos de hacer respetar los derechos democráticos de la ciudadanía, dejaría pista libre para todo tipo de oportunistas, que entienden la política como un juego de maniobras, de golpes bajos, amenazas, inconfesables alianzas y traiciones, para conseguir adhesiones, fidelidades, negocios y espacios miserables de poder.

Hay que hacer todo el posible para tener una administración cercana y totalmente alejada de los gustos de los que este viernes han celebrado o intentado ridiculizar el exilio de Marta Rovira y el encarcelamiento de Carme Forcadell, Jordi Turull, Dolors Bassa, Josep Rull y Raül Romeva.


FUENTE: publico.es 
Marià de Delàs 
23/03/2018


Digo yo que habrá que hacer 
lo que quiera el pueblo ¿no?
 

27/3/18

HAY QUE QUITARSE DE ENCIMA ESTE PODER JUDICIAL (I)

Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)

Hay individuos y también colectivos que no saben disimular su tendencia a apoyar a los privilegiados, a los poderosos o a todo aquel que tenga pinta de ‘jefe’. No lo hacen por obligación. Se trata normalmente de personas educadas en el servilismo, a menudo humilladas, a veces corruptas, pero esto no las hace necesariamente crueles y desprovistas totalmente de buenos sentimientos. Sus codazos, sus acciones insolidarias, y también sus omisiones, para obtener algún beneficio o promoción, a menudo resultan asquerosas, pero hasta cierto punto, a veces, resultan relativamente comprensibles.

Cuesta más entender la satisfacción que expresan otros conciudadanos ante el sufrimiento de los diferentes, los insumisos, discrepantes, extranjeros, rebeldes…. Hay quien no se conforma con “hacer la pelota al encargado” y quiere ver castigado a quien no se resigna a ceder ante el más fuerte.

Entre estos, desde hace un tiempo, en Catalunya, llaman particularmente la atención las palabras de personas que quieren ver a otras privadas de libertad, por el hecho de haberse significado en defensa de derechos políticos elementales. Convendría entender el motivo real de ese deseo. Son los que han aplaudido el largo encarcelamiento de Jordi Cuixart, Jordi Sànchez, Oriol Junqueras y Joaquim Forn y los que no esconden su satisfacción por la privación de libertad de Carme Forcadell, Dolors Bassa, Jordi Turull, Raül Romeva y Josep Rull.

A determinados dirigentes ya les va bien la idea de intervenir en la vida política con adversarios apaleados, atemorizados, encarcelados, encausados o bajo la amenaza de serlo. No representan ninguna novedad. Los libros de historia están llenos de personajes que se mostraron dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguir poder económico o administrativo, conservarlo y hacerlo crecer. Individuos que explotaron y explotan la extensión del miedo entre la población para conseguir negocios, fidelidades, adhesiones, envilecimientos, docilidades…

Carlos Lesmes Serrano, Presidente del Tribunal Supremo de España y del Consejo General del Poder Judicial.​
Felipe VI de Borbón, rey de España.
Rafael Catalá Polo, ministro de Justicia del Reino de España

Es triste pero se entiende. Inquieta bastante más, sin embargo, el apoyo social que obtienen algunos personajes cuando reclaman medidas de castigo severo contra sus adversarios, por haber participado en una manifestación, una asociación, por haber organizado un referéndum, haber encargado o distribuido propaganda, protestado por la detención de cargos políticos por su actividad estrictamente política, defendido el derecho a voto o haber aprobado por mayoría parlamentaria leyes relacionadas con la soberanía nacional. Esto tendría que angustiar a cualquier demócrata o, incluso, a cualquier persona razonable.

Las palabras y actuaciones de dirigentes de los partidos que apoyan en el gobierno de Mariano Rajoy resultan sospechosamente coherentes con la conducta de altos estamentos de la Fiscalía y con las decisiones de la cúpula del poder judicial. Demasiado a menudo parecen coordinadas. 

Gobernantes que supeditan la voluntad de los ciudadanos, expresada en las urnas, a las decisiones de jueces y magistrados de dudosas convicciones democráticas. Y lo hacen sin complejos, abiertamente, sin vergüenza, impunemente. Fiscales y jueces que, cómo ha denunciado no hace mucho el magistrado emérito del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín, se creen con la facultad de decir a los representantes de la voluntad popular a quien pueden elegir y a quien no, qué pueden hacer o dejar de hacer en su actividad parlamentaria.

Todo esto resulta muy preocupante. Mucho. Porque pone en cuestión la separación entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, minimiza el valor del sufragio universal y hace tambalear las bases de la democracia.


Pero desconcierta más todavía ver gente tradicionalmente considerada como progresista que se refiere a los dirigentes que se encuentran en prisión o exiliados en términos similares a los que utilizan los partidos que apoyan al gobierno de Mariano Rajoy. “Ya sabían que esto podía pasar”, “no respetaron la legalidad”, “han dividido a la sociedad catalana”, “han huido de la justicia”, “decidieron voluntariamente irse al extranjero”, “quieren aparecer como víctimas”, afirman.

Hay que buscar explicaciones al hecho de que fuerzas democráticas, más o menos comprometidas tradicionalmente con la justicia social, hagan hincapié en la falta de flexibilidad de las víctimas de la represión y acepten de forma sumisa, como un dato invariable, inamovible, como si se tratara de una fuerza de la naturaleza, la voluntad del gobierno del PP y de la cúpula judicial de intervenir las instituciones catalanas, encarcelar dirigentes políticos y sociales y de cargar contra el soberanismo sin miramientos.

Reproches, más que manifestaciones de disconformidad, contra los independentistas, y pasividad ante las resoluciones de un poder judicial que califica de violenta la acción pacifica de activistas de indudable trayectoria pacifista y que con esta conducta han acompañado la movilización permanente, pacífica y solidaria de millones de personas.

Gente que siempre se ha proclamado de izquierdas, defensora de los derechos humanos, que ahora regatea el reconocimiento, como presos políticos, de personas privadas de libertad desde hace meses por su ideología, que han podido escuchar como todo el mundo lo que dice la Fiscalía y lo que reconoce reiteradamente el propio juez instructor sobre los motivos reales de las órdenes de prisión preventiva.


Demócratas, que se resisten a considerar como exiliados a Puigdemont, Serret, Ponsatí, Comín, Puig, Gabriel y Rovira, y afirman que son “fugitivos”, por el hecho de no querer sufrir el mismo castigo que Junqueras, Forn, los Jordis y los cinco que han vuelto a ser encarcelados este viernes…, “fugitivos” de una “justicia” que no entienden los tribunales de otros países de nuestro entorno, y que han buscado refugio fuera del Estado español por considerar más útil la defensa de la democracia desde Bruselas u otras ciudades de Europa que desde Estremera, Soto del Real o Alcalá Meco.

Las víctimas de la represión que hoy practica el Estado contra el soberanismo catalán no son delincuentes comunes. Se encuentran en prisión o fuera del Estado español debido a su actividad política. Quién niega la evidencia o se instala en la neutralidad, en la equidistancia respecto a esta realidad complica la convivencia.

Hace falta que gente intelectualmente honesta, que en algún momento se ha proclamado como defensora incondicional de las libertades, se esfuerce al buscar explicaciones a los comportamientos brutales, al lenguaje gratuitamente hostil contra gente pacífica, al fomento de la represión que abre heridas que necesariamente dejan cicatrices, imborrables y que sólo se pueden curar con un tratamiento: democracia.





CONTINÚA...

26/6/15

DEMOCRACIA A LA ESPAÑOLA

Callejeando por Internet, he tropezado con una página la mar de interesante que les recomiendo visitar: el título es "Vota y calla", y está alojada en http://www.votaycalla.com. Su autor, el  ciudadano cartagenero Salva Solano, cuya presentación resumo aquí:
 
Soy de Cartagena, o eso me han dicho
Descendiente de una familia militar.
Me rebelé contra la Iglesia después de fases de fervor.
Me colocaron en un pupitre en la esquina,
era el bufón y el niño más inteligente de la clase

La biblioteca y las librerías,
los libros y la magia de los poetas

Entonces el sexo trae el mayor estímulo jamás conocido
y toda paz y libros pierden su encanto…

Lo anterior ha sido una pequeña paráfrasis de un poema que podría servir perfectamente para lo que nos ocupa: As I look back, de Jim Morrison.

A los que prefieran una presentación más ortodoxa, decirles que soy del 79, administrador de fincas y empresario desde 2009, tras 12 años trabajando por cuenta ajena, varios de ellos muy puteao.

Leer, escribir y escuchar música es lo único que recuerdo llevar haciendo casi toda la vida sin que me haya acabado cansando. Lo demás, viene y va.

Considero que el sistema actual está podrido, así que si alguien me llama «antisistema» con intención peyorativa, no está empleando conmigo su mejor insulto. Querer sacar la basura es bueno, es higiénico y saludable. Lógicamente, los gusanos preferirían que todo se quede como está. 

 Salvador Solano Salmerón
Salva Solano Salmerón 

Pues, tras echar un fugaz vistazo a su página web, he entresacado el siguiente artículo que, a pesar de estar escrito hace algún tiempo, considero de interés general para TODOS los ciudadanos de este remedo de democracia:

Agravio comparativo


Ya he dejado claro que en mi opinión, este tipo de tuits no deben ser constitutivos de delito. Ojo, y a mí es muy difícil que me leáis alegrándome de la muerte de nadie ni diciendo barbaridades (que por desgracia, no son nada nuevo, es el pan nuestro de cada día en Twitter). Ni siquiera suelo insultar. Pero si queremos cogérnosla con papel de fumar, entonces la ley ha de ser igual para todos. O jugamos todos, o se rompe la baraja. Y en España la derecha juega con las cartas marcadas.

  • Aquí o aquí podéis leer que Pilar Manjón lleva una década sufriendo ataques directos mucho peores que los del vídeo. Como nunca se ha actuado de oficio (al contrario que en esta Operación Araña), ella misma ha tenido que denunciar en reiteradas ocasiones: no le han hecho ni caso. Sólo una vez se juzgó a uno de estos chiflados. Para lo único que se han acordado de ella fue para retirarle la escolta en cuanto el PP llegó al Gobierno, escolta que llevaba por las amenazas de muerte que recibe desde la extrema derecha. Y Pilar está viva, mientras que Carrero Blanco ya no sufre, el angelito. A esta mujer se le han llegado a mandar fotos de su hijo muerto en el atentado del 11M, se le ha insultado de todas las maneras imaginables, y jamás se le ha amparado. Cuando dicen que las víctimas son «sagradas», que «siempre tienen razón» y estupideces similares, se refieren sólo a las que les son útiles electoralmente a la derecha.

Pilar Manjón
  • A principios de febrero condenaron a una chica de 21 años a doce meses de prisión (¡por escribir!). Decía burradas que no comparto, que si hay que pegarle un tiro a los fachas y tal. Estupideces. Pero el agravio comparativo es inaguantable. En Twitter hay multitud de tarados en los dos bandos. Sin embargo, sólo se toman represalias contra los de izquierdas. Los otros pueden decir, como de hecho dicen cada día, que los rojos merecen estar en las cunetas. Sin chistes ni medias tintas, directamente; pueden enaltecer el franquismo; manifestar su deseo de que vuelva el nazismo cuanto antes; pedir que se asesine a los homosexuales… Y así, todos los disparates que os podáis imaginar. Pero eso no os lo cuentan en la tele.

  • Hay un personaje en concreto que es especialmente activo (en Twitter: si las fotos que han subido de él son reales, fuera de las redes se debe de mover muy poco). Os dejo un muestrario de sus exabruptos que alguien ha recopilado:
 Imagen tuits fascistas, Arriba España, franquismo, Operación araña

El agravio comparativo es innegable

  • Se ha informado a la Policía en numerosas ocasiones (yo mismo alguna que otra vez), haciéndoles llegar tuits de este energúmeno, pero ya os digo: impunidad total y absoluta. Y no es el único, ni mucho menos. Sin embargo, viendo los informativos daría la impresión de que la gente de izquierdas es muy mala, y los de derechas unas pobres víctimas. Un consejo: poned en cuarentena toda la información que recibáis por la tele. Sigo:

  • A Pablo Hasel, cantante de rap, le condenaron en abril a dos años de cárcel por sus letras. No creo que sea el mejor indicador de la salud de una democracia, pero aún da más miedo si volvemos a la comparación: hay grupos neonazis como Estirpe Imperial y Batallón de Castigo que hablan en sus canciones de matar negros, rojos y judíos. Sin embargo, ellos campan libremente por la patria que liberó el Caudillo, sin nadie que les moleste.

    Pablo Hasel

    • Y saliendo de las redes sociales, tres cuartos de lo mismo. Si nos ponemos tan estrictos, no son pocos los juntaletras de derechas que tendrían que estar a la sombra. Me viene a la cabeza Salvador Sostres o Jiménez Losantos, que es otro de los que machaca a Pilar Manjón, con el agravante de hacerlo desde la difusión que le dan los medios (por intereses electorales son capaces de ultrajar miserablemente a la madre de un chico asesinado, y luego acusar de «terrorista» a quienes plantean que la AVT puede equivocarse). A Federico se le permite hacer cualquier declaración:



    Wyoming se ha quejado de que si esto lo hubiera dicho él, hace tiempo que le habrían cancelado el programa.






    Este ciudadano lo suscribe: Le habrían cancelado el programa. Aunque lo que querrían cancelarnos de verdad son las manos y la lengua... "y toíto lo demás".

    23/10/14

    FASCISMO ELECTORAL:

    Las venas abiertas de la democracia en "Caspaña"


    Caspaña es un reino naranjero del sur de Europa donde la Virgen del Rocío intercede en la salida de la crisis (Fátima Báñez), los jóvenes emigran por su “impulso aventurero” (Marina del Corral) y princesitas de 8 años tienen derecho a sustanciosos sueldos públicos. Entre otros logros, tiene el mérito de pasear por el mundo una de las marcas europeas líderes en paro juvenil, fracaso escolar, hambre infantil y desahucios, así como de haber registrado el primer contagio por ébola fuera de África.

    Caspaña tiene una historia reciente atravesada por dictaduras y cuartelazos. La cultura de la Transición enseña que entre 1977 y 1978 el país experimentó el tránsito a un régimen democrático, transformándose en una monarquía parlamentaria basada en la Constitución y la legitimidad ciudadana.
      
    Carátula de la banda de punk-rock "Atrako A Mano Armada"
    (Viene que ni pintada) 

    Sin embargo, la memoria oficial de la Transición olvida que el régimen de 1978 estableció una continuidad renovada con el fascismo. Hubo continuidad en determinadas costumbres y formas de tomar decisiones que nos legaron un régimen que metafóricamente puede llamarse fascismo electoral: un sistema de democracia representativa normalizado con partidos políticos y elecciones formales pero controlado por élites políticas y económicas para impedir el poder popular y llevar a cabo políticas de masacre social favorables a sus intereses: destrucción de la sanidad pública, mercantilización de la educación, privatización de la justicia, etc.

    El fascismo electoral reviste formas muy distintas, pero en la Caspaña actual sus principales expresiones son:

    Democracia electoral de bajísima intensidad 


    ¿Por qué hasta hace poco el PP se empeñaba en convertir las elecciones municipales en un arma para liquidar el pluralismo político? ¿Cómo es posible que Susana Díaz gobierne en Andalucía sin el aval de las urnas?¿Por qué el PSOE, que reivindica sus “hondas raíces republicanas”, impide en sede parlamentaria un referéndum (ni siquiera consultivo) sobre la forma de Estado? La crisis ha dejado al descubierto la falsa democracia en la que vivimos: un régimen constitucional sin redistribución ni participación,  que suprime derechos, donde la mayoría de los electos representa los intereses de las élites que mandan en el país, represivo y saturado de corrupción.  Más de tres décadas de vigencia constitucional no sólo no han servido para garantizar derechos económicos y sociales esenciales como el trabajo, sino que además se han recortado y deteriorado.

    Constitucionalismo desde arriba


    La Transición nos legó una Constitución con una monarquía ligada a la dictadura y no sometida a la soberanía popular; con descendientes de las oligarquías franquistas y grupos afines en instituciones del Estado, consejos de Administración de grandes empresas, el poder judicial, etc.; con pactos de silencio para mantener cerradas viejas heridas históricas y no reconocer los horrores de la Guerra Civil; con un sistema político que contenía el germen de la degradación democrática que padecemos: representantes irrevocables, un sistema electoral tendente al bipartidismo, referéndums no vinculantes, rechazo del mandato imperativo, partidocracia, limitación de mecanismos de democracia directa, dogma de la “indisoluble unidad de la nación española”, etc.

    Suspensión constitucional


    En la práctica, el fascismo electoral ha creado, por una parte, zonas de suspensión constitucional convirtiendo el articulado social de la Carta en letra muerta y, por otra, zonas de hipertrofia constitucional en lo que se refiere a la soberanía de los mercados. La reforma exprés del artículo 135, pactada con nocturnidad por el PP y el PSOE, significó un nuevo impulso del sistema neoliberal y deudocrático imperante, así como la sustitución de un régimen representativo basado en elecciones libres por una democracia tutelada en la que ambos partidos se comprometieron a adoptar la política de recortes como norma suprema.

    Tutelaje bipartidista


    Éste, y no otro, es el verdadero escudo del país

    El bipartidismo monárquico, que ha servido para fijar límites al progreso democrático y dar continuidad a los intereses del fascismo electoral, respondía a la aspiración franquista de que todo quedara “atado y bien atado”. El turnismo PP-PSOE ha permitido tutelar un sistema para el que votar cada cuatro años es suficiente para hablar de democracia, convirtiendo lo electoral en una cárcel bipartidista que genera la ilusión gatopardiana de votar para que todo siga igual. 

    Las citas electorales de los próximos meses nos brindan una oportunidad histórica para combatir el fascismo electoral y sus expresiones. Desfascistizar la democracia quiere decir, en sentido amplio, situar la soberanía popular por encima de las fuerzas que desde tiempos remotos han gobernado el país: la oligarquía capitalista, la monarquía, el militarismo golpista y los altos estamentos eclesiásticos. Significa aprender la democracia más allá de las urnas, luchar contra su embrutecimiento diario, poner el campo institucional y electoral al servicio de las dinámicas de autoorganización popular y movilización social; y es, sobre todo, crear una cultura política que enfrente las nuevas formas de colonización, concentración de poderes y empobrecimiento con un programa audaz y renovado: democratizar, descolonizar y desmercantilizar.


    FUENTE: publico.es
    Opinión a fondo
    Antoni Aguiló (Filósofo político y profesor del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra)
    18 oct 2014

     


    ¡Ah! y no olviden aquella categórica frase de Amadeo Martínez Inglés*:

    “La Transición española fue un paripé orquestado por el Ejército”




    (*) Excoronel del ejército español, apartado del servicio activo tras haber pasado cinco meses en la prisión militar de Alcalá de Henares por sucesivas sanciones disciplinarias, iniciadas en noviembre de 1989 con un expediente por falta grave debido a sus declaraciones a diversos medios de comunicación, en las que se mostraba partidario de un ejército totalmente profesional.

    Durante la Transición Española, ocupó varios cargos de importancia dentro del Ejército, tales como el de jefe de Movilización del Estado Mayor del Ejército y jefe del Estado Mayor de la Brigada de Infantería de Zaragoza, a la vez que fue profesor de Historia Militar en la Escuela de Oficiales del Estado Mayor.


    Escritor también, aparte de historiador, es autor de libros tan interesantes y esclarecedores como:  "La transición vigilada", "23-F. El golpe que nunca existió" y "Juan Carlos I, el último Borbón" 

    Datos tomados de la Wikipedia (la enciclopedia libre)