Hara- Kiri, precedente del Charlie Hebdo se
presentaba, en los kioscos de Francia, como revista bète et mechant
(mala y perversa) y con un eslogan provocador: “Si no puede comprarla,
róbela”. En España ni siquiera podíamos robarla en el kiosco y la mera
posesión de algunos ejemplares fue, en ocasiones, motivo de denuncia
policial. Los ataques devastadores de los redactores y dibujantes de la
revista a las religiones, la política y el capital resultaban excesivos
hasta para las tolerantes y laicas leyes galas.
En los años sesenta, Siné, uno de los grandes maestros de la sátira gráfica, autor, entre otras joyas, de unos discursos del general De Gaulle ilustrados, invitaba a una exposición de sus dibujos con una tarjeta en cuyo dorso figuraba, en vez de la clásica lista de exposiciones anteriores, una relación de las multas y cárceles con las que le había obsequiado el general. Muchos de los conflictos de la publicación tenían relación con la religión católica, escarnecida y ridiculizada con alevosía en cada número y objeto de la ira inquisitorial de la derecha clerical francesa. El impecable argumento que presentaba en su alegato la defensa se basaba en el trato de favor que el estado laico francés otorgaba a una religión en concreto.
En aquellos años, la prensa del país vecino publicaba a menudo chanzas y sátiras sobre Buda, Mahoma o Jehová sin producir las mismas reacciones que los ataques a la religión católica. Las nutridas manifestaciones contra la legalización del matrimonio homosexual que se han producido recientemente en Francia, dan fe de que los creyentes militantes de la derecha más rancia siguen formando parte importante del cuerpo social en el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Durante muchos años los dibujantes y redactores de Charlie defendieron la multiculturalidad, la inmigración y la tolerancia, sin fisuras y sin complicidades. Un musulmán y un judío ortodoxo se jactan de ser intocables en una portada de la revista, en otra un árabe y un judío se besan apasionadamente en la boca, provocaciones.
Georges Brassens (1921 - 1981)
Wolinski, una de las víctimas, seguía siendo a los setenta años satírico y sátiro, erotómano y cínico, en el sentido filosófico del término, el dibujante desvergonzado diseminaba entre cópulas, tetas y culos, auténticas cargas de profundidad contra la intolerancia y el fanatismo que acabaron con su vida.
FUENTE: publico.es
Cabeza de ratón
Moncho Alpuente
09/01/2015
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