UPyD, ni carne ni pescado
Fue un Hable con Rosa a lo grande, aquellas jornadas de puertas abiertas a los ciudadanos que inauguró en la antesala del 20-N, las elecciones que llevaron a Rajoy a la Moncloa y permitieron a UPyD constituir, con permiso de los asturianos Cascos y Sostres, un grupo propio en el Congreso. Habló en el mismo escenario donde había vaticinado, durante la campaña de 2011, que si cayó Napoleón también caerá el bipartidismo, erigida de nuevo en azote de los grandes partidos. Le faltó decir vosotros seréis zafra y yo, martillo.
Rosa Díez, durante un mitin el pasado sábado en Madrid. KIKO HUESCA (EFE)
Bajo
la mirada petrificada de Daoíz y Velarde, los héroes del Dos de Mayo
inmortalizados en la plaza madrileña que rememora la sublevación contra
los franceses, Rosa Díez destapó el tarro de las esencias de UPyD, un
partido que tanto vale para ejercer de bisagra como de contrapoder:
lucha contra la corrupción, el nacionalismo (periférico), el sistema
electoral, el bipartidismo y el yugo que el gran capital ha impuesto a
los medios de comunicación. "En España no hay prensa independiente sino
prensa pública y prensa concertada", dijo la diputada, quien también
sacudió el fantasma del terrorismo. "No permitiremos que se blanquee la
historia de ETA", respondió a una joven que recordó entre sollozos el
sufrimiento provocado por la banda.
Como ella, muchas
otras personas pidieron el micrófono durante el turno de ruegos y
preguntas. Un formato, el mitin callejero, donde Díez se mueve como pez
en el agua y que le permite recibir sin inmutarse el exvoto de un fiel.
Fue el momento "una rosa para Rosa", que diría el nobel y magenta Vargas
Llosa, aunque el ofrecido tuvo la delicadeza de forrar con papel el
tallo de la flor antes de entregársela, por si las espinas. No la soltó
ni con la Oda a la alegría, adoptada como himno europeo, que
sonó al final. Y, durante buena parte de las dos horas que duró el acto,
en el que tal vez sobraron un par de bises, llegó a acariciarla como si
se tratase de una magdalena que le recordaba el tiempo perdido en el
PSOE, que si la memoria no falla le concedió la cabecera de lista en las
europeas del 99.
Rosa Díez trepando
Claro que, tras
los puntos suspensivos, UPyD se revela en esta plaza del barrio de
Malasaña como una fuerza centrípeta que combate los nacionalismos
catalán, vasco y gallego con la misma medicina, aunque en su caso la
capa que recubre la gragea es rojigualda. Un partido nacional, en el
sentido menos peyorativo del término, que genera antipatías por su
cruzada vertebradora de España al tiempo que se beneficia electoralmente
de ese mismo caballo de batalla. Así, mientras el PSOE y el PP se
desangran (bien por flirtear con la periferia, bien por su mano blanda
en materia de territorio, competencias o terrorismo), las encuestas
pronostican subidas de UPyD a nivel local, regional, estatal y europeo.
"El debate
no es entre izquierda y derecha sino entre decencia e indecencia",
aseguró Díaz, que trata de proyectar la imagen de política insobornable
(la lejanía de la gestión y el poder ayuda) que no se casa con nadie.
Rosa Díez crispada
"Somos
la última esperanza para millones de españoles", arengó a los tres
centenares de personas que se congregaron en el lugar, donde abundaban
los globos rosas y faltaban los banderines (apenas dos pabellones, el
español y el europeo, acusaban la ausencia de viento a sus espaldas). El
elector desencantado, el simpatizante de esta formación "molesta" y "la
gente que a lo mejor no pensaba votar o que pasaba por aquí" quizás
hincharon sus pulmones con las palabras de la diputada rosa: "Si este
acto se emitiese en prime time, ustedes ganarían las
elecciones". También Maite Pagazaurtundua, expresidenta de la Fundación
Víctimas del Terrorismo, tercera en la lista y ausente en la plaza.
La autodenominada en el pasado "socialdemócrata heterodoxa" cuenta los días que faltan para la cita con el metacrilato, si bien hasta ahora no ha querido considerar estos comicios como un termómetro de lo que vendrá el año que viene, cuando coincidirán las municipales y las generales. Entonces podrían surgir pactos y acuerdos que tal vez ayuden a sacar de la indefinición a este partido, que no es pescado azul ni tampoco carne roja. Acaso un pez correoso, firme, extemporáneo y muy resbaladizo, como la lamprea.
Lamprea
FUENTE: Público.es
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