Este otoño se llevará mucho el verde militar
El dólar no vale ni el papel en el que está impreso. Ya lo dice la propia FED (Sistema de Reserva Federal) que lo produce, que sólo la confianza de los tenedores y la escasez lo sustentan. Pero, en estos momentos, el dólar es súper abundante. EEUU vive a crédito desde hace décadas. Los estadounidenses, también. Al igual que todos los países del sur de Europa, ha vivido a expensas de quienes les vendían productos a cambio de bonos del Tesoro.
Rothschild, el verdadero amo de Occidente, ha avisado a través de su FED a los principales bancos internacionales (se dicen norteamericanos, y son Goldman Sachs, JPMorgan, Citigroup, BofA y Morgan Stanley) para que se preparen para el colapso financiero. Después de tanto tiempo de utilizarlos para sus fines, los despide —en realidad, el fin era uno sólo: recolectar tanto oro físico como pudiera antes del desencuadernamiento del Imperio Americano y antes de procurarse su propio traslado como parásitos a otro imperio incipiente, a través de la creación de una nueva moneda internacional respaldada por el oro—. Y todos esos bancos, expuestos públicamente sus cientos de estafas y escándalos, se quedan con el culo al aire.
Bien sabemos que se han resistido cuanto han podido. Pero el Euro alemán (¡siempre Alemania!) les ha tomado la delantera en Occidente con su enorme poder industrial. La Usura se ha esforzado, agotando las fuerzas del ejército USA, en la conquista de países díscolos, empeñados en trasladar sus ventas de petróleo de dólares a euros —así cayeron Saddam y Gaddafi; así caerá Al Assad, si Alá no lo remedia—. A la SFI (Sinarquía Financiera Internacional) le importan todas las monedas en que puede practicar la usura, pero especialmente el dólar, que tiene el privilegio de fabricar de la nada en su propio beneficio.
Pero volvamos al asunto: a partir de noviembre —tras las elecciones presidenciales norteamericanas— , EEUU suspenderá pagos y monetizará su deuda. Es decir: pagará intereses y principales con dólares recién impresos. Y todo habrá terminado. Los dólares del mundo se cambiarán en otras monedas fuertes mientras puedan y, cuando no puedan, saldrán al mercado a comprar oro, plata, bienes inmuebles y tierras de labor. Y el dólar se distribuirá hacia abajo en la pirámide de la riqueza y, conforme baja peldaños, su valor se irá reduciendo hasta que valga sólo como papel para reciclar. Será el fin del Imperio Americano como ha sido conocido hasta ahora.
Rothschild Arms
Como reacción ante los avisos de Rothschild, los bancos de la FED toman posiciones. Goldman Sachs ha creado un banco privado para gente ultra rica —los ricos de EE.UU. siguen llenándose los bolsillos—. A pesar de que algún financiero de menor calibre, como fue Madoff, vaya a la cárcel para contentar a los expoliados por los banksters, los menos ricos que demandan a los bancos de inversión por la crisis hipotecaria y por la ruina general que han generado, el Departamento de Justicia seguirá protegiendo a los grandes. Sirva como ejemplo que ahora mismo no ve causa y acaba de archivar la investigación a Goldman Sachs por sus maquinaciones contra los intereses de sus propios clientes en beneficio del banco, de sus clientes especiales y de sus altos ejecutivos.
El futuro en EEUU está crudo. El control de la población empieza a resultar agobiante y ya hay 80 millones de norteamericanos por debajo del umbral de la pobreza (no 50, como aseguran los medios). El poderío industrial norteamericano está deshecho, víctima de la obtención de dinero fácil y de la especulación. La dictadura, encubierta por el patriotismo anti-terrorista, se manifestará en una represión de violencia extrema perfectamente calificable como terrorismo de estado. Pero el norteamericano es un pueblo armado, así que la reacción popular puede llevar a matanzas generalizadas y a una guerra civil. Ya se verá.
1. Igualar la paridad de rublos o yuanes con la nueva moneda internacional respaldada por el oro de la Casa de Rothschild.
2. Invertir masivamente en Rusia y China a bajísimo interés.
3. Al cabo de una década, reclamar los créditos, provocando una crisis.
4. Refinanciar esos créditos impagables a mucho mayor interés, con renuncia expresa a la inmunidad soberana.
5. Precipitar la quiebra del país anfitrión.
6. Embargar su oro y todas las infraestructuras rentables.
7. Destruir su moneda y crear una nueva desde un banco cental controlado por la Casa de Rothschild.
A partir de ese momento, en medio de una crisis global insuperable, aparecerá un Gran Líder Mundial respaldado por la SFI y por sus medios de comunicación (que serán todos los del mundo), y un Gobierno Mundial será sometido a referéndum e implantado globalmente.
Para entonces, el dólar será el verde recuerdo de una Arcadia perdida. Algo que se sostuvo más allá de toda lógica gracias a las guerras dispersas, al desprestigio del Euro, orquestado desde los medios, y a la credulidad de los norteamericanos en que no era posible que el Dios en el que confían, según reza su dólar, pudiera abandonarlos a su suerte. Y los yanquis comprenderán que el buen vivir como cerdos de engorde, el esquema del sofá y de las cervezas, pizzas y hamburguesas baratas y de la movilidad regalada gracias a la gasolina abundante ha terminado; que van a tener que adelgazar y ponerse a trabajar en lo que nunca debieron abandonar: la industria y el agro. Esta vez al ritmo de los chasquidos de un buen látigo sobre el lomo. El mismo látigo que desolló el lomo de los países que las multinacionales humillaban para fabricar lo que los norteamericanos consumían, gracias al crédito ilimitado.Datos tomados de Ácratas.net
Autor: Félix Udivarri
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