No soy una persona violenta. Los que me conocen, pueden dar fe de ello, pero ¡por dios! que hoy me quedé con las ganas de arrearle un estacazo a alguien, en un acceso de justa cólera, al ver el maltrato verbal que inflingía a una persona muy allegada a ambos... pero me contuve.
A veces pienso que esa educación pacifista que recibí de mis abuelos, tiene sus más y sus menos. Porque, a riesgo de traicionar sus postulados, si le hubiera dado una buena castaña, ahora no estaría remordiéndome la conciencia. Y es que, algunas veces, hay que hacerle caso a los instintos.
Perdonen ustedes este arranque.
Ciudadano Plof
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