Tras la concentración realizada en la madrileña Plaza Tirso de Molina, donde, miembros de diversas organizaciones se congregaron, en protesta por la intención del titular de Justicia, de reformar la actual ley de interrupción voluntaria del embarazo, he entresacado diversas opiniones al respecto:
- Éste es un retroceso por el que no estamos dispuestas a pasar. Las mujeres tienen derecho "a decidir" sobre su "propio cuerpo y sexualidad".
Isabel Soriano (Portavoz de Mujeres ante el Congreso)
- La decisión del ministro Ruiz-Gallardón está haciendo retroceder la Justicia a tiempos de la "dictadura franquista".
Justa Montero (Representante Asamblea Feminista de Madrid)
- Lamento la "involución" del ministro de Justicia al proponer esta "contrarreforma" a una ley respetada "por la inmensa mayoría de la sociedad española y garantizada por el Estado".
Pedro Zerolo (Secretario Movimientos Sociales del PSOE)
Carlos Dívar
Y es que cuando se tiene la sartén por el mango... ya se sabe.
Pues bien, volviendo a la caballería, que habíamos dejado lanza en ristre y a galope tendido, haciendo tremolar banderas y estandartes, bajo el son trepidante de los cascos y de las doradas trompetas del apocalipsis eclesial, hete aquí que no salgo de mi asombro.
En medio de este amago de democracia, la Iglesia no se resiste a perder un ápice de su poder en ningún campo (económico, pedagógico, social...) por lo que, la jerarquía, viendo su evidente deterioro, contraataca a la desesperada, apoyándose en sus firmes baluartes afincados en la derecha política española, intentando desatar así una nueva cruzada de nacional-catolicismo para bien de sus intereses... ¡Jesús!... ¡lo que he dicho! Quería decir "para bien de la humanidad".
Aquí surge un punto de inflexión, o lo que es lo mismo, un torcimiento, comba o curva, con respecto a la legalidad vigente. Y ante él, los ciudadanos de este país que, según reza en su constitución (fíjense que he escrito "reza". Hay que ver cómo lograron horadar nuestra conciencia) es un estado aconfesional, habríamos de hacer valer nuestros derechos.
LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
Artículo 16.
1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley.
2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
¿Dónde dice que alguna religión nos tenga que imponer sus postulados, gobierne quien gobierne?
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