Antes era el ojo de Dios quien todo lo veía... y lo escuchaba, gracias al secreto de confesión (gran invento donde los haya) con el que la multinacional de la Santa Madre Iglesia se enteraba de lo que acontecía en todo el mundo merced a sus múltiples sucursales y ministros.
Ahora es el ojo del Gran Hermano quien te vigila.
Citizen Plof
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