Snowden
Este sistema, según cuenta The Intercept, fue utilizado para identificar a los empleados de Gemalto y Belgacom, dos de las mayores empresas manufactureras de tarjetas SIM en Europa. Gracias a ello se hicieron con las claves de cifrado que deben proteger la privacidad de la comunicación de los móviles. Según declaró el propio Snowden a principios de mes a la BBC, las capacidades del GCHQ son tales que, sólo con enviar un mensaje de texto cifrado, pueden hackear teléfonos sin el conocimiento de sus propietarios. “Son trabajadores de los servicios de inteligencia y no necesitan romper la puerta de tu casa para espiarte”, asegura.
En esa entrevista, Snowden detalló que la caja de herramientas utilizada por el GCHQ para introducirse en los teléfonos de los británicos se denomina de manera jocosa la Suite Pitufo. El primer elemento es el pitufo soñador, que permite encender y apagar el teléfono sin que el usuario lo sepa. Con ello deja paso al pitufo fisgón, que activa el micrófono del aparato para permitir escuchas; luego llega el pitufo rastreador, que activa la geolocalización; y finalmente el pitufo paranoico, encargado de limpiar las huellas de los demás. “Usted paga por el teléfono, pero si no controla el software, no lo controla realmente”. Cuando eso ocurre, puede ser el Estado (papá pitufo) quien lo haga en su lugar, sentencia Snowden.
De nuevo, la implantación de estos sistemas de vigilancia se enmarca bajo la presunción por las autoridades de que su uso sólo irá enfocado a la prevención del terrorismo. Sin embargo, uno de los documentos filtrados por Snowden muestra que sólo el 10% de la vigilancia a individuos concretos es auditada y que la acumulación aleatoria de metadatos sólo se audita semestralmente. Lo que demuestra que no hay mecanismos suficientes para controlar a aquellos que controlan a la población.
Interés público y manos erróneas: el desconcierto de las élites políticas
La publicación de estas nuevas informaciones, se une a la reciente apertura de una cuenta de twitter por parte de Snowden (con una respuesta masiva e inmediata por parte del público de todo el mundo) y a la puesta en marcha de una campaña promovida por David Miranda para que el whistleblower reciba asilo en Brasil. Todo ello ha avivado de nuevo la lucha contra el ciberespionaje en favor del derecho a la privacidad, así como la lucha por la trasparencia. Algo que a las élites no parece gustarles.
Hillary Clinton
Hillary Clinton acusó a Snowden el pasado martes, durante el debate presidencial del partido demócrata, de “haber robado una información muy importante para, desafortunadamente, dejarla caer en las manos equivocadas”. En repetidas ocasiones Snowden ha explicado que destruyó los archivos que extrajo en su puesto de trabajo como analista para la NSA, justo después de entregárselos a los periodistas Glenn Greenwald y Laura Poitras en Hong Kong. De haber querido vender los secretos de su país a China o Rusia, no hubiera contactado con la prensa, pues unos documentos que son públicos carecen de valor. Ante la falta de pruebas que respalden esa velada acusación de haber mercadeado con la información, Dan Frookim, periodista de The Intercept, sugiere que lo que se desprende las declaraciones de la candidata demócrata, es que las “manos erróneas” no son otras que las de los periodistas que liberan la información.
Las negociaciones para el tratado, al igual que ocurre con el TiSA o el TTIP, se llevaron a cabo en un contexto en el que, mientras cientos de empresarios tenían toda la información, los funcionarios públicos sólo podían consultarlos parcialmente. Por tanto, una de las principales justificaciones de Clinton para cargar contra el acuerdo es la de no tener acceso al texto y desconocer todos los detalles. Y en eso entra Wikileaks, que el pasado nueve de octubre liberó una parte de los documentos secretos del TTIP. La filtración detalla, entre otras cosas, que los países que ratifiquen el acuerdo suspenderán los procedimientos legales si la información compartida a través de Internet va en detrimento “de los intereses económicos de un partido, de las relaciones internacionales, la defensa nacional o seguridad nacional”.
Más allá del uso electoralista de una filtración, el trasfondo es que los verdaderos garantes de la libertad de expresión siguen siendo aquellos que, como Snowden o Assange (aún desde el exilio), liberan información clasificada para promover el debate público de temas censurados y defender la privacidad del ciudadano. Algo que, como Glenn Grenwald expone, no es baladí.
FUENTE: publico.es
El 4º Poder en Red
Daniel Martín 15/10/2015
Este ciudadano quiere poner también su granito de arena en el asunto, así que voy a dejarles el enlace de una web que hallé reciéntemente en Internet, donde se explica cómo averiguar si alguien está hackeando nuestra página.
Espero que les sea útil.
https://blog.kaspersky.es/sintomas-de-una-website-hackeada/637/
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