José María Aznar
La gran incógnita del nuevo momento político no es la lista de ministros de Pedro Sánchez ni si el PP logrará salvar la vajilla de la abuela del naufragio mientras Rajoy se mantiene en cubierta amarrado al mástil y reacio a abandonar el barco. Ni siquiera si Albert Rivera dará un penúltimo bandazo mirando a la Moncloa ahora que sólo ve españoles en lontananza.
El misterio de estos días es la reacción del último y más insigne de nuestros estadistas ante el cambio de Gobierno y el desahucio exprés al que una oposición heterogénea, además de populista, comunista, nacionalista, independentista pero, sobre todo, exorcista, ha sometido a su todavía partido. ¿Qué dice Aznar de todo esto? Esa es la pregunta de la semana.
Conocer la opinión de "Franquito" es casi un imperativo en la medida en que con él empezó todo, desde el momento en el que permitió a Bárcenas dejarse largas las patillas y a Correa dilapidar insensatamente la gomina, aunque en su defensa haya que decir que la Justicia jamás podrá agradecerle del todo el favor de haber proporcionado la lista completa de invitados a la boda de su niña en El Escorial que tanto ha facilitado su trabajo. Aznar, en efecto y como presidente nuestro que fue, nos debe una explicación, y esa explicación ha de dárnosla porque nos la debe. Así de claro.
De hecho, lejos de manifestar algún tipo de arrepentimiento o autocrítica por haberse rodeado de presuntos y/o convictos, no habría que descartar una filípica de órdago a la grande, una despedida a la francesa de su militancia por la decepción que le ha causado el partido o, incluso, que, entusiasmado por la caída de su ‘mariacomplejado’ sucesor, anunciara la buena nueva de su regreso ahora que las resurrecciones y ascensiones se han puesto de moda.
Se confía, en cualquier caso, en que el profeta de la derecha muestre algún camino a una grey desnortada, o que ya metido en gastos dibuje a carboncillo su proyecto de país con un recopilatorio de sus más afamados valores y principios inamovibles.
El conseguidor de multinacionales, que de cualquier forma se hace patria, y ésta es la mejor remunerada, tiene recetas que darnos sobre la higiene democrática, la corrupción y la unidad de España. La pesadilla en la cocina del PP tiene su Chicote.
FUENTE: publico.es
Opinión - Tierra de Nadie
Juan Carlos Escudero
04/06/2018
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