Para el lector inteligente que no quiera seguir leyendo, se lo resumo: 2019 será malo como un vino de brick de un euro. Si queréis saber cómo lo he averiguado, ha sido mediante una aplicación de alta tecnogía: metiéndome un cable eléctrico de tierra a potencial cero en el ojete. No falla.
Aparte de terremotos, incendios, maremotos, que ahogarán animales y humanos, y volcanes que escupirán el cabreo de la Tierra para con sus parásitos, los mares seguirán calentándose. Y ballenas, delfines y resto de mamíferos marinos adoptarán una nueva religión antihumana (o sea, inteligente) y se defenderán de nuestras agresiones hundiendo barcos de recreo y empujando pateras hacia Europa, sólo por joder. No va a naufragar ni una, ya veréis. California se separará del continente americano en uno de los miles de terremotos que nos esperan y navegará hacia el centro del Pacífico (aunque llegará a destino dentro de 80.000 años).
El Papa Francisco, ese jesuita miserable que ya sabemos que será el último Papa católico, porque está al servicio del Poder Global para acabar con el cristianismo, seguirá el Plan Maestro Global y alentará un Gran Caos todo lo que pueda para irritación de los católicos del mundo, que acabarán por comprender en 2019 que, si quieren sentirse protegidos, más les vale luchar por sí mismos que fiarse de un dios crucificado como si fuera un cerdo, un ternero de Soutine, un dios sin grandeza que sólo predica la inacción y el poner la otra mejilla del culo cuando te dan. Puede que Francisco palme merecidamente, como lo hará Benedicto XVI (no nuestro contertulio, sino el Papa Ratzinger), y no habrá sucesor. El siguiente será el llamado Papa Negro, que es como decir el Papa Sionista Judío.
La III Guerra Mundial acelerará su curso y exhibirá su crudeza de sacacorchos, porque ya estalló hace años de manera blanda e interpuesta, que lo sabe hasta mi barbera. Y porque a la guerra económica siempre sigue la guerra de balas de uranio empobrecido como contraofensiva inexorable. A la gente la puedes joder hasta un límite a partir del cual les da igual morirse y prefieren apostar la vida a tiros, a la ruleta rusa, y disfrutar llevándose por delante a unos cuantos hijos de puta (según ellos, que es decir según el criterio de las víctimas y de los desheredados). Es posible que las grandes potencias, histéricas de ambición, acuerden alguna escaramuza en Ucrania u otro céntrico lugar europeo para acogollar al común, pero será más falsa que la vagina de un transexual. El resultado, que es lo que importa: propiciarán una inmigración asfixiante, pero llevadera. Porque no hay nada que calme más al inculto arruinado y explotado que convivir con una casta inferior a la que pueda despreciar.
La bomba atómica seguirá en plan "noli me tangere", seguirá sin hacer acto de presencia desde 1945. Pero se utilizará, por común acuerdo, en alguna guerra, a ver si alguien, generalmente un burgués de izquierdas, algún imbécil acomplejado de lo bien que vive sin merecerlo, se lo cree y se asusta. Los medios harán aspavientos y condenas, que sí, que no... y los ricos volverán a construirse refugios antiatómicos.
Noli me tangere (No me toques)
El extremismo religioso, especialmente mahometano y judío, seguirá produciendo muertos a una escala nunca vista, y mira que estamos ya acostumbrados hasta el empacho. Los atentados verdaderos seguirán siendo menos de un 10% de los que cuentan los medios, pero importantes. Los Gladio están en crisis. Y se nota. Los empresarios del teatro les han ganado la partida y el nicho de mercado. Los verdaderos atentados se distinguen de los falsos por que matarán siempre a mahometanos, claro. O sea, lo de siempre, lo que no sorprende ni al más crédulo. Los falsos atentados ganarán algún Óscar, como lo ganó Kubric cuando nos hizo llegar a la Luna.
Trump lo tiene crudo para ganar las siguiente elecciones, pero las ganará, que lo digo yo desde mis bolas. Para ello, cumplirá con su programa a machamartillo, construirá el muro más inútil de la historia, pero dará trabajo a los sudacas que pueblan Estados Unidos, los mismos que impedirán la llegada de nuevos sudacas, si no pagan y pasan por los miles de túneles que se dejarán dispuestos por los cárteles de la droga. Trump se llevará sus tropas de países en los que no se le ha perdido nada en detrimento o beneficio, según el caso, de las grandes multinacionales de "la defensa".
En 2019 se curarán algunas enfermedades como por arte de magia. El cáncer no creo, porque es un negocio billonario. La Ciencia necesita éxitos, así que tirará de algunos conocimientos del pasado para curar pestes y sidas, que hace tiempo ya que se sabe que son chorradas que se curan por un par de euros. Es la manera de dar a conocer sin decirlo que la vida humana se alarga debido a cosas como la buena alimentación, la ausencia de guerras y sus asociadas pandemias oportunistas.
Finalmente, hablando ya de España, vaticino que 2019 será el año en que los españoles entenderán que la manera de acabar con la degeneración nacionalista, con la corrupción y con la partitocracia es dejar de pagar impuestos. A ver, lo repito: DEJAR DE PAGAR IMPUESTOS, empezando por los catalanes de uno y otro bando. Acojonante que aún no se le haya ocurrido a nadie. Pero, como todas las grandes revoluciones, bastará que estalle la chispa para que la bomba revolucionaria estalle. Y todo el mundo dirá: "Pero mira que era fácil la solución... ¿cómo no nos hemos dado cuenta antes?"
Los partidos son un pudridero, un vertedero de basura. No se salva ni uno. Todos buscan lo mismo, parasitar a la sociedad. Desde Podemos a Vox, todos unos parásitos. ¿La III República Constitucional? Pues cada día más lejos, pobre Antonio García trevijano.
También aviso a los lectores que todos estos vaticinios los he pergeñado bajo los efectos de una excelente marihuana white widow que cultivo en mi propio jardín. Ateneos a las consecuencias.
¡Feliz 2019, acratones!
FUENTE: acratas.net
MALDITO HIJO DE PERRA