El golpe no solamente fracasó, sino que aceleró precisamente lo que los golpistas querían evitar. El propósito de los conjurados era forzar a Gorbachov a revertir las políticas de la perestroika
Veinticinco años del golpe de estado contra Gorbachov. RTVE
El 19 de agosto se conmemoró el 25º aniversario del intento de golpe de Estado en la Unión Soviética, conocido en Rusia como 'el putsch de agosto'. La conspiración fue orquestada por ocho altos cargos del gobierno, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y el KGB contrarios al cariz que había tomado la perestroika y organizados en un autoproclamado Comité Estatal para el Estado de Emergencia (GKChP).
El propósito de los conjurados era forzar al presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, a declarar el estado de emergencia y frenar y revertir las políticas de la perestroika. El GKChP estaba seguro de contar con el apoyo de los círculos militares y de seguridad, que rechazaban por encima de todo la política exterior de Gorbachov, desde las concesiones a EEUU en las negociaciones para el desarme hasta la reunificación de Alemania en los términos planteados por Occidente y el apoyo a Washington contra la invasión iraquí de Kuwait.
Mientras Gorbachov veía estas medidas como pasos necesarios para poner fin a la guerra fría y acercar a la URSS a Europa para garantizar así su seguridad, sus adversarios consideraban que no se obtenía nada de ellas, sino que, por el contrario, exponían gravemente al país a sus enemigos tanto en el interior como en el exterior.
La firma de un nuevo tratado de la Unión, prevista para el 20 de agosto de 1991, por el cual nueve de los Estados de la URSS –Rusia, Bielorrusia, las cinco repúblicas de Asia central y Azerbaiyán– aceptaban formar una nueva federación que había de llamarse Unión de Repúblicas Soviéticas Soberanas, aceleró los planes de los golpistas.
Aprovechando las vacaciones de Gorbachov en la península de Crimea, cuatro de ellos –el vicepresidente del Consejo de Defensa Oleg Baklanov, el jefe del secretariado del PCUS Valeri Shenin, el secretario del Comité Central del PCUS Oleg Shenin y el general del ejército Valentin Varenniko– se desplazaron en avión hasta la península para reunirse con él y exigirle que declarase el estado de emergencia o, de negarse, que dimitiese y nombrase jefe de Estado a su vicepresidente, Guennadi Yanaev. Pero el rechazo del líder soviético a asumir el plan original llevó a su detención. Agentes del KGB cortaron las comunicaciones de su dacha en Foros y retuvieron al líder soviético y su familia. El golpe estaba en marcha. De las dimensiones que tenían los golpistas del mismo da una idea la orden del GKChP a una fábrica de Pskov para el envío de 250.000 pares de esposas y 300.000 formularios de detención, así como que se vaciase de presos comunes la prisión de Lefortovo en Moscú.
La firma de un nuevo tratado de la Unión, prevista para el 20 de agosto de 1991, por el cual nueve de los Estados de la URSS –Rusia, Bielorrusia, las cinco repúblicas de Asia central y Azerbaiyán– aceptaban formar una nueva federación que había de llamarse Unión de Repúblicas Soviéticas Soberanas, aceleró los planes de los golpistas.
La dacha de Crimea donde veraneaba Gorbachov en agosto de 1991
Aprovechando las vacaciones de Gorbachov en la península de Crimea, cuatro de ellos –el vicepresidente del Consejo de Defensa Oleg Baklanov, el jefe del secretariado del PCUS Valeri Shenin, el secretario del Comité Central del PCUS Oleg Shenin y el general del ejército Valentin Varenniko– se desplazaron en avión hasta la península para reunirse con él y exigirle que declarase el estado de emergencia o, de negarse, que dimitiese y nombrase jefe de Estado a su vicepresidente, Guennadi Yanaev. Pero el rechazo del líder soviético a asumir el plan original llevó a su detención. Agentes del KGB cortaron las comunicaciones de su dacha en Foros y retuvieron al líder soviético y su familia. El golpe estaba en marcha. De las dimensiones que tenían los golpistas del mismo da una idea la orden del GKChP a una fábrica de Pskov para el envío de 250.000 pares de esposas y 300.000 formularios de detención, así como que se vaciase de presos comunes la prisión de Lefortovo en Moscú.
Tras una breve reunión de urgencia en el Kremlin, el GKChP redactó el decreto de emergencia. Como estaba previsto, el vicepresidente Yanaev firmó el documento, por el cual también pasaba a ser el presidente de la URSS debido, oficialmente, a la incapacidad de Gorbachov para ejercer sus funciones a causa de una “enfermedad”. El GKChP también prohibió la publicación de todos los periódicos en Moscú salvo nueve cabeceras afines e interrumpió las emisiones de las radios independientes. Al día siguiente, desde las estaciones de radio sólo se emitía música clásica, y los canales de televisión mostraban en loop, una y otra vez, el ballet de Chaikovski "El lago de los cisnes". Las delicadas bailarinas del Teatro Bolshói, en sus tutús de un blanco virgen y bañadas por una irreal luz azul, se convertirían, junto a la brutal imagen de los tanques en el centro de Moscú, en uno de los símbolos del 'putsch'.
Yeltsin sobre un tanque
Boris Yeltsin
El 19 de agosto, Boris Yeltsin, elegido dos meses antes presidente de la República Socialista Federativa de Rusia (RSFR), llegaba a la Casa Blanca, la sede del Parlamento en aquella época. Tras reunirse con el primer ministro y con el presidente del Soviet supremo, Ruslan Jasbulátov, para evaluar la situación, Yeltsin emitió un comunicado –luego distribuido en octavillas por toda la ciudad– en el que declaraba anticonstitucional el golpe, llamaba a la población a convocar una huelga general para detenerlo y pedía al ejército que no lo secundase.
Después de que numerosos ciudadanos de Moscú acudieran a la llamada de Yeltsin y comenzasen a erigir improvisadas barricadas en torno a la Casa Blanca, Guennadi Yanaev declaró a las 16:00 el estado de emergencia para Moscú y a las 17:00 ofreció una rueda de prensa donde aseguró que Gorbachov, “después de todos estos años se ha cansado y necesita tiempo para recuperar su salud”, por lo que se encontraba “descansando” en Crimea. El golpe, sin embargo, comenzaba a hacer aguas. Los blindados de la división Tamánskaia frente al Parlamento declararon ese mismo día su fidelidad a la RSFR. Sobre uno de ellos, Yeltsin se dirigió a la multitud en una imagen captada por numerosos medios.
El fracaso del golpe
El 20 de agosto la tensión aumentó. La noche anterior el comandante del distrito militar de Moscú había anunciado un toque de queda para la capital, lo que fue interpretado por los defensores de la Casa Blanca como una señal de que el asalto era inminente. Efectivamente, el GKChP había diseñado una operación, cuyo nombre clave era “Trueno”, en la que habían de participar varios cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, algunos de los cuales se habían trasladado ya a las inmediaciones del Parlamento.
¿Por qué fracasó el golpe? En un libro publicado en 2013 en Rusia con entrevistas a varios testimonios, “traición” es una de las palabras más repetidas: traición de Mijaíl Gorbachov, traición de Borís Yeltsin, traición de Pavel Grachev, el general de las tropas aerotransportadas que puso sus soldados a disposición de Yeltsin... Sin embargo, en una interpretación mucho más plausible, a los golpistas les faltó “valor para escenificar un Tiannamen en Moscú; ahogar en sangre la protesta”, escribe Poch-de-Feliu. El ministro de Defensa, Dmitri Yazov, también miembro del GKChP, ordenaba a las 08.00 la retirada de tropas. Seis miembros del Comité Estatal para el Estado de Emergencia viajaban a Crimea para intentar dialogar con Gorbachov, pero éste se negó en redondo a reunirse con ellos.
Las decisiones tomadas por el GKChP, mientras tanto, comenzaban a volverse en su contra. El 20 de agosto el Consejo Supremo de Estonia declaraba la soberanía y la independencia de la República de Estonia (al día siguiente lo haría Letonia). Restablecidas las comunicaciones en su dacha, el presidente de la URSS declaraba nulo el decreto de emergencia. A su regreso a Moscú, el 21 de agosto, todos los golpistas –que pasaron a la posteridad como “la banda de los ocho”– fueron detenidos, salvo el ministro del Interior, Borís Pugo, que se suicidió junto a su esposa.
El golpe de Estado no solamente había fracasado, sino que aceleró precisamente aquello que los golpistas querían evitar: la desintegración de la URSS. Aprovechándose de la situación, el Soviet Supremo de la RSFR, controlado por los “demócratas radicales” de Yeltsin, aprobó que éste pudiese nombrar a los presidentes de las administraciones regionales, aunque la Constitución de la URSS se lo impedía, y declaraba la enseña tricolor como la bandera nacional rusa. El PCUS, seriamente debilitado, tampoco sobrevivió al golpe.
El golpe de Estado no solamente había fracasado, sino que aceleró precisamente aquello que los golpistas querían evitar: la desintegración de la URSS. Aprovechándose de la situación, el Soviet Supremo de la RSFR, controlado por los “demócratas radicales” de Yeltsin, aprobó que éste pudiese nombrar a los presidentes de las administraciones regionales, aunque la Constitución de la URSS se lo impedía, y declaraba la enseña tricolor como la bandera nacional rusa. El PCUS, seriamente debilitado, tampoco sobrevivió al golpe.
Dmitri Medvédev
Pero es el Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), como heredero formal del PCUS, hacia donde lógicamente se dirigen todas las miradas. Su secretario general, Guennadi Ziugánov, que también fue autor de "Una palabra al pueblo" –un manifiesto contra las políticas de la perestroika firmado entre otros por dos de los instigadores del golpe–, se encontraba aquellos días en un sanatorio en Kislovodsk, en Stávropol, y, como Medvedev, no participó en los hechos.
En 2014, el secretario general del PCFR publicó un comunicado en la página web del partido donde al mismo tiempo se distanciaba de los golpistas, criticándolos, y denunciaba a Mijaíl Gorbachov por sus políticas y su respuesta al 'putsch'. “No hubo ningún golpe. Se destruyeron a sí mismos y al país. Es necesario llevar a Gorbachov a los tribunales del país que él destruyó […] La cabeza visible del gobierno responde ante todo de la integridad territorial del país y la seguridad de la sociedad. Él escupió sobre todo eso y se marchó”, dijo Ziugánov.
Guennadi Ziugánov
La última encuesta del Centro Levada (independiente) sobre el 'putsch', realizada el pasado 15 de agosto, refleja los cambios en la opinión pública sobre los sucesos. Un 50% de los encuestados sigue recordando qué ocurrió aquel agosto de 1991, pero un 48% es incapaz ya de acordarse. Un 35% de los rusos lo calificó de “simplemente un episodio de la lucha por el poder entre los dirigentes del país”, mientras que para un 30% de los encuestados fue “un acontecimiento trágico con consecuencias catastróficas para el país y la población” y un 27% contestó que “le resultaba difícil de decir”. Únicamente un 8% lo describió como “una victoria de la revolución democrática que puso fin al poder del PCUS”.
PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética)
Cultura Proletaria
COMENTARIOS
Uno de los mayores y más importantes sucesos de la historia del Siglo XX, ha sido la desmembración de la Unión Soviética (comenzada, no lo olvidemos, por el polaco Lech Walesa, instigado por la CIA). Esto trajo consigo que la balanza del equilibrio en el mundo se inclinara hacia un lado (El del Imperio Yankee), generando las guerras por saquear los recursos de los países árabes (Egipto, Túnez, Iraq, Libia, Siria, Afganistán... e incluso la antigua Yugoslavia.
Todo ésto nunca hubiera sucedido de seguir existiendo la URSS . Así que la historia juzgará a esos engendros: Gorbachov, Yeltsin y compañía.
Adrián Yagüe Pérez
La Unión Soviética, obviamente, no era perfecta. Pero estaban garantizados los derechos laborales y la seguridad social; educación universal y gratuita hasta la universidad; sanidad pública también gratuita y universal; vivienda, luz, gas y agua, todo ello gratuito y garantizado por el estado.
Igual no te podías comer un Big Mac con patatas y Coca-Cola. Pero todos los ciudadanos tenían las condiciones mínimas para una vida digna.
Salviano
La Unión Soviética fue vencida por el Capitalismo en un juego plagado de trampas y mentiras. La conjunción Reagan (EE.UU), Teacher (Gran Bretaña) y Pablo VI (Iglesia Católica), fue todo un frente para socavar los cimientos de la URSS. El sistema capitalista se valió de los petrodólares no solo para desmantelar la Unión Soviética, sino los regímenes afines de Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Alemanía del Este, Rumanía, y otros.
FUENTE: publico.es
Ángel Ferrero - Moscú
19/08/2016
La postura de Boris Yeltsin de nadar y guardar la ropa hasta el momento final, es un calco de la de Juan Carlos I de Borbón, cuando el 23 de Febrero de 1981 no apareció públicamente para condenar el intento de golpe de estado en España, hasta que no comprobó que el viento soplaba a su favor y que todo volvía a estar "atado y bien atado": ¡¡¡seis horas después!!! de que el Teniente Coronel Tejero y sus guardias civilies asaltaran el Congreso de los Diputados.
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