Pero sólo hace falta echar un vistazo al mundo que nos rodea para darnos cuenta de que esas palabras caen en saco roto porque distan muchísimo de ser reales.
Se debe tener en cuenta que el derecho a la salud no se limita solamente a estar sano. Hay que invertir en infraestructuras, servicios sanitarios y calidad de vida y luchar por la dignidad de los desfavorecidos.
La Asistencia Sanitaria Universal, asistencia sanitaria pública, asistencia de salud pública o sanidad pública hace referencia al acceso a asistencia sanitaria completa y la salud pública de todos los residentes de un país o región geográfica o política sin importar su capacidad económica o situación personal.
El derecho a la salud significa que los gobiernos deben crear las condiciones que permitan a todas las personas vivir lo más saludablemente posible. Esas condiciones incluyen la disponibilidad garantizada de servicios de salud, condiciones de trabajo saludables y seguras, vivienda adecuada y alimentos nutritivos.
Pues aquí, como está sucediendo en otros muchos países, el gobierno de turno se pasa el derecho por los forros. Están como locos por privatizar la sanidad pública para ponerla en manos de sus amigotes, lo que les permitiría sacar pingües beneficios, convirtiéndola en un auténtico negocio en el que pesarán más los resultados económicos que la calidad de la asistencia. Un claro ejemplo de este tipo de gestión son los Estados Unidos de Norteamérica, cuyo sistema de salud deja sin cobertura sanitaria a 47 millones de personas.
Ciudadano Plof
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