9/5/11

RAYAS, RAYITAS Y RAYONES


Tal parece que el tema de la droga se circunscribiera únicamente a los mundos marginales. La opinión pública lo relaciona de inmediato con hampa y prostitución, pero fluye que da miedo en todos los estamentos sociales; lo que ocurre es que, como la radiación nuclear, resulta invisible a la vista, y puede argumentarse que no existe en tanto no aparezcan síntomas visibles. Pero ella continúa su callada labor cobrándose sus frutos paso a paso: anula voluntades, hace crecer mentiras, potencia el egoísmo, cambia el humor con brusquedad, trastoca prioridades y acaba resquebrajando la economía en un movimiento “sostenuto in crescendo” que destroza por completo la vida familiar y laboral, provocando la caída (si no se anda muy listo-a) a esos abismos sociales donde campan a sus anchas desarraigo, tristeza y soledad. Y entonces se les ve; claro que se les ve: sudorosos, perdidos, angustiados, engrosando las filas de ese ejército que avanza imparable hacia las oscuras simas de la nada. Aunque también los hay que no resbalan nunca a ese submundo trágico, y se aferran con toda el alma a su posición, a los firmes anclajes del status. Son drogadictos invisibles, algo así como aquellos personajes de los nos habla Umberto Eco en su obra Baudalino: “los que no se ven”, refiriéndose a los faunos. Pues ellos tampoco se ven, en efecto, pero están ahí, en las altas esferas, esnifando rayas, rayitas y rayones; prepotentes, intachables, serios, trajeados siempre, pero atrapados en el nudo que ciñe sus cuellos con elegantes corbatas, corbatines y corbatones. Y cuando digo altas esferas, quiero decir altas esferas. Y el que no me haya entendido… tiempo ha tenido.


¡CUIDA TU CEREBRO!

¡¡¡NO DEJES QUE LO ALCANCE EL MALDITO GUSANO DE LA COCA!!!

Ciudadano Plof
 

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