Yo nunca me creí que, con los adelantos técnicos que posee EEUU (un objeto de 20 cm. que cambia de lugar, puede ser detectado por “El ojo del Gran Hermano” que todo lo ve) fueran incapaces, durante todos estos años de localizar a un determinado individuo. La lógica siempre me dijo que, o estaba muerto o lo tenían ellos, para hacerlo aparecer cuando les convenía. Por eso, ahora que, a bombo y platillo, celebran su muerte, pero que ha desaparecido su cuerpo, no me lo puedo creer. Puede que sea cierto, pero el peso de las mentiras es tal, que no logran convencerme. Me suena más a un intento por parte del gobierno, de reivindicar, ante el pueblo estadounidense, la muerte de los centenares de compatriotas, caídos durante estos años en los avisperos en los que se han convertido Iraq y Afghanistán.
Me pregunto yo: “muerto” Bin Laden, ¿a quién van a echarle ahora la culpa de los desaguisados? No les va a quedar más remedio que crear, cuanto antes, la imagen de otro terrorista de proyección internacional que se coma los marrones.
¡Ah! Y a todas estas, no pierdan de vista las declaraciones de Alán García, presidente de Perú:
"La muerte de Bin Laden es el primer milagro de Juan Pablo II. Su primer milagro ha sido extirpar de esta tierra a la encarnación demoníaca del crimen, del mal y del odio", ha declarado ante los periodistas.
¡Dios mío! Pero… ¿Cómo pueden decirse estas cosas?
Y ahora que lo pienso... ¿Creen ustedes en las casualidades?
Porque yo ¡NO!
Ciudadano Plof
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