Susana Díaz quiere morir matando. Tras ser derrotada por goleada en las elecciones primarias del PSOE, tras ser humillada con menos votos que avales, ha terminado por revelar su verdadera cara, incluso, a quienes no había sido capaces de verla.
La hija del fontanero nunca ha sido una demócrata o, por ser más precisos, lo es tanto como la derecha, es decir, instrumentaliza la democracia, la defiende mientras le resulta útil para sus propósitos personales. Lo demostró la misma noche que Pedro Sánchez le pasó por encima con más de diez puntos de diferencia. Su “tranquila, tranquila” barruntaba lo que ya se ha confirmado: Díaz hará más mal que bien al PSOE, como de hecho ya se lo está haciendo a Andalucía en general, que ve como se esfuman los planes de empleo, cómo las políticas de igualdad se recortan, como la Sanidad se privatiza por la puerta de atrás, cómo la Educación no es una prioridad…
El domingo pasado, Díaz esbozó lo antidemócrata que es, cuando ni siquiera nombró a su nuevo secretario general, cuando abandonó la sede de Ferraz antes de escuchar el discurso de Sánchez. Ahora, adelantar cuanto antes el congresillo andaluz para evitar que los sanchistas se consoliden aún más y, muy especialmente, negarse a que el reparto de compromisarios sea proporcional y refleje el resultado de las primarias vuelve a delatar a Díaz como lo que es: una mala perdedora, una dirigente que no encaja que ni siquiera los que creía suyos la han votado (de ahí la diferencia entre votos y avales), una antidemócrata, en definitiva.
Un susanista declarado me decía hace unos días que “yo creo, en mi modesta opinión, que el único partido que siempre se rasga las vestiduras es el PSOE; en los demás partidos no se ve esto, sus líderes saben cerrar las filas, realmente las primarias libres las ha hecho sólo el PSOE”. Más allá de que la última parte de esa afirmación, sencillamente, es falsa y así está demostrado, le queda ahora a ese y al resto de susanistas, demostrar el resto de su exposición.
Que Susana Díaz no acepte un resultado democrático y esté dando un espectáculo tan bochornoso como el del golpe de estado interno que orquestó en el PSOE es una cosa, que el resto de la militancia, el resto de susanistas no estén a la altura, es otra. Ahora más que nunca el PSOE está en tela de juicio, ahora más que nunca, especialmente en Andalucía, ha de demostrar que no se pliega al clientelismo, que es digno de sus siglas. Susana Díaz, sencillamente, no lo es; como tampoco lo son otros incondicionales que vendieron su alma al diablo, como en los casos malagueños Miguel Ángel Heredia o Francisco Conejo.
Confío en que el resto de susanistas, sean democrátic@s; de no serlo, seguirán suscribiendo de su puño y letra el epitafio de un partido con demasiada historia como para morir a manos de tamaña ruindad.
Posos de Anrquía
David Bollero
24/05/2017
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