Playa de las Teresitas con "El Mamotreto" en primer término
Tras presentarse la denuncia por la compra de Las Teresitas, y durante años muchos después, la explicación que se dio desde el Ayuntamiento de Santa Cruz a la operación fue que se trataba de dar salida a una exigencia de la sociedad chicharrera, movilizada por evitar la construcción en el frente de playa. Es verdad que esas movilizaciones existieron, y que el rechazo social a la construcción en la playa era casi unánime. Y es razonable que el Ayuntamiento intentara buscar una solución para evitar que los edificios acabaran por levantarse en la zona. Tan razonable, que no hubo ni un solo partido político que se opusiera. La compraventa fue votada por unanimidad, con el apoyo de los concejales de ATI y de la leal oposición, integrada entonces por el PSOE y el PP. A fin de cuentas, de lo que se trataba era de favorecer el interés colectivo. Lo que pasara después, que los empresarios tuvieran la suerte de conseguir un crédito multimillonario sin tener que aportar garantías, o que sacaran un beneficio tan extraordinario -más de cien millones de euros- al final de la operación- pudo ser cuestión de suerte, o fruto del legítimo esfuerzo de Plasencia y González por obtener los mejores beneficios. ¿Quién va a discutirles a los empresarios su derecho a sacar la mayor tajada posible en un negocio? Desde luego, un consistorio sensible como el de Santa Cruz, no. Otra cosa es que hubiera algunas prisas e irregularidades en la gestión de la operación. Pero eso también puede ser explicable: ante un desembolso tan importante que obligó al ayuntamiento a tener que vender su principal activo -la empresa municipal de aguas- para hacer frente a la deuda contraída, los políticos y funcionarios estaban nerviosos, los pobres, y no hilaron demasiado fino. Todo el mundo puede cometer errores de apreciación, de juicio, o errar en los trámites y papeleos... ¿Quién no se ha equivocado alguna vez?
Lo que pasa es que quienes idearon la justificación de esta compra, y la defendieron durante años contra viento y marea, con el concierto y apoyo de una sociedad entontecida y unos medios dormidos, se olvidaron de explicar algunas cosas y la más importante de todas, la más concluyente a la hora de decidir si hubo o no ese 'pelotazo de libro' del que se habla continuamente, es por qué el Ayuntamiento no se apoyó en la peritación más baja para establecer el precio de lo que querían comprar. Todo lo contrario, prefirieron usar las valoraciones más altas. No sólo hicieron lo posible por esconder, extraviar o traspapelar el informe de peritación de la arquitecta municipal, Pía Oramas, que -según ella misma ha reconoció-, fue objeto de todo tipo de presiones para que respaldara una valoración de los terrenos superior a los 18 millones que figuraban en su informe. También presionaron a la mercantil Sociedad de Tasación, con más éxito que a Oramas. Esa compañía también había calculado que los terrenos valían 18 millones de euros, porque había reservas al aprovechamiento hotelero de las parcelas del frente de playa por cuestiones como el deslinde marítimo terrestre, las cesiones de aprovechamiento, la moratoria turística, la consolidación del suelo o la modificación del plan general. A pesar de eso, siguiendo instrucciones del Ayuntamiento, la tasadora realizó el cálculo sin considerar esas reservas y fijó el valor en 45 millones. Eso sí, se cubrieron en salud, entregando al consistorio un anexo a su informe, en el que advertían que de aplicarse la reservas, el valor de lo tasado sería de 18 millones. Ese anexo no aparece por ningún lado en la documentación del Ayuntamiento, aunque ayer fue aportado por el representante de la tasadora, e incorporado por decisión judicial al expediente judicial de Las Teresitas ante las protestas de los abogados defensores, que hablan de indefensión, y dudan de que sea auténtico... Quizá la tasadora tenga un interés especial en perjudicar a sus antiguos clientes, como quieren hacernos creer los abogados. O quizá no sea eso...
Imagen futura de la playa según el Plan Especial del Ayuntamiento
Quizá sea todo más simple: existe un principio metodológico y filosófico atribuido al franciscano Guillermo de Ockham, que vivió en la Baja Edad Media, y que establece que "en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable". Se conoce también como 'principio de parsimonia' o 'La navaja de Ockham'. Y va a ser que la navaja de Las Teresitas está en ese anexo...
FUENTE: eldia.es
A babor - Francisco Pomares
18/10/2016
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