Soy de ese grupo de ciudadanos que duda siempre de las casualidades. No me fío de ellas.
Que "casualidad" que el pasado día 12, justo cuando China decide depreciar su moneda (el yuan) durante tres jornadas consecutivas y provocar con ello un estremecimiento económico a nivel mundial, dos colosales explosiones devastaran parte de la ciudad portuaria de Tianjin (una de las más pobladas del país), aunque, al parecer, con anterioridad se había producido un incendio en un almacén de productos peligrosos ubicado en la zona porturaria de la ciudad, lo que explicaría la gran cantidad de bomberos fallecidos.
Se especula con que haya sido ¿el agua? al caer sobre determinadas sustancias químicas, lo que provocara las deflagraciones.
He leído en la prensa que el carburo de calcio, presente en la zona, al reaccionar con el agua genera acetileno, un compuesto altamente explosivo.
Las explosiones, separadas por un intervalo de 30 segundos, resultaron de tal magnitud que fueron detectadas sismograficamente. La segunda de ellas alcanzó una potencia de 21 kilotones, equivalente a 21 toneladas de dinamita, generando además una extensa nube tóxica.
La onda expansiva, que se sintió a kilómetros de distancia, sacudió edificios, hizo añicos los cristales y provocó daños en miles de viviendas.
El almacén en el que se produjeron las explosiones es propiedad de la empresa Ruihai International Logistics, que está siendo investigada por el gobierno chino, ya que, existentes indicios de conexiones con el poder político.
Según la revista china Caijing, la persona responsable de la terminal de contenedores del puerto de Tianjin, es hijo de un ex alto cargo del gobierno local.
Repito: No creo en las casualidades, y en estos tiempos, menos que nunca.
Ciudadano Plof
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