Así salió Brasil de la crisis, convirtiéndose, en solo cuatro años, en la nación más rica de América Latina
Corrían los años 70 y Brasil, como buena parte de América Latina vivía el espejismo de una economía próspera. A golpe de crédito creció una industria pagada por acreedores internacionales. Créditos que algún día habría que devolver. En los 80 se rompió la burbuja y poco a poco el país amenazó con entrar en bancarrota. Bajo el disfraz de un gran salvador, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial ofrecieron sendos préstamos a Brasil y a otras economías latinoamericanas. Esas líneas de crédito se convirtieron en deuda pública a unos intereses desorbitados, engordados poco a poco por la especulación de los mercados. En esas condiciones el endeudamiento no desapareció sino que se aplazó y fue creciendo.
En esta ocasión el plan de ayuda financiera sumaría 41.000 millones de dólares, que deberían ser utilizados en dos años. Como condición de este préstamo, Brasil debía mantener la política cambiaria y aplicar un nuevo paquete con 51 medidas fiscales a su población. «La consolidación fiscal exagerada y simultánea no es la mejor respuesta a la crisis mundial. Puede incluso agravarla llevando a una gran recesión», recordó la presidenta de Brasil en la Cumbre. Hablaba por experiencia, pues en el año 1998, bajo la presidencia de Henrique Cardoso, el déficit fiscal de Brasil se elevó hasta el 7%. La cura casi mata al enfermo.
«Cuando empecé mi gobierno, el 10% de la población más rica cogía la mitad del dinero del país y le dejaban a los más pobres apenas el 10%», relató el exmandatario Lula da Silva en una entrevista concedida a la revista colombiana «Semana» al final de su mandato presidencial. Lula da Silva llegó al poder en el año 2003 y seguiría allí hasta el 2011, exactamente los años en que Brasil llevó a cabo su milagro económico. Durante su mandato, Lula se opuso a continuar con la senda de austeridad que le dejó Cardoso. Al contrario, aumentó el salario mínimo en un 62%, acabó con la desnutrición infantil y escolarizó a las clases humildes. Impulsó la creación de cuentas bancarias para los pobres, lo que ascendió a 45 millones el número de brasileños con depósitos activos.
Se dieron créditos consignados por valor de 200.000 millones de dólares, préstamos con tasas muy reducidas que se devolvían en 30 días y se reactivó el consumo: «Creció siete veces más, sobre todo en los sectores populares», afirmó Da Silva. Un mecanismo que se aseguró de llevar a cabo sin intermediarios. «No creo que deba existir la figura del intermediario, porque la mitad de la plata se queda con él. En Brasil las personas que reciben beneficios del Gobierno no tienen contacto con intermediarios. Reciben una tarjeta magnética con la que puede ir al banco y sacar el dinero. Eso es sagrado», recalcó el expresidente. Además Brasil logró reducir en más de un 70% la desnutrición de su población gracias a políticas de fomento de la agricultura familiar, distribución de alimentos a las clases más desfavorecidas y programas de ayuda a la lactancia materna. Se crearon escuelas, universidades y sobre todo, se creó empleo y se devolvió el préstamo con creces.
Algo parecido apuntaba Dilma Rousseff en la Cumbre Iberoamericana: «Es necesaria la adopción de una estrategia que obtenga resultados concretos para las personas y presente un horizonte de esperanza, no sólo la perspectiva de más años de sufrimiento».
Es cierto que Brasil sigue siendo hoy una de las economías más desigualitarias, que existen problemas de corrupción y que deja mucho que desear en cuestiones de seguridad ciudadana, pero también que en 2010, en plena crisis financiera mundial, logró crecer un 7,5% y a día de hoy es la nación más próspera de toda América Latina y la sexta más rica del mundo.
Datos tomados de ABC.es - Economía
eva pastrana@ABC_es / madrid
Día 20/11/2012
El camino está claro; ahora, hace falta voluntad política y sobre todo valentía para encararlo, y a esos muchachos (por llamarlos de alguna manera) del "gobiedno*" de España, no se les ve ni lo uno ni lo otro; sólo saben menear la cabeza de arriba abajo, para asentir a los dictados de Angela Mérkel, de la Banca y del FMI.
¡Así nos va!
eva pastrana@ABC_es / madrid
Día 20/11/2012
El camino está claro; ahora, hace falta voluntad política y sobre todo valentía para encararlo, y a esos muchachos (por llamarlos de alguna manera) del "gobiedno*" de España, no se les ve ni lo uno ni lo otro; sólo saben menear la cabeza de arriba abajo, para asentir a los dictados de Angela Mérkel, de la Banca y del FMI.
¡Así nos va!
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