Marruecos expulsó ayer a ciudadanos españoles. No es ni la primera ni será la última vez que lo haga. Y como tantas otras veces, el Gobierno español vuelve a fallar a sus propios ciudadanos. Después de haber traicionado sistemáticamente a los saharauis, quienes fueron ciudadanos españoles una vez y dejaron de serlo por capricho, entre otros, del rey Juan Carlos I, ahora lo hace con quienes aún lo son. ¿Cómo se concibe si no que ante la expulsión de activistas españoles por parte de las fuerzas de seguridad marroquíes, García Margallo no intermedie y dé la cara por sus compatriotas ante tamaña violación del Derecho Internacional? Ni siquiera se ha pronunciado, como tampoco lo ha hecho la inoperante Unión Europea.
José Manuel García Margallo (Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación)
¿Qué habría sucedido si este hecho se produjera, por ejemplo, en Cuba? Allí, sin ir más lejos, hemos visto cómo un dirigente de las Juventudes del PP cometía homicidio involuntario al conducir un coche sin tener ni siquiera carné (había perdido todos los puntos del mismo en España) y toda la diplomacia española se desplegó para tratar de salvarle el pellejo. En el Sáhara, en cambio, nada importan los saharauis -lo han venido demostrando los sucesivos Gobiernos desde los tiempos de González- y poco, muy poco, los españoles que hasta allí se desplacen. Bueno, miento, sí importan pero sólo cuando con las acciones supuestamente preventivas de Exteriores se consigue cortar la ayuda humanitaria al pueblo saharaui y, de paso, tacharlo de nido de terroristas, como hizo este verano con la expatriación forzosa de activistas. De lo contrario, si se trata de poner encima de la mesa la brutalidad marroquí, la violación de los Derechos Humanos por parte de esa nueva democracia, puro sarcasmo, de Mohamed VI, nada de nada.
Mohamed VI (Rey de Marruecos)
Dicho de otro modo, que hoy, una vez más, el Gobierno español falla a los españoles, no les protege, no les ampara y, cuando lo hace, es porque previamente ha marcado la división de españoles de primera y de segunda. Y los activistas, cuando luchan contra un socio comercial tan poderoso como Marruecos, definitivamente son de segunda.
Información tomada de Público.es
Autor: David Bollero
07 nov 2012
Ahora vuelvan al titular del presente artículo y díganme, sinceramente, ¿qué letra cambiarían?
¡Ésa, ésa misma! Porque no hacen otra cosa que darnos por saco.
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