10/9/12

CON DOS COJONES... ROJOS

Un grafitero de 72 años contra el franquismo


José Gallego, delante del muro del que tachó los nombres. / Foto de Pepe Olivares

La policía le pilló in fraganti. Subido a una escalera que él mismo había llevado y con el bote de spray todavía en la mano. José Gallego, de 72 años, bajó y trató de explicarle al agente que no era un gamberro haciendo una pintada; que estaba tachando las placas franquistas que nadie había quitado de la iglesia de su pueblo, Aspe (Alicante). “El policía me dijo que lo que estaba haciendo era ilegal y yo le dije que ilegal era dejarlo como estaba porque la ley de Memoria Histórica obliga a retirar todos los símbolos franquistas”, explica. José Gallego está ahora imputado por un delito contra el patrimonio histórico y cultural.

La de las placas de la iglesia no era su primera acción. Cuenta con orgullo que también tachó la placa del general Moscardó de un colegio. “Lo hice porque me cansé de esperar. En julio de 2009 le pedí a la entonces alcaldesa, Nieves Martínez, del PP, que retirara los símbolos franquistas. Me contestó diciendo que desconocía que en el municipio los hubiera. Yo se los señalé y entonces dijo que los iba a quitar, pero pasó la legislatura y no hizo nada. Después empezaron a gobernar juntos PSOE e IU y tampoco hicieron nada. Hasta que me cansé”.


Ahora asegura que no se arrepiente, pero lo está pasando mal. Se enfrenta a una pena de uno a tres años de cárcel y quizá tenga que pagar los daños, ya que el juzgado de Novelda ha encargado un informe al respecto a un perito. “Todo esto me ha alterado mucho. Tengo delicado el corazón, no duermo. Voy por la calle y unos me gritan: ‘¡Ole tus cojones!’ y otros ‘¡Rojo!’. El pueblo está revolucionado por esto. Yo no soy ni un héroe ni un justiciero. Toda mi vida he sido un hombre discreto, un tanto gris. Pero me alegro de haber hecho lo que he hecho. Creo que he sentado un precedente. Me gustaría que otra gente en otros sitios hiciera lo mismo. Yo lo que pretendía era poner al Ayuntamiento entre la espada y la pared para que retirara de una vez los símbolos”.

José Gallego, mecánico jubilado, no tiene represaliados por el franquismo en su familia, pero cuenta que durante la dictadura le detuvieron varias veces por participar en manifestaciones contra el régimen. Es afiliado al PSOE desde 1974. “Me siento un poco traicionado. No entiendo que ahora el alcalde socialista no aplique una ley que aprobó el Gobierno socialista. Creo que le tienen miedo a la Iglesia. Yo respeté la cruz que rodeaba las placas porque no quería herir ningún sentimiento religioso. Pero esto, 36 años después de la muerte de Franco, no puede ser. Tú vas a Alemania y no hay ningún símbolo de Hitler. España está llena. ¿Por qué esa resistencia?”. Está muy preocupado por lo que le pueda pasar, pero el peor escenario que contempla es que le hagan borrar sus pintadas. “Eso sí que no lo voy a hacer. Antes prefiero ir a la cárcel”.

Datos tomados del diario EL PAÍS (POLÍTICA)
Natalia Junquera - Madrid 2 SEP 2012

Aquellas dos palabras: "rojo" y "fascista", siempre hirientes (cuyo uso se intentó prohibir en la Cámara de Diputados) a nivel de la calle se siguen empleando como arma arrojadiza de los unos contra los otros, pero no cabe duda de que los cojones, tiran más a rojo que a fascista... el escroto al menos .

En cuanto a su última pregunta, la respuesta es fácil: "Ellos", gobiernen o no, siguen teniendo la sartén por el mango; están profundamente imbricados en las estructuras de poder de esta pseudo-democracia, creada a su modo y medida a la sombra alargada del franquismo.

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