- Yo me llamo Fé. Soy la mayor de tres hermanas a las que, nuestros padres, que eran muy religiosos pusieron de nombres, Fé, Esperanza y Caridad.¡Madre mía! la de años que yo no oía nombrar las tres virtudes teologales. Y eso que las aprendí de niño (a la fuerza, claro está) pero sin demasiado sacrificio por lo fáciles que eran de recordar. Y, acto seguido, me vino de pronto a la memoria un popurrí de enseñanzas religiosas que, en aquellos años de franquismo, la Iglesia, con todo el poder del mundo (y del cielo) impartía a golpe de catecismo. Poca cultura, para que no nos desmadráramos demasiado y mucho catecismo, para enseñarnos a ser mansos y obedientes.
- Pues en mi familia ocurrió algo parecido; también somos tres hermanas y mis padres...
- ¿También eran gente religiosa? La interrumpió Doña Fé.
- ¡No! Eran ateos y republicanos; y nos pusieron por nombres, Aurora, Estrella y Libertad.
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