Uno de los hombres, a escasa distancia del otro, siguió sus pasos, de manera que fue pisando por encima de sus huellas. Quizás, para quemarse menos --aquel suelo debería de ser, en el momento de ser pisado, como la arena ardiente de una playa--. O quizás lo hacía tan solo para entretenerse, para seguir un juego que se había inventado. Aquel hombre, en fin, igual era un niño alto. O un adulto niño. Pero lo que resulta en verdad llamativo son las huellas de lo que se supone que era una mujer. Las huellas de la mujer avanzan al lado de las de los dos hombres. De pronto, la mujer se para. De pronto, la mujer se gira. Da un paso atrás. Pero inmediatamente vuelve a avanzar en la misma dirección de los hombres.
Paisaje de Laetoli -Tanzania (recreación)
El fósil de esas huellas no es por tanto, solo el fósil de unas huellas. Es algo más importante. Posiblemente sea el fósil de una duda. El primer vestigio de alguien que consideró, durante unos segundos, que tal vez no iba en la dirección correcta.
FUENTE: ctxt.es
Guillem Martínez
09/07/2017
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