He entresacado diversos párrafos del artículo publicado por Santiago Herrera, sobre los atentados del pasado 15 de abril en la ciudad estadounidense de Boston, en el que efectúa algunas curiosas reflexiones.
Yo no alcanzo a ser tan categórico como él en su afirmación de "indiscutible terrorismo de estado", pero aunque algunos lo tachen de "conspiranoico", sus planteamientos siembran una duda, más que razonable, en aquellos cerebros en los que puedan pulular aún algunas neuronas cual radicales libres.
Yo no alcanzo a ser tan categórico como él en su afirmación de "indiscutible terrorismo de estado", pero aunque algunos lo tachen de "conspiranoico", sus planteamientos siembran una duda, más que razonable, en aquellos cerebros en los que puedan pulular aún algunas neuronas cual radicales libres.
Los supuestos terroristas podían haber sido de cualquier nacionalidad, sobre todo de las que no comulgan con el imperio: chechenos, afganos, norcoreanos... Pero habría que preguntarse: ¿aleccionados o contratados, por quién-es?
Los invito a leer, y luego, que cada uno saque sus propias conclusiones.
INDISCUTIBLE TERRORISMO DE ESTADO
El Estado, conglomerado de intereses de las clases dominantes, se resiste a desaparecer. Crea, para ello, amenazas sobre la población y se erige luego en el único que puede combatirlas. Quien posee el monopolio de la violencia sabe que debe inventar una violencia contraria que justifique la que él ejerce. Eso es lo que ha sucedido en Boston el 15 de abril 2013. Y antes en Nueva York, Washington el 11 de septiembre de 2001, o en Newtown, el 14 de diciembre de 2012. Y así, cien veces más.
Eso, en mercadotecnia, se denomina market making. Se emprende una intensa campaña y se inventa socialmente la necesidad de un producto o servicio. Aquí, la herramienta que emplea el Estado es el terror, asustar a la población. Y la población entiende perfectamente el mensaje: "Si no nos dejas reprimirte, morirás". El que sea a manos de unos terroristas chechenos, de un adolescente enloquecido por los videojuegos, o de una banda de asesinos profesionales extraídos de las cloacas del estado es indiferente. La amenaza funciona exactamente igual: la gente ve los muertos, que son lo único real. No importa quién los haya asesinado, prefiere que el Estado reprima a la sociedad, a que los muertos sean de alguien de su familia. Y todos intuyen que si se muestran incrédulos respecto a las buenas intenciones del Estado, su probabilidad de ser los siguientes aumenta de un modo exponencial.
Esta es la verdad: La única prueba de la participación de los dos hermanos chechenos en los atentados de Boston son sus inoportunas confesiones en sus cuentas de Facebook. ¡Con lo fácil que es utilizar Facebook para "probar intenciones"! Cualquiera puede abrir una cuenta de Facebook con el nombre de otro. Los nombres pueden repetirse. Es más, una cuenta creada hace dos años puede haber permanecido invisible para todos y haber ido acumulando, sin embargo, muchos comentarios comprometedores escritos por extraños al personaje: relaciones, viajes, ideas, proyectos. Y es queFacebook es una herramienta de control social tan asumida como reflejo de la vida real, que nadie duda de la autenticidad de todos los datos que ofrece y revela.
¡Y encima nos tragamos que "las plataformas sociales", como Facebook, son la nueva democracia! ¡Que las primaveras árabes se organizaron desde Facebook! ¡Que el DRY es un movimiento social creado espontáneamente por los internautas! Hay que ser tonto de babas para tragárselo.
Datos tomados de Ácratas.net
Santiago Herrera - 23/04/13
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