ELECCIONES Y REVERSIBILIDAD DE LOS CAMBIOS SOCIALES
Frente a Venezuela y la revolución bolivariana, toda la prensa española es de extrema derecha. El odio de clase y el racismo colonial con que trató el franquismo a las clases populares de nuestro país se exportan directamente a Venezuela. La lumpenoligarquía de El País se atreve así a hablar del "lumpen chavista", no pudiendo aceptar el acceso a la vida política de los excluidos que constituye el rasgo principal de la democracia. La derecha española en todas sus variantes -la derecha de la derecha, el centro de la derecha y la izquierda de la derecha- tiene experiencia en "corregir" resultados electorales: todavía estamos viviendo los resultados de la "corrección" operada en el 36, cuando por última vez en España las mayorías sociales aspiraron a una hegemonía política. Venezuela -al igual que Cuba- es para ellos una insoportable excepción a la regla según la cual no debe ser la mayoría social trabajadora, sino los poderosos, los ricos, los amos, quien detente la hegemonía social y política. La revolución venezolana está por eso íntimamente conectada a los procesos sociales y políticos españoles: basta ver cómo el presidente Maduro respondió a la injerencia desvergonzada del ministro español de asuntos exteriores afirmando que haría mejor en "ocuparse del 25% de desempleo". Sólo en una cosa discrepo de esta declaración del Presidente Maduro: el paro en España asciende ya a casi un 27%... En la asamblea nacional venezolana se puso hoy mismo como ejemplo de la regresión social que habría supuesto el triunfo de Capriles lo que está haciendo el PP en España: el empobrecimiento, el paro, los desahucios.
Hoy, el odio de clase desatado en Venezuela por parte de las derechas se dirige preferentemente contra los CDI (centros de diagnóstico integral) que cuentan con la generosa y eficaz cooperación de médicos cubanos, contra los mercales (supermercados subvencionados) y contra las sedes del PSUV y sus militantes. Dos de las personas asesinadas por la turbas de la derecha defendían un CDI, otras estaban en sedes del partido chavista mayoritario. El odio de la oligarquía toma como objetivo los logros de la población más pobre, los símbolos de la solidaridad cubana, los responsables de un poder electoral que ha permitido que las elecciones no se falsearan y que los sectores populares no desapareciesen de la escena política como ocurría en el régimen bipartidista y turnista anterior. La oligarquía destruye lo que no soporta, los símbolos de la dignidad de los pobres y del reparto de la riqueza, los símbolos de una democracia arraigada en las clases populares.
Fuente: http://iohannesmaurus.blogspot.be/2013/04/venezuela-elecciones-y-reversibilidad.html
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