31/5/12

AGUIRRE, LA CÓLERA DE DIOS

¿Recuerdan esta película de Herzog, rodada en los años 70 y ambientada en el siglo XVI, en la que, una expedición española, parte del Perú rumbo a la cuenca del rio Amazonas, en busca de la mítica ciudad de El Dorado? Pues bien, hoy se me ha ocurrido que, ese título, le viene como anillo al dedo a una señora del mismo apellido que gobierna la Comunidad de Madrid: "Aguirre, la cólera de dios"

Me vino el "fogonazo" cuando, visiblemente enfadada, la escuché decir, con respecto a la final de la Copa de Rey (¡No, no!... no tiene nada que ver con el Rey de Copas) se refería al partido de fútbol que enfrentaría a Barça y Atlhetic de Bilbao en el Estadio del Manzanares, porque el Santi-Berna estaba... ¿cómo lo diría?... en obras, en restauración o en reposo absoluto. La escuché decir, repito:

Si se produce una pitada por parte de las aficiones del Barça y del Athletic contra el Príncipe o durante la reproducción del himno de España, se debe suspender el partido y celebrarse a puerta cerrada en otro lugar.

Aunque esta decisión puede causar "mucho follón", es necesaria porque este tipo de cosas "no se deben consentir".

¿Se imaginan ustedes la que se podía haber montado?

Afortunadamente, primó la cordura de Jesús Posada, presidente del Congreso, quién, con buen criterio, rechazó suspender la final, porque ella estaba decidida a llevar a efecto su medida represiva, siguiéndole el juego a Nicolás Sarkozy, desde que éste amenazara con hacer lo mismo en su país. Aunque él... ahora no podrá, porque se le descarriló el burro.

Pero... ¿qué entiende esta señora por "libertad de expresión"?


¿Quién va a obligar a los aficionados, que acuden a disfrutar y a desfogarse, a que no silben, griten ni digan palabrotas? ¿Estamos locos o qué?

Al final, el partido se celebró y lo verdaderamente importante (aunque muchos no compartan tal opinión) no fue quién lo ganó, sino el espectáculo en si. Y si alguien perdió, esa fue Esperanza Aguirre, porque los aficionados silbaron, gritaron, soltaron tacos y retacos; unos rieron, otros lloraron, pero pudieron olvidarse, por unos minutos, del dogal económico que nos ciñe.


Tanto lío con los himnos, las enseñas, los emblemas, lo que significan o lo que representan para unos y para otros, no vienen sino a parcelar la conciencia de los ciudadanos, para que sigamos sus postulados y directrices a pies juntillas, y así poder dividirnos, logrando que no seamos conscientes de que la unidad es nuestra fuerza. Pero, por mucho que nos quieran enredar con manidas ideas y argumentos, e intenten acotar nuestra conciencia; vengan a razonar conmigo que, a fin de cuentas, un himno es una melodía y una bandera un trapo... y una copa, un trozo de metal.

La única bandera del ser humano debería ser la libertad, y el único himno su propio grito:

¡Libertad!...

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